26 agosto 2006

Errores de programación (III)

Volvemos a hablar de errores de programación por tercera vez. Lo raro es que trabajando en desarrollo de aplicaciones sólo sea la tercera vez.

El siguiente código, de Visual Basic .NET, donde Rs y Rs2 son dos recordset abiertos casi a la par:

ReDim Preserve EstrDatos(i)
With EstrDatos(i)
.NombreCli = Rs.Fields("Nombre").Value & " " & Rs.Fields("Apellidos").Value
.Codigo = Rs.Fields("Codigo").Value

.Total = PuntosSep(Rs2.Fields("Debe").Value)

.Bloque = CStrAv(Rs.Fields("Bloque").Value)
.Esc = CStrAv(Rs.Fields("Escalera").Value)
.Piso = CStrAv(Rs.Fields("Piso").Value)
.Letra = CStrAv(Rs.Fields("Letra").Value)
.CP = CStrAv(Rs.Fields("CP").Value)
.Poblacion = CStrAv(Rs.Fields("Poblacion").Value)
.Provincia = CStrAv(Rs.Fields("Provincia").Value)

.Saldo = PuntosSep(Rs2.Fields("Saldo").Value)
.Sello = PuntosSep(Rs2.Fields("Sello").Value)

(...)
End With

da el siguiente fallo:

Excepción no controlada del tipo System.Runtime.InteropServices.COMException en adodb.dll. Información adicional: El valor BOF o EOF es True, o el actual registro se eliminó; la operación solicitada requiere un registro actual.

Ahora bien, basta cambiar una sola línea de sitio, concretamente la quinta, y dejar el fragmento de código así:

ReDim Preserve EstrDatos(i)
With EstrDatos(i)
.NombreCli = Rs.Fields("Nombre").Value & " " & Rs.Fields("Apellidos").Value
.Codigo = Rs.Fields("Codigo").Value
.Bloque = CStrAv(Rs.Fields("Bloque").Value)
.Esc = CStrAv(Rs.Fields("Escalera").Value)
.Piso = CStrAv(Rs.Fields("Piso").Value)
.Letra = CStrAv(Rs.Fields("Letra").Value)
.CP = CStrAv(Rs.Fields("CP").Value)
.Poblacion = CStrAv(Rs.Fields("Poblacion").Value)
.Provincia = CStrAv(Rs.Fields("Provincia").Value)

.Total = PuntosSep(Rs2.Fields("Debe").Value)
.Saldo = PuntosSep(Rs2.Fields("Saldo").Value)
.Sello = PuntosSep(Rs2.Fields("Sello").Value)
(...)
End With


y se resuelve el problema.

Quizá sea alguna operación extraña del compilador que, para optimizar la velocidad, eliminaba Rs2 después de haber, teóricamente, terminado de trabajar con él, o un simple fallo de programación del propio compilador.

24 agosto 2006

¿Un sistema solar de ocho planetas?

La semana pasada hablaba de que parecía probable que se ampliase a 12 el número de planetas del sistema solar (ver la entrada anterior). Pues bien, me ha pasado algo bastante común cuando intentas dar las noticias demasiado rápido sobre asuntos relativos a la ciencia. Ahora parece ser que, como defendían muchos astrónomos con razones bastante buenas, Plutón va a ser "degradado". Se comenta que Plutón y otros cuerpos de tamaño similar podrían agruparse en un nuevo tipo de objeto celeste.

Estos cambios de la clasificación ya han sucedido antes, así que no sería nada grave. De cualquier manera, aunque se le ha dado bastante publicidad, la cosa, pienso, no es tan grave, y no es más que un cambio de definiciones y el final de una larga controversia acerca de lo que es o no un planeta.

Hay mucha y buena información en Microsiervos, y, en un tono más periodístico aquí. De cualquier manera, la cosa no está nada decidida, y hasta que la votación no sea firme, mejor andarse con cautela.

La ciencia es una actividad muy compleja y es sencillo que los descubrimientos deban dar muchas vueltas antes de que se acepten. Esta necesidad de replantearse al máximo cualquier teoría y de establecerse debates que acaban cambiando las explicaciones de hechos observados, son la muestra más patente de que el método científico está funcionando correctamente. Malo sería que un grupo de científicos emitiera dogmas que los demás tuvieramos que seguir... Bueno, más que malo, no sería ciencia sino otra cosa.

