31 enero 2020

#OrigiReto2020 La visitante del faro

Este es mi relato de enero de 2020 para el OrigiReto 2020. Las normas de este reto se pueden consultar en las bitácoras de las organizadoras:

http://plumakatty.blogspot.com/2019/12/origireto-creativo-2020-reto-juego-de.html

o en

https://nosoyadictaaloslibros.blogspot.com/2019/12/reto-de-escritura-2020-origireto.html

Este relato tiene 2002 palabras según https://www.contarcaracteres.com/palabras.html (he quitado cuatro astericos para separar escenas).


LA VISITANTE DEL FARO

Para alguien tan solitario como yo, vivir en un faro construido en una isla remota del Atlántico no era algo desagradable. En realidad, disfrutaba mucho de ese destino. Siempre desayunaba en la casita, pegada a la torre del faro, junto a una ventana desde la que veía salir el sol en unos amaneceres que, cuando no había tormenta, eran maravillosos.

Mantener el faro requería mucho tiempo. Mi tarea era limpiar un poco los espejos, rellenar el combustible que alimentaba la llama y reparar el dispositivo si hacía falta. Tenía tiempo para recorrer la isla, que podía circundar en apenas una hora, contemplar las olas romper en las rocas o morir inofensivas en las tres pequeñas playas. La casita tenía una buena biblioteca, tanto que aún no había leído todos los libros después de tres años de servicio.

Era un trabajo apacible, sin sorpresas. O, al menos, lo había sido hasta que sucedió algo muy extraño. Eran las cinco de la tarde de un día espléndido cuando levanté la vista de una novela bastante entretenida. El libro se me cayó de las manos y miré al exterior con la boca abierta. Una mujer, de pelo largo y oscuro y piel clara, caminaba hacia la casita. La visitante, cubierta por un vestido blanco hasta los tobillos, cojeaba. Salí de la cabaña y la joven, al verme, se detuvo. Debía de estar a unos cincuenta metros de mí.

—Discúlpeme —dijo la mujer con un acento muy fuerte cuyo origen no distinguí—. Navegaba por esta zona, vi el faro y quise verlo de cerca. Creí que estaba vacío.

—¿Navega sola?

—Sí. Mi barco es pequeño y llevo toda la vida en el mar.

Pensé que era un poco raro, pero la mujer parecía tener un encanto muy particular. Su voz, a pesar del extraño acento, sonaba a música. Su sonrisa me cautivó a pesar de la distancia.

—¿Quiere pasar, tomarse un té y hablar un rato? —propuse.

—Es muy amable, gracias.

El paso de la joven era algo rígido, como si le dolieran las piernas al caminar.

—¿Se encuentra bien? —le pregunté al ver que le costó sentarse en el sofá verde de la sala de estar.

—Sí. Habré cogido frío en la espalda. La humedad.

Charlamos durante una hora, al principio con la torpeza de dos personas hechas a la soledad. Se llamaba Sandra y era científica. Estudiaba las corrientes marinas, las migraciones de los bancos de peces y los vientos. Pensaba quedarse una temporada cerca de la isla. Me preguntó que si me importaría que volviera para visitarme. Sus ojos eran dos trocitos de océano y su sonrisa de dientes blancos un consuelo a la soledad. Le dije que regresara cuando quisiera.

*


Sandra me visitó tres o cuatro veces por semana durante los tres meses siguientes. Nunca alcancé a ver su barco. Me dijo una vez lo dejaba en una cala, que no se veía desde el faro, y se acercaba a la costa en una lancha. A medida que iban pasando las semanas, crecía el afecto que sentía por ella.

Debí haber sido más listo y entender que algo no acababa de encajar. Era una mujer encantadora, que me iba pareciendo más hermosa tras cada visita. Me enamoré de ella sin darme cuenta, algo muy poco corriente en alguien que había dejado de creer en el amor hacía años. Que Sandra pareciera sentir lo mismo por mí después de tan poco tiempo tendría que haberme prevenido. Sin embargo, me dejé llevar por aquellos sentimientos que me hacían soñar con su próxima visita.

Algo que me apenaba era que, a pesar de sus bromas y de sus risas, en su mirada se leía dolor. Sus piernas no parecían curarse. Algunos días caminaba mejor que otros, pero siempre mostraba una rigidez impropia de una mujer tan joven. Lo más sorprendente era que adoraba bailar y quiso enseñarme, a mí que siempre he tenido dos pies izquierdos. Practicamos el vals con canciones preciosas que ella tarareaba mientras dábamos vueltas en la explanada que había junto a la casita.

