#OrigiReto2018 La princesa del futuro
Relato para el Reto de escritura de #OrigiReto2018 - Ejercicio: 18- Hazle un interrogatorio de 10 preguntas al personaje que quieras.
Bases en:
http://nosoyadictaaloslibros.blogspot.com.es/2017/12/reto-de-escritura-2018-origireto.html
o en
http://plumakatty.blogspot.com.es/2017/12/origireto-creativo-2018-juguemos.html
Son 1042 palabras. Incluiré la pegatina en el siguiente ejercicio.
LA PRINCESA DEL FUTURO
Desde aquel banco podía ver buena parte del parque. Me dio pena pensar que todos los árboles y las flores, que una brisa suave mecía, no existirían dentro de unos años. La civilización humana tal como la conocía no iba a sobrevivir más allá de 2050. Eso es lo que mis poderes, que no sé de dónde vinieron, me decían en sueños. Necesitaba saber más y conseguí invocar a alguien del futuro.
La tenía junto a mí. El hechizo con que la traje solo podía retenerla un día y para que respondiera a mis preguntas tuve que hacerla creer que todo aquello era un sueño, que soñaba conmigo y con el mundo tal y como era en su pasado, y que le haría una revelación. Su mente lo asimiló, así que la llevé a un parque, a falta de minutos para que el día se cumpliera: era el momento para plantearle las diez preguntas que podía hacerle.
—¿Cómo te llamas y qué significa tu nombre? —comencé sin preámbulos.
—Para los nemehíes soy Marina, pero mis padres me llamaban Umitami cuando era niña. Mi padre aún me llama así. Es un invento, es la fusión de dos nombres de nuestro idioma ancestral: océano y mujer bendecida.
—¿Es cierto que eres una princesa?
—Sí. —Suspiró—. ¿Cuánto tiempo le queda a mi padre?
Aunque su pregunta estaba llena de amargura, me tranquilizó. Al conectar con la mente de Umitami solo pude leer su nombre y que era una princesa huérfana de madre y cuyo padre se estaba muriendo: era importante confirmarlo. Solo tenía ocho preguntas más para averiguar cómo se desmoronó la Humanidad.
—Antes de decírtelo, tengo que hacerte más preguntas. ¿Cómo es tu reino?
—En realidad, vivo en Nemehe, que conquistó hace siglos el país que regía mi familia: Nuri. El rey de Nemehe nos cedió unas tierras en las montañas, donde hay un par de aldeas y mi palacio, que gobierna mi padre como vasallo del rey de Nemehe. Ese sería mi reino; en realidad, soy una princesa sin tierras.
—¿Nemehe se parece a esta ciudad? —pregunté, aunque temía que la tecnología hubiera retrocedido mucho.
—¡En nada! Esta ciudad está llena de prodigios. En Nemehe no hay carros sin caballos, ni máquinas, ni luces que cambian de color, ni vehículos que corren bajo tierra. Ojalá tuviéramos todo eso.
—¿Por qué perdió tu reino su independencia?
—Cometimos el error de no dar importancia a los clérigos. Creímos que las murallas, los fosos, las artes marciales y el acero y la magia del agua nos bastaban mantener a raya a los demonios. Aprendimos que, contra los muertos vivientes, no era suficiente. Necesitábamos magia clerical, especializada en destruirlos. Nuri se debilitó tanto que casi no quedaba nada cuando pedimos auxilio a Nemehe y a su Iglesia.
—Aquí no hay demonios ni muertos vivientes. ¿Cuándo aparecieron?
—A los muertos vivientes los crearon los demonios, que no podían atacarnos si el agua nos protegía. Nadie sabe de dónde vinieron los demonios del fuego ni los del agua.
Solo me quedaban cuatro preguntas. Estuve un rato reflexionando: no podía derrocharlas con más preguntas que Umitami no supiera responder.
—¿Cómo lucháis contra los demonios?
—En realidad, nunca nos enfrentamos directamente a ellos desde que los clérigos crearon las líneas de torres. Luchamos contra los seres que envían contra nosotros. Antes, casi todos eran muertos vivientes, pero cada vez quedan menos. Ahora nos envían plagas: ratas, directores… La magia de los clérigos no sirve contra las plagas, pero las armas y las artes marciales sí.
—¿Qué armas utilizáis?
—Depende del entrenamiento y la edad. Los plebeyos que seleccionamos para la guardia aprenden a tirar con arco y a pelear con lanzas, mazas, hachas y armadura ligera. Los miembros de la familia real practicamos las artes marciales desde niños. Empecé con el arco y el combate sin armas. Cuando tuve la edad suficiente, aprendí a combatir con vara y con bastón largo. A los dieciséis me permitieron pelear con cuchillo y luego, con espada. Con eso se acaba el camino de las artes marciales. Aún no he empezado el camino del acero. No sé luchar con corazas, escudo o espadones, como sí sabía hacerlo mi padre. —Pareció entristecerse—. No sé si le quedará tiempo para enseñarme.