Tampoco hay que pensar que los periodistas divulgan las cosas demasiado rápidamente. Este tipo de marchas atrás son habituales en ciencia. El último de los ejemplos es el caso del famosísimo "Homo floresiensis". Después del revuelo que ha causado el descubrimiento de una rama evolutiva humana nueva, algunos periódicos se han hecho eco de que se ha confirmado que no es una nueva especie, sino restos de individuos de la nuestra aquejados de algún tipo de anomalía. En realidad, ambas concepciones han sido mantenidas por científicos diferentes desde el principio, y mientras no surjan pruebas suficientes para ratificar una u otra opción, no podremos estar seguros de qué opción será la que acabe aceptándose.

Seguiremos atentos para ver en qué acaba Plutón.

21 agosto 2006

(Cuentacuentos) No desesperes, yo estoy aquí, a tu lado

- No desesperes, yo estoy aquí, a tu lado.

Su voz me llegaba débil a través de la fiebre que me consumía, pero sonaba decidida. Creo que era Lourdes la me cogía de la mano, mientras sudaba y susurraba incoherencias, perdiendo y recuperando la consciencia continuamente. Habíamos conseguido rechazar al Khruujt, a un precio muy alto pero inferior al que habríamos pagado si hubiera llegado hasta las casas. Al menos, no estaba muerto, aunque el veneno que me había transmitido al herirme en el antebrazo con un colmillo, quizá acabara conmigo. Sí, reparé mientras perdía el sentido, era Lourdes la que cuidaba de mí.


* * * * *

Cuando me desperté, reinaba a mi alrededor un silencio completo. Lourdes me había dejado solo. Muy despacio, miré a mi alrededor y descubrí que la luz de la estancia parecía extrañamente mortecina. Los ruidos que provoqué al levantarme sonaron apagados. Era como si mis sentidos estuvieran embotados, lo que tenía que deberse a los efectos del veneno. Al quedar de pie, el mundo se movió y tuve que sentarme. Me sentía pesado y dolorido. Pero, al menos, había sobrevivido a una herida de Khruujt.

Me costó casi un cuarto de hora reunir las fuerzas suficientes para levantarme y abandonar el cuarto. La puerta daba directamente a la calle. Atardecía, pero con un tono rojizo inusual que se mezclaba con los colores normales y lo teñía todo: el suelo, las paredes, el cielo... la gente. Había pocos transeuntes, pero, sin excepción, llevaban capas y capuchas y un semblante apenado. Nada de eso era habitual, salvo que tuvieras que hacer algo fuera de las murallas de la ciudad y quisieras no llamar mucho la atención de Khruujts o Ghruyns. Y la melancolía de una gente acostumbrada a la guerra y las penalidades resultaba muy llamativa.

Paseé sin rumbo fijo y tardé en darme cuenta que la gente me miraba más de lo normal. Debía tener un aspecto bastante desmejorado, pero... Pero no me merecía aquellas miradas cargadas de lástima... ¡Había luchado con coraje contra un Khruujt y lo que merecía de verdad era respeto! Una parte de mi mente parecía sorprendida por mi ataque de cólera, y poco a poco, consiguió calmarme, aunque hubo momentos en que me dieron ganas de pegarle a los que se cruzaban conmigo.

El corazón empezó a latirme con más fuerza, lo que me provocó el inicio de una jaqueca. Traté de contenerme pensando en que había salido sólo para despejarme un poco, pero todo parecía estar en mi contra: mis oídos embotados, mis piernas torpes y aquel velo rojizo casi invisible que volvía mortecino el atardecer. Incluso el aire parecía entrar desganado en mis pulmones. Empecé a considerar en serio regresar a mi cama y pasar dos días durmiendo, pero no sabía demasiado bien en qué calle estaba.

En esto, algo empezó a armar un gran revuelo, que hizo que la gente que estaba a mi alrededor corriera en todas direcciones, con pasos ahogados y exclamaciones que mis oídos apenas captaban. Y una visión espantosa me cortó el aliento: había cuatro Khruujts avanzando por la calle, repicando con sus pezuñas en los adoquines, abriendo sus hocicos largos y peludos y mirándome con sus ojos saltones. Apenas tuve tiempo de echarme a correr tras descubrir me habían visto. Quise huir despavorido, pero mis piernas torpes sólo me permitían avanzar a trompicones, haciendo eses. Mi única opción era recorrer las callejuelas más tortuosas, para impedirles galopar con comodidad, pero algo me decía que estaba perdido. ¿Cómo podían haberse
colado tantos khruujts en la ciudad?

Entonces, sucedió lo inevitable. Me acorralaron en una esquina y lo único que tuve para defenderme fue lanzarles gritos y amenazas vacías. Cuando se lanzaron a por mí, me acurruqué chillando y debatiendome con desesperación. Sentí un pinchazo y un dolor agudo en un brazo y seguí luchando durante un rato. Finalmente, creo, me desmayé.