Sandra disfrutaba bailando conmigo, pero un día advertí que la rigidez de sus piernas la causaba ese dolor que no la abandonaba. Habíamos practicado los giros a la derecha y a la izquierda largo rato. Me equivoqué en un paso y paramos en seco. A Sandra le falló una pierna, pero la tenía bien sujeta y no se cayó. Entonces, advertí que lloraba.

—¿Te has hecho daño?

—No, es solo cansancio —respondió secándose las lágrimas.

Decidí que regresáramos a la casita, pero Sandra cojeaba tanto que la alcé en brazos. Ella se me abrazó al cuello y me sonrió.

—¡Qué fuerza tienes!

Sandra le quitó importancia a su dolor, aunque no consiguió convencerme. Le pregunté que si estaba enferma, le ofrecí llamar por radio a un médico que podría acercarse a la isla en helicóptero. Se negó y, como la amaba, dejé de insistir, como había dejado de pedirle que me enseñara su barco. Siempre decía que no me iba a gustar.

*


Un día, sucedió lo inevitable. Faltaba un mes y una semana para que mi periodo de servicio concluyera. Sandra quiso bailar para mí y ejecutó unos pasos llenos de elegancia y belleza. Me miraba sonriendo, pero con la misma sombra de dolor de siempre y cuyo origen se negaba a confesarme. Se sentó en el sofá verde para recuperar el aliento y, poco después, respiró hondo y bajó la vista.

—¿Tienes ganas de volver a tu casa? —me preguntó.

—Sí, aunque te voy a echar de menos durante los seis meses que estaré allí.

—Y yo también.

Seguía mostrándose muy tímida, y supe qué iba a decir.

—¿Me llevarías contigo a Zamora?

—Allí no tenemos mar.

—No me importaría si estoy contigo.

Temía ese momento. Amaba a Sandra, pero sabía poco de ella. No me importaba que nos viéramos en el faro; llevármela conmigo a mi apartamento de soltero era algo muy diferente. Aparte, estaban los problemas legales. En realidad, no se trataba de que quisiera venirse o no de verdad conmigo: lo único que deseaba saber era si la quería lo mismo que ella a mí, y no deseaba que mis dudas le partieran el corazón. Necesité unos momentos para responder, y mis propias palabras me sorprendieron.

—Sí, te llevaría conmigo si pudiera.

—¿De verdad? —respondió con una sonrisa—. Y yo me iría contigo, pero sé que es imposible, al menos por el momento. —Suspiró y me miró con ternura—. Si pudiera seguirte a Zamora, ¿querrías compartir tu vida conmigo?

—¿Quieres decir… casarnos?

—O eso o, al menos, pasar juntos muchos años. Dejaría mi barco en un puerto y abandonaría mis investigaciones, pero si para ti soy solo una chica que te entretiene en tus días aburridos…

Solo quería un poco de valor por mi parte, algo de decisión. Miré los trocitos de océano de sus ojos.

—Sí, querría hacerlo.

Sandra se rio y no volvimos a hablar de aquello.

*


El misterio de la procedencia de Sandra quedó resuelto de una forma inusual. Acababa de cenar y lavaba los platos, frente a una ventana. Alcé la vista y vi el cielo estrellado. La bajé un instante y cuando la levanté de nuevo, di dos pasos atrás de la impresión. Una serie de líneas luminosas delimitaban, al otro lado de los cristales, la silueta de una muchacha.

—¿Puedo entrar? —preguntó una voz juvenil en mi mente—. Debo decirte algo importante.

Reconocí en aquella joven a una hija del aire, un espíritu bondadoso que vivía en el océano. Los creía seres mitológicos. Le di permiso para entrar y atravesó la ventana. Me pidió que me sentara en el sofá verde y fingió acomodarse a mi lado.

—¿Cómo te llamas? —pregunté para no seguir callado.

—Ya no tengo cuerpo y no sabría transmitirte el sonido real de mi nombre. Dicen que hicieron una película sobre mí, y todos los niños me llaman Ariel. Usa ese nombre.

—¿La sirenita? —La muchacha asintió—. ¿Tú no eras una sirena?

—Lo fui, pero mi historia no acabó como en la película. Morí con el corazón destrozado y me convertí en una hija del aire. Pero no hablemos de mí, sino de Sandra.

Me dio un brinco el corazón. Esperaba lo peor, y lo peor tuve que afrontar.