Aquella pregunta respondió a muchas de mis dudas. El nivel tecnológico del mundo donde vivía Umitami había retrocedido hasta la Edad Media, como mínimo. Supuse que ni siquiera conocerían la pólvora. Por eso, dudé de algunas de mis visiones. Había soñado con bóvedas subterráneas inmensas llenas de tanques, aeronaves y robots. Deduje que eran anteriores, de la época en que la Humanidad aún no había sucumbido, o de una época en que se combatió a aquellos demonios. Lo que no llegaría a saber de labios de Umitami fue de qué forma se produjo la derrota de la Humanidad.
La princesa me miró. Era muy joven, de apenas veinte años. Como comprobé cuando la había acompañado por mi ciudad, su forma de caminar, de moverse y los gestos de su rostro estaban llenos de elegancia. Me parecía muy atractiva y con rasgos occidentales, los mismos que tenían los nemehíes según mis visiones. Eso no cuadraba con su segundo nombre, que me sonaba a japonés.
—Parece como si no te sintieras nemehí, aunque tienes el mismo aspecto que ellos. ¿Tus antepasados eran de otra raza?
—La antigua nobleza de Nuri lo era. Tenían los ojos rasgados y la nariz más delicada. Mis antepasadas eran mucho más guapas y elegantes que yo. Cuando Nemehe nos conquistó, casi no quedaban nobles. Nos fuimos casando con nemehíes, pero en palacio mantenemos las costumbres ancestrales de mi pueblo.
La última pregunta tuve que dedicarla a cumplir mi palabra.
—¿Cuánto tiempo lleva enfermo tu padre?
—Tres meses —respondió y se mostró abatida.
—Si lleva tanto tiempo resistiendo —mentí—, puede que supere su mal. En el peor de los casos, podría aguantar otros tres meses.
—Muchas gracias —respondió Umitami con una sonrisa triste.
Permanecimos cinco minutos en silencio, ambos con la vista perdida en los árboles. Noté como si el cuerpo de Umitami perdiera brillo. Nos miramos una última vez y advertí que podía ver a través de ella.
Y la princesa del futuro se desvaneció, como si fuera un sueño.
5 comentarios:
Hola, Juan!
Acabo de leer el relato y me ha parecido super interesante. Me da la sensación de que no acabo de ver qué ha pasado con el mundo,no del todo, al menos; pero creo que es parte de la gracia, por eso de que el conocimiento del lector va limitado por las 10 respuestas de Umineko. Muy buen uso del ejercicio también <3
Buenas tardes
Gracias por leer y comentar, y me alegro de que te haya gustado.
En efecto, la falta de conocimiento acerca de lo que pasó para que nuestra sociedad se desmoronara es algo consciente. El narrador intenta averiguar lo que ha pasado, pero ni la propia Umitami lo sabe bien.
Un saludo
Juan.
Muy buen relato, y correctas las 10 preguntas del ejercicio. Lastima que la historia quede un poco difuminada por el poco margen, habría estado muy bien saber más sobre lo que sucedió en el futuro, sobre la princesa y sobre las visiones del protagonista ^^ espero que retomes y desarrolles un poco má la idea en futuros relatos para que nos quites la intriga :P Muy bien, leeré tu segundo relato ahora y te cuento los puntos, enhorabuena por el relato.
.KATTY.
@Musajue
¡Hola!
Interesante forma de afrontar este ejercicio, la verdad. Me ha parecido bastante original, aunque creo que le ha salido el tiro por la culata, tal vez debería haber elegido otra persona para hacerle las preguntas, porque la princesa elegida no conocía suficiente como para darle pistas reales de cómo evitar el futuro, me parece a mí. Esto queda guay para dejar al lector con la intriga pero me hace pensar ¿por qué la eligió a ella? ¿Qué tenía de especial exactamente? ¿Realmente era la mejor opción disponible? ¿o es más bien que era la única opción disponible? :)
Voy a ver si el siguente relato me aclara algunos puntos jeje. Enhorabuena.
Buenas tardes
Katty. Gracias por haberlo leído y comentarlo. En realidad, lo de la difuminación de la historia es a conciencia. La princesa no sabe qué sucedió en realidad en su pasado, que es nuestro futuro. Cuento algo más de ella en el segundo relato del mes.
Te confesaré una cosa. Escribí en mi blog una historia en capítulos, Mundo de cenizas, que quedó incompleta por un problema personal. Esta princesa, Umitami, es un personaje que iba a añadirle a esa historia. Como le tenía cariño a esa historia inconclusa, pensé en dedicarle el OrigiReto de abril.
Además, si el entrevistador hubiera sido capaz de averiguar qué pasó, podría haberlo evitado, y eso no sucedió. O sucederá.
Stiby. Gracias por leer y comentar. En efecto, eso no tuve sitio de incluirlo, pero el entrevistador estaba bastante limitado en su elección y en sus visiones. La cuestión es que el drama consiste en que, a pesar de sus esfuerzos, no logra evitar la destrucción de nuestra civilización. La princesa cumplía varios requisitos que necesitaba y él conocía: proximidad geográfica y una concepción particular de la espiritualidad. Podríamos decir que era una de las pocas opciones disponibles y el entrevistador la eligió tras considerar que era la mejor.
Muchas gracias por leer y comentar y saludos.
Juan.
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