* * * * *

- No desesperes, yo estoy aquí, a tu lado.

La voz de Lourdes me sacó de un sueño negro y profundo. Había tres hombres más en la habitación, algunos de los cuales me eran familiares. La confusión que sentía se empezaba a esfumar como la niebla cuando avanza la mañana. Lourdes, con los ojos brillantes, guardaba en su regazo mi mano y me acariciaba el pelo. La lucidez que me había invadido lo aclaró todo. Como me temía, el brazo que tenía apoyado por encima de las sábanas estaba hinchado y deformado. Debía tener un aspecto monstruoso, repulsivo. Pero a Lourdes no parecía importarle; había prometido permanecer a mi lado, y lo había cumplido. El veneno del khruujt había destrozado mi cuerpo y mi mente, y en mi delirio había confundido a los khruujts con los que no tenían más
remedio que darme muerte. Me habría convertido en un monstruo furioso que habría perecido entre dolores horribles, si mis compañeros no me hubieran inyectado una droga letal, que acabaría conmigo con dulzura.

Quise despedirme de Lourdes, pero no podía hablar. Sólo pude apretar un poco la mano que me sostenía. Y ella me entendió.

Estaba allí, a mi lado.



Juan Cuquejo Mira

18 agosto 2006

¿Un sistema solar de doce, de nueve o de 53 planetas?

La televisión y la prensa se hicieron eco, hace un par de días, del borrador de una resolución de la Unión Astronómica Internacional acerca de promover al rango de planetas a tres cuerpos celestes más. Si bien es cierto que aún debe aprobarse en una votación que se celebrará el 24 de agosto de este año, se rumorea que hay muchas posibilidades de que salga adelante.

Si la resolución se aprueba, tendremos tres planetas más: Ceres, Caronte y 2003 UB313 (este último por conocido por el nombre no oficial de Xena, inspirado en la serie Xena: La princesa guerrera - nombre de la serie en España -).

Ceres es un viejo conocido. Se descubrió en 1801, lo que implica que se localizó mucho antes que Neptuno (1849). Al principio, se lo consideró un planeta, pero luego fue degradado. Se halla entre Marte y Júpiter y roza los 1 000 Km de diámetro. Se le considera incluido en el Cinturón de Asteroides, aunque es, con diferencia, el mayor objeto del cinturón. Un argumento a favor de su carácter planetario es que es, aproximadamente, redondo.

Caronte es el mayor satélite de Plutón (los otros dos son diminutos y se llaman Nix e Hidra), pero es tan grande en comparación con éste que se pretende considerar al sistema Plutón-Caronte como un planeta doble. Si el diámetro de Plutón ronda los 2 500Km, el de Caronte es aproximadamente la mitad, lo que es demasiado para un satélite "normal".

Por último, está 2003 UB313 que es un cuerpo un poco más grande que Plutón y que, normalmente está más lejos del Sol que éste. Digo normalmente porque su órbita es muy excéntrica - esto es, muy elíptica y no como la de la Tierra y otros planetas que es, casi, circular -. Se sabe que tiene un satélite, S/2005 (2003 UB313), que, inspirados en la misma serie televisiva, tiene el nombre no oficial de "Gabrielle".

En los próximos días se espera que la Unión Astronómica Internacional se decida a modificar la definición de planeta, de donde saldrá el nuevo número de planetas del Sistema Solar.

Para acabar, os recomiendo dos vínculos relacionados, ambos, si no me equivoco, de la página de Michael Brown (uno de los descubridores del planeta). El primero habla bastante del descubrimento, y tiene vínculos hacia el artículo científico en que se ha publicado el descubrimiento. El segundo se extiende hablando de las discusiones acerca de cuántos planetas hay en el sistema solar. Según las recomendaciones de la Unión Astronómica Internacional, podrían ser hasta 53...

Más información en los próximos días.

14 agosto 2006

(Cuentacuentos) El sisear del aire rompió el silencio

El sisear del aire rompió el silencio, murmurando frases olvidadas entre las hojas de los árboles. El viento leve me acariciaba la espalda, en dirección a la extraña y letal región luminosa que tenía delante. Al menos, aquello tenía sentido, ya que la región expulsaba aire caliente hacia arriba, que era sustituido por el aire de los alrededores. En un mundo en que las leyes de la física se habían trastocado, era un alivio poder explicarse parte de un fenómeno incomprensible.