—Tienes que dejarla ir —sentenció Ariel—. Ella te ama, y si sientes lo mismo, debes olvidarla. Sufre mucho por tu culpa.

—Pero… yo… no le he hecho nada.

—Sandra es una sirena. Cada día que viene a verte, necesita comprarle una poción a una bruja del mar para que le desaparezca la cola y le salgan piernas. El efecto solo dura unas horas, pero la transformación es a base de sufrimiento. La he visto retorcerse de dolor en la playa, mientras le crecen las piernas. Caminar le produce el mismo dolor que si le clavaran espadas en la cadera. Lo sé porque yo también lo sufrí.

—Yo… no lo sabía.

—Sandra jamás te lo habría contado. Como tampoco te dirá que es una sirena, porque teme que si la ves como es en realidad, la echarás de tu lado. Quizá no se equivoque. —Ariel me miró—. Oí a Sandra negociar con la bruja. Dentro de tres semanas beberá una poción más poderosa, cuyo efecto será permanente en vez de durar unas horas o desvanecerse si entra en el mar. Quiere convertirse en mujer para estar contigo, está dispuesta a sufrir dolor con cada paso. No se lo permitas, déjala antes de que se tome la poción. Si la amas, no la condenes al mismo sufrimiento que padecí yo y que me quitó la vida.

*


Cuatro veces intenté seguir el consejo de Ariel, que me había partido el corazón. No podía condenar a Sandra a una vida de dolor, por mucho que la amara. Sin embargo, cuando veía los trocitos de océano de sus ojos, las frases con que iba a romper con ella no me salían de la garganta. Pasé muchas noches en vela, anhelando una solución. Y la hallé.

Le pedí a Sandra ir a pasear por una playa poco profunda. Sus reticencias me confirmaron que Ariel me dijo la verdad.

—¿Ves aquella roca en la playa? —le dije—. Hay fósiles. Ven conmigo.

—No debo mojarme. Me empeorarán las piernas.

—Confía en mí. Hay poca profundidad hasta la roca.

La cogí en brazos y avancé hacia la roca hasta que el agua me llegó a la mitad de los muslos.

—Sé lo que eres —le dije y la solté.

Sandra gritó antes de hundirse en el agua. Asomó la cabeza, aterrada, sollozando. Sacó del agua una aleta caudal de un precioso color azul.

—¿Por qué lo has hecho? Iba a librarme para siempre de esta asquerosa cola de pez que nos impide vivir juntos. Todo era perfecto.

—¿Perfecto? Sufres al dar cada paso y no quiero eso. Tienes una cola preciosa, ¿y qué hombre no ha soñado alguna vez con que una sirena se enamore de él?

Sandra abrió mucho los ojos y emitió una risa breve. En su mirada repleta de felicidad, ya no se manifestaba el dolor que siempre la había empañado hasta entonces. Me sonrió, arrobada, se quitó el vestido y se me acercó. Se apoyó en mis hombros, la sujeté de la cintura y nuestros rostros quedaron a la misma altura. Me había rodeado las piernas con la cola y me perdí un instante en su mirada.

—La ropa absorbe agua —dijo Sandra— y nos estorba para nadar. Tendrás que acostumbrarte a verme desnuda.

—¡Qué trabajo me va a costar!

—¡Qué tonto! —dijo y se rio—. ¿Y qué haremos a partir de ahora?

—Mientras esté en el faro, seré tus piernas en tierra y me enseñarás lo que puedas de tu mundo. Cuando vuelva a España, me mudaré a algún pueblo de mar de Asturias, para que puedas llegar nadando. Te gustará la costa asturiana.

—Y a ti te gustará bucear conmigo.

Entendí su frase cuando me rodeó los labios con los suyos y sopló para llenarme de aire los pulmones.




*  *  *  *  * 

Son 2002 palabras según www.contarpalabras.com (he quitado 4 asteriscos de separación de escenas)
Objetivo principal: 7. Cuenta una historia marítima o que involucre un faro.
Cuentos y leyendas. Objetivo secundario 1: E. La sirenita
Criaturas del camino. Objetivo secundario 2. XI Sirenas
Objeto oculto 1: 5. El sol.
Objeto oculto 2. 6. Combustible
Cumple con mi objetivo personal: el protagonista está dispuesto a romper con la mujer a la que ama cuando se entera de que la hará sufrir.

15 comentarios:

Isefran dijo...

Muy bonita la historia.
Me sobra la referencia a Disney, pero me gusto mucho que contaras la historia real del cuento de la sirenita (que, por cierto, es mi favorito)
Saludos y nos vamos leyendo.

