Relato para el Reto de escritura de #OrigiReto2018 - Ejercicio: 01 - Crea una historia que esté centrada en un ritual.
Bases en:
http://nosoyadictaaloslibros.blogspot.com.es/2017/12/reto-de-escritura-2018-origireto.html
o en
http://plumakatty.blogspot.com.es/2017/12/origireto-creativo-2018-juguemos.html
Aquí la pegatina:
Y a partir de aquí, el relato.
LA NOCHE DEL AMOR
No soportaba aquel ritual ni el nombre que le habían dado:
la noche del amor. El amor no era aquello. No llegué a conocerlo, pero leí
sobre él, lo vi en los ojos de mis familiares y de mis amigos… Y aquella
aberración no merecía tal nombre.
Aunque ya estaba acostumbrado, lo peor de todo era ser el
encargado de preparar la ceremonia y tener que responsabilizarme de presidir su
celebración. La guerra nuclear no solo se había llevado miles de millones de
vidas, también había terminado con costumbres y sentimientos que, antes del fin
del viejo mundo, se creían inseparables de nuestra especie.
Cuando salí de mi habitación rumbo a la sala donde me
esperaban las cuatro chicas, vestía el traje ceremonial: la túnica roja con
cinturón negro. Vestían prendas del mismo color las cuatro niñas: María, Paula,
Rosa y Julia. Ellas llevaban el cabello recogido. Sus futuras parejas también
vestirían túnicas, azules en su caso. Aquella vestimenta arcaica trataba de
representar una vuelta a la Naturaleza perdida, a pesar de que emparejar a
seres humanos de tal forma era del todo artificial.
Aquel ritual no fue como los demás. A mitad de camino del salón
donde esperaban todos, Marcos salió de algún sitio y se abrazó a Julia.
—No vayas —le dijo a la chica.
—¡Suéltame! ¿Aún no entiendes que no me importas, que solo
jugué contigo?
Pero a Julia se le habían arrasado los ojos y a pesar de que
Marcos solo le llegaba a la cintura, no se libró de él.
—Marcos —le dije mientras le obligaba a soltarla—, es su
obligación.
Julia y Marcos eran una pareja extraña. Decían los rumores
que se amaban, aunque se educaba a todo el mundo para que rechazara tal
sentimiento. En otros tiempos, su amor habría tenido futuro. En el nuevo mundo,
un hombre estéril no podía exigirle a una mujer fértil que renunciara a la
noche del amor, ni siquiera aunque su esterilidad se debiera a mutaciones
causadas por la radiación.
Aquella noche del amor apenas pudo empezar. Pronuncié la
primera frase del ritual y una explosión, que llenó de humo parte del salón,
nos hizo agacharnos o intentar huir. Ya no soy joven: me quedé sentado en el
suelo, atónito. Y cuando vi a Marcos correr hacia Julia, tomarla de la mano y
huir con ella, supe que la explosión fue parte de su plan.
* * * * *
Al principio no entendí el plan de Marcos. Atraparon a los
dos chicos tras una persecución a través de un par de kilómetros de galerías.
Encarcelaron a Marcos y la noche del amor que había interrumpido se celebró dos
días después. Reunido con los otros dos miembros del Consejo, intercedí por
Marcos, pero José Enrique y Paloma fueron inflexibles. Con mi voto en contra,
decidimos ejecutar al muchacho. Pedí a mis compañeros ser quien le comunicara
la sentencia.
Marcos escuchó mis palabras sin manifestar emociones. Se
esperaría tal decisión. Le pregunté por qué había intentado aquello.
—Porque amo a Julia, y ella no quería acostarse con otro.
—Es su obligación.
—Y Julia la acepta, pero le parte el corazón. Lo sé, y no
quiero ese futuro para ella.
No respondí. No tenía sentido reiterar que las mujeres
debían tener todos los hijos posibles, para que las poblaciones menguaran más
despacio. Cuando la atmósfera estuviera limpia y las comunidades dispersas
pudieran reunirse, ya no sería tan necesario.
—Antes de morir —dijo Marcos—, quiero enseñarle algo. Por
favor.
Llamé a dos hombres, que abrieron la celda y le ataron los
brazos. Marcos nos condujo por una ruta muy larga y sinuosa. Y me quedé atónito
cuando abrió una puerta muy bien disimulada. En un salón de la caverna, Marcos
había construido campos de cultivo y muebles. Tenía que haberle llevado meses
crear aquello, tiempo robado al sueño. Era un trabajo hecho tras las jornadas agotadoras
en los cultivos de la comunidad. Me sorprendió la ingenuidad del joven, que
creía que podría vivir allí con Julia sin que, tarde o temprano, alguien les
descubriera.
—Que la comunidad aproveche todo esto. A Julia y a mí ya no
nos hará falta —dijo Marcos con tristeza.
Avancé hacia el dormitorio que el chico había creado en una
esquina. Había pinturas rupestres y, hecho a lápiz, un retrato de Julia, que me
sonreía. No sabía que Marcos supiera dibujar, ni que alguien pudiese amar con
tanta pasión en un mundo donde los sentimientos eran algo lejano y olvidado.
* * * * *
Pensé que no volvería a sentir tanta tristeza como la que me
atormentó los primeros años tras la guerra nuclear. El día de la ejecución de
Marcos descubrí que me equivocaba. En nuestra comunidad no se toleraba la
violencia, así que nadie heriría a Marcos. Le haríamos salir al exterior sin
traje: moriría en pocas horas.
Estábamos a punto de matar al mejor de nosotros, al más
valiente, al que aún podía amar y soñar con una vida cuyo único propósito no
fuera mantener la especie. En el viejo mundo habría sido un ejemplo, un héroe
de los que siempre se andaba escaso. En el nuevo mundo, no había sitio para él.
—¡Marcos! Todo lo que te dije era mentira. ¡Te quiero!
El muchacho se volvió, pero era tan pequeño que no pudo ver
a Julia. Marcos le declaró su amor por última vez, la joven empezó a llorar y
recordé aquellas novelas románticas de antes de la guerra. La diferencia era
que el galán era demasiado pequeño y feo, y que el amor había perdido.
Empujaron al chico hasta la exclusa y Paloma, que abrió la puerta, le sonrió.
—Haznos un favor. Aléjate todo lo que puedas y ahórranos ver
tu cadáver la próxima vez que salgamos.
Aquella muestra de crueldad estuvo a punto de conseguir que
me rebelara. Habría impedido que le metieran en la exclusa, habría gritado que
aquello era monstruoso, que no teníamos derecho a matar a nadie por escuchar a
su corazón, que él no había intentado hacerle daño a nadie. Pero yo no era como
Marcos. Cerraron la exclusa y la única protesta fueron los sollozos de Julia.
La puerta exterior se abrió y Marcos se alejó, sin volver la vista atrás ni una sola vez.