Y allí estaba Marta, indecisa y triste. Habíamos llegado a un punto muerto; ni yo me podía acercar por más luchara por llegar, ni ella era capaz de dormirme u obligarme a marchar. El paraje era muy hermoso; un bosque mecido por la brisa. Ya apenas quedaban sitios así, por culpa de los demonios del fuego, que habían arrasado casi todo el mundo. Con la voz repleta de nostalgia, Marta me sacó de mis pensamientos:

- ¿Recuerdas cuando nos conocimos?

Claro que me acordaba. Había sido en los primeros tiempos de aquel horror, cuando aún había ciudades enormes, tecnología y éramos los dueños del planeta. Cuando las leyes de la física siempre se cumplían, y ninguna clase de magia era capaz de retorcerlas. Estudiaba, precisamente, física en la Universidad, en Granada. Una tarde en que estaba aburrido se me ocurrió ir a una tienda de artículos esotéricos, y paseando entre los estantes, descubrí que una chica se reía en voz baja mientras leía un libro sobre hechizos para atraer la buena suerte. Ya no recuerdo bien cómo logré entablar conversación con ella, cosa que deseaba porque siempre fui un escéptico convencido; el caso es que descubrí que no se reía, como pensé al principio, porque
lo que dijera el libro fuese ridículo, sino porque las técnicas eran absurdas: aquello se hacía de otra manera.

Al principio, pensé que se refería a que, históricamente, aquellos libros no tenían fundamentos. Debí caerle bien, porque se acordó de mí varias veces que nos vimos por la Universidad y acabamos haciéndonos amigos. Un día lejano, me quedó claro que Marta creía realmente en la magia y estuvimos debatiendo bastante rato, hasta que me sorprendió diciéndome que podía demostrarme que era una hechicera. Me sorprendió porque, generalmente, los que fingen tener poderes siempre eluden la demostración directa. Lo que no sabía, ni yo ni casi nadie, era que el mundo había cambiado y que, por obra de seres de un origen que se desconoce, las leyes de la física se habían retorcido.

Cuando estuvimos en su casa, me pidió una moneda y me dijo que la sostuviese en una mano. Y la alzó sentada en un sillón, a tres metros de mí. Era una moneda normal, en mi mano... cualquier truco era imposible. Aún así, incapaz de aceptarlo, se me ocurrió la idea desesperada de que se tratara de un truco con imanes, así que le pedí que alzara una tarjeta de visita. Al verla flotar a la altura de mis ojos, no tuve más remedio que aceptarlo. Me obligó a mantenerlo en secreto, de todos modos, prometió, no repetiría la demostración ante el público y me haría quedar como un farsante.

Le sonreí con el afecto que da haber compartido muchos años de peligros y aventuras. La nostalgia también se mezcló con mis palabras.

- Claro que sí... Fue en los buenos tiempos.

Durante varios años, algunos laboratorios habían ido registrando medidas sin sentido, que casi siempre se achacaban a fallos de los montajes o de las teorías. Salvo algunas, que carecían de explicación razonable tras haberse descartado otros motivos. Nadie estaba preparado para lo que sucedió. Tres años después de conocer a Marta, comenzaron los incendios. Había habido oleadas de incendios provocados por seres humanos, con propósitos absurdos, pero esto fue mil veces peor. Los bosques ardieron sin control y, a pesar de todos los medios que se dedicaron, luego, ardieron muchas ciudades: Madrid, Oviedo, Alicante... Al fin se descubrió a los demonios del fuego, y el ejército los combatió y derrotó, aunque los daños habían sido
tan graves que las sociedades se desmoronaron. Desgraciadamente, el fuego sólo era el comienzo. De las cenizas surgieron monstruos que invadieron la tierra y la Humanidad, dividida y hambrienta, sólo resistió 73 días.

En la actualidad, sólo la voluntad por sobrevivir mantiene vivos, arrinconados en montañas y lugares inaccesibles, a los restos de una raza que poseyó, antaño, todo el planeta.

Marta me miró con cariño y aquella mirada me angustió, por primera vez. Le dije:

- Tiene que haber otra manera.

Repuso muy apenada.

- No la hay... ¿crees que lo haría si conociera otra salida?

Cuando las defensas de Granada se vinieron abajo, y los supervivientes huimos hacia las montañas, Marta me buscó. Decía que nuestro error había sido no haber combinado la magia y la ciencia. Las armas eran efectivas, pero si no comprendíamos la magia que movía a nuestros enemigos, jamás les venceríamos. Y tenía razón. Combinamos nuestros conocimientos; ella estudió la magia, mientras que yo aprendí a estimar y analizar mentalmente fuerzas, volúmenes, características de materiales... Luchamos por organizar y proteger a los refugiados y siempre logramos rechazar a los demonios. La magia manipula la naturaleza de forma incomprensible, pero la materia modificada sigue siendo materia que se rige por las leyes que la ciencia había ido descubriendo, así que conocer sus características nos daba una ventaja decisiva.