Juan dijo...

Buenos días, Isefran

Gracias por haber leído y comentado la historia. Es el primer comentario de este año :)

La referencia a la película de Disney era casi obligatoria para cumplir el objetivo de introducir a La Sirenita, porque en el cuento original de Andersen, nunca se sabe el nombre de la Sirenita. Si le hubiera inventado un nombre, habría quedado poco natural "Soy Pxjslfjls, la sirenita del cuento de Andersen". En cambio, si dice que "me puedes llamar Ariel" la conexión es inmediata.

A mí también me gusta la versión original del cuento de Andersen, que parece una advertencia acerca de perder tu personalidad y tu esencia por enamorarte. Por una vez, quise ser optimista y hablar de una sirena a la que aman por ser ella misma y no por renunciar a su cola de pez.

Muchas gracias y un saludo.

Juan.

Stiby dijo...

Muy buenas!!
Me ha gustado mucho la historia, y también la ternura de los personajes. Además, me ha parecido muy bien que hablen el problema y puedan solucionarlo, aunque me ha dado pena el susto que se lleva la sirena cuando la tira al mar, pensando que va a ser rechazada. Me ha gustado sobre todo que dejen abierta la posibilidad de verse en España y no limitarlo a un "amorío de verano", digamos.

Menos mal que Ariel llega para advertir al hombre del faro antes de que el cambio sea permanente. No sé si una relación humano-sirena puede funcionar a largo plazo pero se les ve dispuestos a intentarlo y creo que es suficiente para que merezca la pena.

No conozco exactamente el cuento de Andersen pero creo que en ese la sirenita acaba convertida en espuma de mar, ¿No? Si es así, definitivamente me gusta más tu final.

Un abrazo y enhorabuena por el primer relato del año a pesar de las dificultades.

Un detalle, en esta frase creo que has olvidado el verbo: "El paso de la joven algo rígido, como si le dolieran las piernas al caminar." o tal vez, ¿una coma delante de algo rígido?

Juan dijo...

Buenas tardes

Muchas gracias por haberlo leído y por comentar. Para evitar lo que me pasa siempre, voy a intentar este año responder en breve a todos los comentarios, que luego me dejo alguno sin contestar o lo hago meses después.

Sí que me costó tener este cuento a tiempo, por tres o cuatro horas no lo consigo.

Me alegro muchísimo de que te haya gustado la historia, y me gusta que digas que los personajes son tiernos. La verdad es que es cierto. Quizá, el tema principal del relato es ese: la falta de comunicación. Sandra (que, por cierto, no es el verdadero nombre de la sirena, es el que ella se pone para reforzar la ilusión de que es una mujer) pretendía pasar muchos años sufriendo por hacerse pasar por algo que no era. No se planteó nunca la idea de hablar de su "problema" con el protagonista, por miedo al rechazo.

Conocía la versión original del cuento de La Sirenita y siempre me pareció una crítica a la idea de que para amar a alguien hay que convertirse en alguien que no eres por agradar al otro. En la versión original, la sirenita renuncia a su voz (creo recordar que la tenía muy bonita), lo que puede ser una metáfora de renunciar a su personalidad y, también, arrancarse algo que la hacía hermosa por estar con su príncipe. Un príncipe que acaba casándose con otra.

Por eso, La Sirenita me pareció un personaje ideal para que advirtiera al protagonista de lo que estaba a punto de hacer Sandra. No lo digo en el relato, pero La Sirenita había intentado a convencer a Sandra de que no siguiera con aquello (se puede intuir, La Sirenita dice que "Sandra no te lo diría nunca", como si la conociera). Al no poder convencer a Sandra, intenta convencer al protagonista. Debido a su pasado, la única solución que se le ocurre es esa, que corten. Por cierto, en el cuento de Andersen, en efecto, el destino de una sirena cuando muere es convertirse en espuma. La única opción que le resta a La Sirenita para volver a ser sirena y dejar de sufrir es matar al príncipe con un puñal que la bruja del mar le vendió a sus hermanas. La Sirenita es incapaz de matar al príncipe y acaba saltando al mar, donde se convierte en espuma. Pero, como recompensa a su buen corazón, en vez de morir se convierte en una hija del mar.

El original es un cuento precioso, y tiene una moraleja muy actual. Por eso, este relato es, casi, un "retelling", donde el papel del príncipe lo hace el protagonista. La diferencia es que el príncipe del cuento de Andersen se da cuenta solo al final del error que ha cometido y no puede impedir que La Sirenita se lance al mar.

