El supercomando
Colarse de madrugada en la sede de la Mauser Moriarty, Inc. en Nueva York había sido la parte fácil. Los dos "hackers", Jack y Johnny, cuya misión era destapar el plan de la empresa para conseguir el monopolio mundial de Internet y controlar el planeta, no sabían como acceder al superordenador central de la compañía. Habían conseguido "hackear" dos terminales contiguas, y en la planta número 208 del rascacielos, tecleaban furiosamente, tratando de anular las defensas que protegían el superordenador.
El tiempo se les acababa. Estimaban que dentro de veinte minutos, descubrirían la intrusión e irían a por ellos. Jack, tras secarse el sudor de la frente, dijo:
-Johnny, ya me he quedado sin ideas. Tenemos que irnos.
Johnny no le hizo caso y continuó tecleando a toda velocidad. Finalmente, dio un par de puñetazos en la mesa y dijo:
-A mí solo me queda un último recurso. Pero es peligroso.
Jack sintió curiosidad y dejó su terminal para ponerse detrás de Johnny. Su compañero tocó un control de sus gafas. Y a Jack le invadió el pánico cuando vio que Johnny escribía en una ventana de terminal:
"pk data cuestor edit"
No podía ser. Johnny se había vuelto loco. ¿Cómo podía utilizar el supercomando? Jack gritó:
-¿Te has vuelto loco?
Johnny se volvió, abrió mucho los ojos y exclamó:
-¡Ponte las gafas, insensato!
Fue demasiado tarde. La pantalla del terminal inundó la sala de una luz que abrasó los ojos y el rostro de Jack, quien cayó al suelo gimiendo. Johnny le sacudió unos momentos y dejó de hacerlo para decirle:
-¡Oh, no, no! ¡El comando se ha descontrolado!
Jack le oyó alejarse corriendo, pero no tenía salvación. El supercomando destrozó los sistemas lógicos del superordenador y éste, situado en el sótano, explotó con la fuerza de varias toneladas de TNT.
Destruidos los cimientos del rascacielos, el edificio al completo se vino abajo.