Marta era una mujer luchadora, así que era incapaz de entender aquello. Habíamos sido lo que en las novelas de aventuras se llamarían héroes, los que combatíamos el mal y siempre, con más o menos trabajo, vencíamos. Y ahora nos veíamos allí, yo con mi mente protegida por un talisman y ella manteniendo una barrera que me impedía acercarme. Vi como sus cabellos blancos se mecían con la brisa. Y entonces, se explicó:

- Esta vez lo han conseguido. Siempre han querido acabar con nosotros, pero esta vez es diferente... Me han vencido donde soy más fuerte -. Tragó saliva antes de seguir -. Estoy poseída, a punto de que me dominen.

Hubiera preguntado si no habría funcionado un exorcismo, pero me callé porque de esas cosas entendía ella mucho más. Con amargura, empezaba a comprender.

- Cada día me cuesta más trabajo resistir. ¿Te imaginas lo que podría pasarnos si me vuelvo contra vosotros? - Creí oírla suspirar, y continuó -. La única solución es la que usaban los almirantes de las flotas capturadas: hundirlas para no dejarlas en manos del enemigo.

Tenía razón. Si se volviera contra nosotros, con todos sus conocimientos y su experiencia, estaríamos perdidos. Los únicos capaces de usar la magia son aquellos que tienen unas características mentales que nunca hemos llegado a comprender. Después vienen largos meses de entrenamiento para aprender como usar esos poderes. Es verdad que en nuestro pueblo tenemos a varias promesas, pero, ahora mismo, no hay nadie capaz de oponerse a Marta. Me rendí al tiempo que me veía obligado a secarme los ojos.

A Marta le brilló la mirada cuando, consciente de que me había convencido, dijo:

- ¿Sabes lo que más he echado de menos? - Y tras una pausa, concluyó -: El café de la facultad.

Fueron tantas las tardes que nos veíamos en la cafetería de mi facultad... Lo que añoraba era el mundo de entonces, donde vivíamos sin preocupaciones ni miedo, nuestra vida de estudiantes y nuestra juventud. Soñábamos con un mundo que se había perdido para siempre. Estaba de acuerdo con ella... siempre lo habíamos estado.

Me miraba esperando algo, pero entre nosotros había poco que decirse, porque nos conocíamos tan bien después de tantísimos años... Supe lo que esperaba, así que, tratando de que mi voz no resultara amarga, me despedí:

- Adiós, Marta.

Se volvió y se despidió con la mano. Odiaba que la vieran llorar; pero yo no pude contenerme. ¿Qué iba a hacer ahora, tan viejo, tan cansado y ahora, además, solo?

Y, sin pensárselo más, Marta avanzó y se perdió entre el resplandor.



Juan Cuquejo Mira.

12 agosto 2006

Una página llena de humor: valientes platillos

He vuelto a encontrar un vínculo que creía perdido:

Valientes platillos

Es una de las páginas web con las que más me he tenido que reír. Encontraréis artículos que parodian las afirmaciones de la ufología, con artículos como "El coliseo de Roma pudo haber sido construido por los romanos".

La única lástima es que haya quedado un poco abandonada, pero merece la pena visitarla y reírse un poco.

Pongo el vínculo también en el menú de la derecha, para que no se olvide.

08 agosto 2006

Navegando por las bitácoras con una PDA

Por motivos profesionales, estoy manejando últimamente una PDA. El propósito de tanto juguetear es, finalmente, aprender a programarlas porque cada vez están más de moda.

Después de un poco de tarea, configuramos adecuadamente nuestra PDA para navegar por Internet a través de un punto de acceso inalámbrico. El único problema que había para configurar, porque la cosa es trivial, era que nuestro punto de acceso tenía habilitada la restricción de acceso por MAC, y resulta que la dirección física que nos daba el aparato en las propiedades del adaptador era incorrecta (esto lo dejamos para la sección de "errores estúpidos de configuración").

El caso es que para probar como iba Internet nos dio por visitar nuestra propia bitácora y... Bueno, estas son nuestras conclusiones, que espero sirvan de algo a los aficionados a estos ordenadores de bolsillo. Vamos a hablar en esta entradas de los dos proveedores que conocemos mejor: Blogger y los Espacios de Microsoft. Antes de nada, una advertencia. Conocemos un poco los debates acerca de lo que es una bitácora o deja de serlo, pero no solemos ser "puristas" de ninguna clase. Para nosotros, los espacios son bitácoras ampliadas con fotos, listas y otros detallitos, así que como tales los tratamos en esta entrada.