Mi protagonista podría haber tomado la opción egoísta de dejar que Sandra se convirtiera en humana, para tenerla siempre a su lado sin dificultades ni sacrificios. Pero siguiendo mi objetivo anual, él no quiere que sufran por él, ni que Sandra cambie para vivir a su lado. Decide dejarla, pero no puede, entre otras cosas, porque no le puede contar el motivo real y sabe que le partirá el corazón. Hasta que dándole vueltas, encuentra la solución: ser sincero y decirle todo lo que sabe y siente.

Sandra le demuestra mucha confianza (y amor) cuando acepta ir a través del mar en sus brazos. El protagonista no puede convencerla de otra manera que viéndola convertida en sirena. Si le dice que sabe lo que es pero no le importa, Sandra lo negaría todo y, además, no le creería, pensaría que cuando él la viera con su cola de pez, se acabaría el amor que sentía por ella. No tenía otra alternativa que dejarla caer al mar. Le hace pasar un mal rato, pero luego lo solucionan todo. Esa caída al mar es la misma que la de La Sirenita de Andersen, pero aquí acaba todo bien.

¡Buf! Qué comentario más largo. Gracias por comentar y un abrazo.

Juan.

Umagah dijo...

Hola Juan,

Me ha gustado mucho leer tu historia. Coincido con el otro comentario en que me sobra la referencia a Disney, pero entiendo tu argumento de respuesta. Solo quería decirte que es la única parte que me ha hecho arrugar la nariz.

Me ha gustado mucho tu relato. La historia creciente de amor está bien narrada y le coges rápidamente cariño a los personajes, deseando que salga todo bien a pesar de las dificultades. La escena en la que suelta a la sirena en el agua es emocionante, y me ha gustado mucho el comentario jocoso de "¡Tendré que acostumbrarme! (a verte desnuda)".

Me ha parecido que la forma en la que el protagonista acepta que le visita un ser de luz y aire es un poco extraña, pero es un relato corto y no se puede dedicar palabras a cada pequeño detalle...

Enhorabuena por tu relato de última hora de enero, tengo ganas de leer tu publicación de febrero :)

Nos leemos!

Carly L. Sáez dijo...

¡Hola, Juan!

AMO MUCHÍSIMO TU RELATO. ES PRECIOSO Y NECESITO MÁS DE TUS CUENTOS. NECESITO MÁS CHICOS QUE DEJEN IR A SU AMOR POR NO CAUSARLES SUFRIMIENTO.

Ok.

Me calmo, pero es que has escrito una preciosidad.

La referencia a La Sirenita de Disney y al cuento original es oro. Y la historia de Sandra y el protagonista es bonita, dolorosa al principio, pero con un final que vale muchísimo la pena. Ah, y que esté ambientado en España ME ENCANTA. Me encanta porque las //cosas// también pueden pasar en otros países que no sean EEUU, Gran Bretaña y Canadá.

Que la Gran Diosa Gamba Cósmica Intergaláctica te bendiga con mucha inspiración.

Besos,
Carly

Gema Seelie dijo...

Hola!:
Qué preciosidad de relato. La Sirenita es mi cuento favorito y la peli de Disney también. Se lee muy bien, y esa historia de amor que empieza despacio hasta que se van conociendo más ayuda mucho.
Estaba temiendo por el final, creía que él la dejaba. Así que al final he terminado de leer con una sonrisa :) me ha gustado mucho.
La forma en que has introducido a Ariel en la historia es muy bonita, me dio mucha pena cómo acabó al final y por eso ella teme por Sandra también.
Para rematarlo me hubiera gustado alargar más el momento final cuando se quedan juntos, pero es que para eso soy un poco ñoña a veces xD.
Lo dicho, me ha encantado leer algo con final feliz, hoy lo necesitaba :)
Un abrazo y nos leemos!

Juan dijo...

Buenas noches

Umagah: gracias por haber leído y comentado mi relato y me alegro de que te haya gustado. Como bien comentas, la parte en que La Sirenita original, convertida en hija del mar, visita al protagonista y éste lo admite así de rápido es algo que tuve que acelerar para no pasarme de las 2000 palabras. Lo comenté antes: este relato es casi un "retelling" del cuento de La Sirenita y habla de eso: de que si el egoísmo no gana, un amor en unas condiciones muy difíciles puede tener futuro si los implicados hablan y buscan soluciones. Sandra estaba dispuesta a cargar con todo el esfuerzo, pero el protagonista resuelve no obligarla a abandonar ni su esencia ni su mundo, sino a compartir el tiempo. Es demasiado frecuente que, en las parejas, un miembro deje de ser él mismo por agradar al otro, y es algo que no me gusta. Al final, después de la tensión y de la amargura de Sandra por verse descubierta, quise que hubiera algo de humor y aproveché el momento en que ella se desnuda (se quita la última parte de su absurdo disfraz de humana) para que bromearan. Muchas gracias por pasarte y comentar.

Carly: gracias por leer y comentar, y me alegro muchísimo de que te haya gustado. Me encanta tu comentario, por las mayúsculas del principio y por tu bendición de la Gran Diosa Gamba Cósmica, a la que teníamos que hacer referencia muchas más veces. :) Me gusta mucho ambientar relatos en España, por lo que tú dices, no todos tienen que estar ambientados en el mundo anglosajón, aunque esos países tengan su encanto. Pero también lo tiene España. Además, pasé hace años unos días en Asturias y me conozco las costas y las playas, y merecen la pena. Estoy seguro de que a Sandra le iban a gustar. Cuando iba escribiendo este relato, también quería que terminaran juntos. Y, bueno, no siempre escribo de eso, pero he escrito más de una historia donde pasa eso: el chico o la chica renuncian u ocultan su amor por la otra persona para no hacerle daño. No me gustan las relaciones tóxicas. Me alegro que ese punto te haya gustado, porque es el alma del relato. Que la Gran Diosa Gamba Cósmica te dé felicidad, prosperidad e inspiración.

Gema Seelie: muchísimas gracias por leer y comentar este relato. Me alegro de que te haya gustado :). La cosa iba en ese sentido, en que el protagonista terminaba por dejarla. Hay que pensar que La Sirenita, la del cuento original, había sufrido tanto que para ella no era concebible un final feliz, y le contagia el pesimismo al protagonista. Pero, al final, encuentra la solución: demostrarle que la ama tal y como es. En cuanto a lo que dices del final, tienes toda la razón. Después de la tensión, habría merecido la pena alargar esa parte en que Sandra y él estan juntos sin que un disfraz oculte la naturaleza de la sirena, pero me habría pasado de palabras. En la versión original que me imaginé, en vez de besarlo, Sandra lo convencía para ver un bosque de algas, a poca profundidad. Y ahí le enseñaba cómo se bucea con una sirena. Ella lo habría mantenido sumergido y lo hubiera llevado a más profundidad poco a poco, para que no tuviera problemas causados por la presión, y cada vez que necesitara aire, le llenaría los pulmones con un beso. Esto es una idea de un relato que escribí hace un par de años y que no tuvo suerte allí donde lo presenté. Iba a terminar el relato así, con el protagonista aceptando visitar el mundo de Sandra, después de que ella hubiera visitado el humano tantas veces. Muchas gracias por leer y comentar.

Saludos

Juan.

KATTY COOL dijo...

La verdad, tal como se iba desarrollando la historia me daba miedo de que la cosa fuera a terminar mal y todo el mundo terminara "infeliz y miserable por el resto de su vida" No sé si se pillará la referencia a la frase xD me ha gustado la forma en la que haces llegar la idea del faro, el lugar, la quietud y la sensación de vivir ahí, no me esperaba la aparición de ese espíritu de aire, me ha parecido encantador y un elemento muy de fantasía que no estoy acostumbrada a leerte y me ha sorprendido para bien. Y lo mejor, el final, la verdad, ese entendimiento y solución simple creo que era la mejor forma en la que podía terminar el relato, bien hecho ^^ un abrazote.

.KATTY.

Kalen dijo...

Buenas tardes Juan:

Tu relato es de esos que me tienen indeciso hasta el final para decidir cuánto más o menos me ha gustado, reconozco (shame on me), que al principio tenía mis dudas. Y al final, por decisión unánime de todos mis “yos”, me ha gustado mucho. Me encanta lo bien que expresas la soledad del farero, su forma de ser austera, generosa, ligeramente desconfiada, con esa nobleza pura y esa lógica aplastante que al principio puede parecer desinterés hacia la mujer o blindaje pero que no es sino una manera pura y sana de entender el amor, no dejando que el drama y el sufrimiento sean el eje del mismo. Al menos esa es mi lectura y lo que más me atrapa de la historia. Y me encanta ese final feliz sin tener que renunciar a lo que uno es. Felicidades y un abrazo.