Navegando por Blogger con PDA

Las bitácoras de Blogger parecen perfectamente adaptadas para la navegación. Si uno teclea en el Explorer de Windows Mobile la dirección de su bitácora tal cual, le aparece casi de la misma forma en que la ve desde un ordenador de sobremesa, con la única excepción de que los menús laterales se muestran debajo de las entradas. La cabecera se reajusta para caber en la pantalla de la PDA. Por último, los comentarios se pueden hacer de manera idéntica, dejando todos tus datos, o no.

La adaptación, en nuestra opinión, es sobresaliente.

Navegando por los espacios en PDA

En cuanto a los espacios, la adaptación no es tan directa. En primer lugar, hay que cambiar de subdominio. Así, un espacio al que se acceda desde un ordenador de sobremesa tecleando:

http://solemastelo.spaces.live.com/

no se ve desde una PDA. Para ello, hay que cambiar el URL así:

http://solemastelo.mobile.spaces.live.com/

Tras hacerlo, accedemos a una versión modificada del espacio, en la que predomina el texto y se pierde buena parte de los menús. La lectura de los textos es posible, aunque con ciertas restricciones. Las entradas largas se muestran a trozos; para ver el próximo hay que puntear un "siguiente". Los comentarios se ven, pero resulta imposible visitar los espacios de los comentaristas porque no hay vínculos sobre sus nombres. A la hora de publicar un comentario, no puedes indicar el nombre de tu propio espacio.

Con respecto a los gráficos incluidos en entradas, para verlos hay que puntear sobre vínculos. Aunque lo que más gracia hace son las fotos. Aparecen, sí, pero muy reducidas. Tiene su gracia ver a la gente tan pequeñita.


Espero que estos comentarios le resulten de interés a los usuarios de ordenadores de bolsillo. Al menos, ya sabemos que esto lo leerán muy bien.

07 agosto 2006

(Cuentacuentos) De acuerdo, te diré la verdad...

- De acuerdo, te diré la verdad...

La muchacha interrumpió la frase, al parecer, buscando fuerzas para continuar. Mantuvo unos instantes la cabeza gacha mientras cinco soldados y un sacerdote la miraban en tensión; unos protegidos por corazas y espadas, el otro por su fé. La chica se secó las lágrimas, y con voz dura, completamente opuesta a la de antes, mientras suplicaba piedad, concluyó:

- Soy un demonio, y de los peores -. Miró directamente al sacerdote -. Tuviste razón desde el principio.

El sacerdote abrió mucho los ojos y musitó fragmentos de oraciones mientras la joven echaba un vistazo a todos los soldados, con una sonrisa torcida. No se le escapó que se fijó especialmente en el que el clérigo tenía a su derecha, un muchacho de aspecto delicado que, como los otros, blandía su espada hacia la diablesa. El religioso alzó su icono y declamó:

- ¡Arrepiéntete de tus pecados y acepta la purificación si quieres salvar tu alma!

Lo que más intranquilizó al sacerdote fue la ausencia de miedo de la joven cuando pareció suspirar y mirarle a los ojos. Mientras la tensión a la que se veían sometidos los seis hombres no dejaba de crecer, aquel monstruo parecía relajado. Con mucha calma, la muchacha dijo:

- ¿Qué motivos tenéis para matarme? Nunca le he hecho daño a nadie, al menos, a propósito. Yo...- y pareció emocionarse -, sólo quiero cuidar niños, ya que no puedo tenerlos, y vivir en paz. Dejadme marchar... por favor.

Resultaba tan convincente que incluso él, a quien habían inculcado que la única forma de salvar el mundo era exterminar a los demonios, dudó unos instantes. Algo en su corazón le decía que algo no funcionaba bien, pero aferró su icono y murmuró versos de una de sus plegarias. El mal siempre intenta engañar, porque esa es su naturaleza. No podía dejarse influir por sus mentiras. Así que gritó:

- ¡Cállate, monstruo del infierno! ¡Arrepiéntete y acepta tu destino y salvarás tu alma!

Los ojos de la joven se endurecieron al responder:

- No he hecho nada de qué arrepentirme -, y ante la nueva letanía del sacerdote, furiosa, concluyó -: ¡y no me avergüenzo de ser como soy!

El sacerdote no pudo contenerse más ante aquel desafío, y tras gritar una fórmula sagrada, ordenó a los soldados que atacasen.