Juan dijo...

Buenas tardes

Katty: muchas gracias por haberlo leído y comentado. Ja, ja, ja, pillo la referencia a la frase. Una cosa en la que me estoy esforzando este año es en escribir relatos más positivos, donde los personajes tiendan a ser buenos y los finales no sean amargos. En este caso era fácil, porque es una respuesta al cuento final de la Sirenita, que como te advierte de lo absurdo de abandonarse por causa del amor, cosa con la que no estoy de acuerdo, debía acabar bien. Me alegro de que te gustara la aparición del espíritu. Cierto que no suelo introducir elementos tan fantástico, ni siquiera cuando escribo fantasía. Me lo apunto, a ver si lo repito más. Y bueno, la "moraleja" de este relato es esa, que muchas veces, hay problemas que parecen insalvables y que luego no lo son tanto si la comunicación es sincera y cada uno pone de su parte para solucionarlos. Gracias por el comentario.

Kalen. Gracias por leer y comentar. Me alegro de que, al final, la decisión fuera que te gustase. Y, en efecto, el alma del relato es esa. Nunca me ha gustado eso que ahora llaman "amor tóxico", y que siempre ha existido aunque con otros nombres o sin siquiera denominación, así que este relato va de eso. Al principio, la relación era un tanto tóxica, aunque el protagonista no supiera lo que estaba sucediendo, porque todo avanzaba a costa del sufrimiento de Sandra. Eso no es lo que quiere él, no es lo que él entiende por amor y busca (y encuentra) la solución. Que era, precisamente, que Sandra no tenía ninguna necesidad de convertirse en humana por nadie. Gracias por comentar

Un saludo.

Juan.

Kam dijo...

¡Hola!

Me ha gustado el relato, tiene un toque dulce que es bastante cuchi, la verdad. Me ha gustado el final, la verdad es que el romance no es lo mío pero los finales felices sí. Aunque pobre "Sandra", el susto que se ha llevado la pobre. Curiosa la referencia a Ariel y a la sirenita, yo probablemente habría considerado la referencia válida sólo con el tema de la bruja y la poción, sin necesidad de mencionar la peli, pero por otro lado me ha gustado bastante pensar en el pobre espíritu en plan "Sí, Disney hizo una peli, es malísima, pero todo el mundo lo conoce".

Centrándonos más en la escribición como tal, tengo la sensación de que has entorpecido un poco la prosa combinando un poco de contar demasiado en lugar de mostrar y un poco de contar demasiado, directamente. Me explico: cuando hablas de emociones, es mejor dejarlas traslucir, no decir "se sentía triste", y también se aplica a momentos en los que te proyectas un poco hacia el futuro y dices como "debería haber sabido" o "debería haber dudado", que estás contándonos algo en lugar de mostrarnos los motivos por lo que deberíamos creer eso. Además, hablas de algunas cosas muchas veces: que se pierde en los ojos de ella y por eso no le dice nada ni duda de ella nos lo dices al menos 4 veces, y llega un punto que se hace repetitivo e innecesario. ¡Espero que te sirva para mejorar en futuros relatos!

Nos leemos,

Juan dijo...

Buenas tardes, Kam

Gracias por leer y comentar y me alegro mucho de que te haya gustado. La referncia a la película de Disney la he explicado antes, pero se me olvidó comentar algo que te comento a ti. En la versión original del cuento, La Sirenita se convierte en un espíritu del aire y podría ganar su alma realizando buenas acciones durante trescientos años, que se irían reduciendo por cada niño bondadoso que se encontrara. Así que supuse que La Sirenita hablaría con muchos niños y cuando les contara que fue una sirena que se enamoró de un príncipe, ellos le hablarían de la película. Sí, pienso que le resultaría curioso que hubieran hecho una película sobre ella que alteraba tanto lo que vivió en verdad.

Las cuestiones que me dices que contar y no mostrar se deben a la necesidad de abreviar. Esta historia necesita más longitud para desarrollarla, pero si no hubiera recortado, me habría pasado de palabras. De hecho, tuve que eliminar muchas palabras. En cuanto a las proyecciones hacia el futuro, aparte de abreviar, en realidad son una figura literaria, cuyo nombre no recuerdo. Se suele usar en cierto tipo de narraciones esa manera de adelantarse a la narración, con diversos objetivos. En mi caso, la utilicé para amortiguar el hecho de que el protagonista no sospeche nada cuando Sandra aparece allí sola, diciendo que navega en un barco que él nunca ha visto, que vio el faro de lejos y fue a visitarlo... Todo eso son cosas muy raras que él acepta, pero no puedo mostrar cómo lo convence por falta de espacio. La alternativa es que el protagonista dude de sí mismo y, además, se anticipe para que el lector se pregunte por qué se lamenta de no haberse dado cuenta de que pasaba algo raro.