Todo fue muy rápido. Una oleada de terror provocada por sentir una maldad infinita invadió el corazón del sacerdote. Retrocedió dos pasos y, con manos temblorosas, alzó su icono. A su alrededor, vio como los soldados caían al suelo, como títeres a los que cortasen las cuerdas, con rostros desencajados por el horror. Cayeron muertos todos, salvo el muchacho delicado de su derecha. Miró atónito a la diablesa y sintió en toda su fuerza la maldad que emanaba de ella. No pudo soportarlo y se arrodilló, medio asfixiado, buscando la protección de su icono, suplicando auxilio a Dios. Lo único que no acababa de comprender era por qué el monstruo tenía los ojos arrasados, ni por qué le corría una lágrima por la mejilla. La oyó hablar con tristeza, mientras boqueaba desesperado.

- Aún no has muerto gracias a tu fé. A pesar de tus errores, acabarás en el Cielo.

Mientras el clérigo se derrumbaba, pudo oírla dirigirse, más animada, al único soldado sobreviviente.

- En cambio tú... ¿Qué hace por aquí un ángel? Pensaba que el Cielo no quería saber nada de mí.

El aludido repuso con una voz musical.

- Estoy aquí para vigilarte, y para exigirte que vuelvas al infierno, o tendremos que intervenir.

El sacerdote apenas podía moverse, salvo para intentar respirar, cosa que cada vez le resultaba más difícil. Pudo dirigir su mirada hacia los dos seres. La diablesa parecía tan relajada como antes, a pesar de todo. Dentro de su agonía, se angustió al pensar que andaba suelto por la tierra un demonio tan poderoso como para no temer ni a los ángeles. La falsa muchacha repuso indignada:

- ¿Vosotros también? Creía que los seres humanos me perseguían porque interpretaban mal vuestras leyes... No soy peligrosa y lo sabéis perfectamente. Y haz el favor de soltar eso, sabes que no te sirve de nada contra mí.

Se refería a la espada. El ángel soltó el arma, que hizo mucho ruido, y se acercó a la joven que, desafiante, no se movió. Mientras se clavaban los ojos con odio, éste dijo:

- Es el mejor disfraz que he visto nunca. Si ocultas tu auténtica naturaleza, pareces una mujer corriente.
- No es un disfraz. Soy así, y si no eres capaz de darte cuenta ni de eso, es que eres muy estúpido.

El ángel, desoyendo el insulto, siguió acercándose sonriente, mientras la joven se mantenía firme, sin más cambio que demostrar con el gesto lo poco que le gustaba tenerle cerca. Quedaron casi pegados. El ángel era bastante más alto que la joven, pero ésta no parecía intidimidada, y se fulminaron con la mirada un buen rato.
El clérigo sentía que las fuerzas le abandonaban. Y con ellas, la angustia por respirar. Daba por cierta su muerte, así que se relajó. Echó una última mirada a la pareja y observó como la tensión entre ellos, repentinamente, se aflojó cuando el ángel dijo:

- Dime una cosa. ¿Lo que dijiste sobre los niños era cierto? ¿A pesar de tu poder vives escondida porque quieres tener niños cerca?
- Sí. A veces querría ser una niña y no lo que soy.

De haberle dejado su agonía, el sacerdote se habría asombrado al presenciar que el ángel, con suavidad, posó una mano sobre el hombro de la joven quien, a pesar de la cara de asco e incomodidad que puso, se limitó a bajar suavemente la cabeza. Y se asombró, a pesar de todo, cuando velozmente, apareció un cuchillo en la otra mano del ángel, y en un instante, apuñaló varias veces a la joven, cuyo rostro pasó de la sorpresa al dolor. La muchacha cayó al suelo con las manos en el vientre y se encogió mientras se quejaba débilmente.

El sacerdote tuvo la sensación de que el ángel se despojaba de un disfraz. Y lo que había debajo era maligno. Otra oleada de maldad, más leve, terminó de hacer trizas su corazón maltrecho. Supo que, ahora, compartía su lecho de muerte con dos demonios. La muchacha se arrastró, agarrándose las heridas con una mano, para alejarse de su verdugo, que besó, burlón, el cuchillo. Se detuvo junto a una pared, y antes de desvanecerse para morir, el sacerdote la oyó quejarse de lo estúpida que había sido por dejarse engañar de esa manera.

El demonio miró a su presa herida con satisfacción. Ella le devolvió la mirada con una mezcla de tristeza y dolor. Al fin la tenían a su merced. Avanzó un par de pasos y dijo, con sorna, con una voz completamente distinta:

- Es una hoja maldita, querida. Duele muchísimo, ¿verdad? - Y sin esperar una respuesta, habló -. He venido a matarte, pero también a ofrecerte una última oportunidad. Únete a nosotros de una vez y vivirás. No es la primera vez que te lo pedimos, pero te aseguro que será la última.