En la versión que tenía en la cabeza, el protagonista tenía nombre y las sirenas tenían un poder curioso: podían obligarte a hacer algo si conocían tu nombre. Así, podría haber incluido un diálogo así, suponiendo que el protagonista se llame Carlos:

—Me gustaría ver tu barco, Sandra. Llévame.

—Te decepcionaría, te lo aseguro. Es muy feo.

—No digas eso. Llévame, por favor.

—No insistas, Carlos, de verdad que no te gustaría.

Y Carlos, sin saber el motivo, no volvería a insistir porque la sirena le ha dado una orden pronunciando su nombre. Eso se descubriría al final: Sandra le pediría perdón por haber usado su magia contra él. Nada de eso cabía en el relato.

Gracias por leer y comentar y un saludo.

Juan.

Yarcko dijo...

Hola Juan
Acabo de leer (por fin) este relato de enero y te voy a comentar algunas cosas.
No me gusta como atacas las sorpresas en esta narración: "hasta que sucedió algo muy extraño" o más adelante "el misterio de la procedencia de Sandra quedó resuelto de forma inusual". Veo demasiada formalidad en las formas y creo que le restan emoción a lo que está por venir. Como que le quitan frescura. Supongo que al ser el primer relato del año te pilló frío.
Con todo y eso el relato me ha gustado mucho y además tiene un plus y es que veo que te has salido de tu zona de confort, y eso siempre mola.
Ese espíritu de aire es un elemento genial para cumplir el objetivo y para darle un giro a una narración que , aparentemente, se iba a estancar. Me explico: la narración de la historia de amor entre los protas es tan tierna, sencilla y sincera que poco a poco te das cuenta de que no puede ser todo tan bonito y de que algo terrible tiene que ocurrir. Casi lo ves venir. Pero al meter a Ariel le das al lector una arista más en el prisma de la historia, y le abres la posibilidad de un final diferente.
Puede que la rara sea yo, pero me estaba esperando que el farero negociara con la bruja para conseguir una cola de tritón. Sin embargo tu final me ha terminado por convencer.
¡Es un relato fantástico! ¡Felicidades!

Juan dijo...

Buenas noches, Yarcko

Gracias por leer y comentar y me alegro de que te gustara.

Esas anticipaciones fueron un experimento para probar como quedaba la anticipación, que es algo que se utiliza en algunos cuentos e historias que había leído o estaba leyendo a principios de año. Ahora mismo, probablemente los quitaría porque no aportan demasiado a la historia.

Desde luego que me salí de mi zona de confort: una historia romántica que acaba bien. Había bebido cosas muy fuertes cuando me puse a escribir (ja, ja, ja).

Se veía venir que pasaba algo, que a Sandra le pasaba algo, una cosa que Ariel le explica, ya que la sirena no iba a confesar jamás lo que estuvo a punto de hacer por él. Eso da un giro a la trama que parecía que iba a tener un final agridulce.

Este relato gira en torno a dos ideas: la incomunicación es fuente de sufrimiento entre personas que se quieren y la idea de que no es necesario cambiar, dejar de ser quien eras, porque te hayas enamorado. Tu final me gusta, habría sido contrario al del cuento de la Sirenita. La aparición del espíritu del mar rompe el problema de la incomunicación: le cuenta al protagonista el problema que Sandra tendría que haberle contado y no lo hizo. Luego viene mi rechazo a las relaciones tóxicas, de donde el protagonista acepta dejar a Sandra aunque se le parta el corazón.

Y, entonces, viene el segundo giro. El farero quiere demostrarle que no le importa que Sandra sea una sirena, que la quiere igual y está dispuesto a ceder un poco a cambio de que Sandra también ceda un poco y desista de su idea de convertirse en mujer para estar siempre con él. Tendrán que verse a escondidas, les será difícil pasar las noches juntos, el farero deberá cargar con ella mientras estén en tierra y Sandra tendrá que darle aire para que puedan bucear juntos, pero seguirán siendo ellos mismos y si su amor es lo bastante fuerte, podrán superar todas esas dificultades.

Muchas gracias y un saludo.

Juan.