La respuesta sonó firme, a pesar de venir entrecortada por el dolor:

- Nunca me uniré a vosotros.

El demonio suspiró teatralmente y dijo, con lástima fingida en parte:

- El infierno podría haber hecho grandes cosas con tu ayuda. Es una lástima... Muere.

Apuñalar con una hoja maldita habría terminado, posiblemente, con alguno de los ángeles menores, pero no con ella. Sin embargo, el dolor y toda la sangre que perdería tras ese ataque la dejarían debilitada y vulnerable. El demonio ni se lo pensó y atacó su mente, dispuesto a destrozarla. Y se encontró una resistencia tan feroz que era lo mismo que intentar echar abajo un muro con las manos desnudas. Redobló sus esfuerzos, sin éxito, y cuando descubrió que su víctima se había sentado, con las manos cubriéndose las heridas, y le miraba sonriéndole con desprecio, sintió pánico por primera vez en su existencia. Levantó todas las defensas que tenía, pero fue inútil. Algo las hizo añicos, le vació la mente y le arrebató la vida.

Cuando la muchacha se vio sola, se dobló sin soltarse el vientre, rabiando de dolor, y se echó a llorar. ¿Por qué nadie la dejaba en paz? ¿Por qué ninguno de aquellos sacerdotes se daba cuenta de que sus súplicas no se debían al miedo sino a que no le gustaba matar? Si aquel acoso seguía, tenía miedo de volverse loca y, entonces, nadie podría considerarse a salvo. Siguió llorando un buen rato, sabiendo que nadie iba a consolarla nunca. Poco a poco se fue calmando y decidió esperar a que las heridas dolieran menos antes de irse de allí. Miró el cadáver del sacerdote y le dio pena pensar en lo ciegos que estaban todos los miembros de su orden. Si a su Dios no le importaba que estuviera viva, ¿por qué tenía que molestarles a ellos? ¿Cómo se sentirían los regidores de la orden si supieran que lo que salvaba al mundo de ella eran los niños, y no sus poderes o la habilidad con la espada de sus caballeros?

Se fue relajando lentamente, a la vez que el dolor se amortiguaba. Aún tardaría bastante en curar, pero se recobraría del todo. Lo que más le apenaba era no haber descubierto a tiempo el disfraz de ángel y ahorrarse tantísimo dolor.

Los únicos capaces de leer en su corazón eran los niños. Por eso los adoraba.



Juan Cuquejo Mira

05 agosto 2006

Analizadores del diseño de aplicaciones informáticas: Alloy

Cuando se desarrolla una aplicación informática, están definidos tres bloques fundamentales:

* Análisis y diseño, cuyos resultados son una serie de diagramas de proceso, de datos y de flujo.
* Construcción, que consiste en la programación efectiva de los módulos diseñados.
* Implantación y pruebas, donde se monta el nuevo sistema y se depuran los errores.

Un fallo bastante habitual que cometemos los desarrolladores es no dedicarle el tiempo suficiente a la primera fase. Puede ser por diversas razones: necesidad de terminar rápidamente un desarrollo y entregar cuanto antes un prototipo, creencia de que el programa es muy sencillo como para hacer un diseño exhaustivo, cambio de los requisitos del sistema iniciada la fase de construcción, etc... Por lo general, descargamos el peso de la verificación de la adecuación y la calidad en la tercera parte, lo que lleva a ir arreglando errores parcheando, de manera que un diseño inicialmente robusto, se va complicando y complicando de forma que termina siendo, en el mejor de los casos, escasamente reutilizable, y en el peor, inestable. El método de corrección de errores suele ser ejecutar el programa cientos de veces, en muy diversas condiciones, para asegurarse de que lo construido funciona.

Sin embargo, todos sabemos que la parte crítica de la construcción de un programa de ordenador es el diseño previo, porque un diseño adecuado acorta mucho las fases posteriores, con los consiguientes ahorros de tiempo y dinero. No obstante, los errores de la fase de análisis son muy sutiles y difíciles de ver. Por ello, existen diferentes herramientas de análisis del diseño de sistemas informáticos. La única de la que he leído un poco es Alloy:

http://alloy.mit.edu/index.php

desarrollada por el Grupo de Diseño del Software del MIT (Massachusetts Institute of Technology). En la revista Investigación y Ciencia de este mes de agosto, aparece un artículo de Daniel Jackson sobre el control de calidad de los programas, gracias al cual he conocido esta curiosa herramienta.