Este es mi relato de octubre de 2020 para el OrigiReto 2020. Las normas de este reto se pueden consultar en las bitácoras de las organizadoras:
http://plumakatty.blogspot.com/2019/12/origireto-creativo-2020-reto-juego-de.html
o en
https://nosoyadictaaloslibros.blogspot.com/2019/12/reto-de-escritura-2020-origireto.html
Son 1974 palabras según https://www.contarcaracteres.com/palabras.html
(he quitado 4 asteriscos de separación
de escenas).
NOTA: Este relato, originalmente, era más largo, pero se pasaba de palabras así que lo corté justo cuando llegué cerca de las 2000 palabras.
¿ESTÁN CAPACITADAS LAS MUJERES PARA LA CIENCIA?
La vida de Laura cambió cuando tenía trece años. La “gripe
española”, que se había llevado a sus tíos y la había condenado al encierro, no
había regresado aquel invierno y, aunque siguiera muy asustada, quizá aquel
verano pudiera regresar al colegio.
No podía imaginarse que el gesto cotidiano de llevarse el
periódico que su padre acababa de leer para hojearlo en la soledad de su
habitación fuese a determinar su futuro. Laura quería mucho a sus padres,
aunque no compartiera sus ideas. Nunca había entendido que, por haber nacido
mujer, tuviera que resignarse a llevar una vida sin alicientes. Soñaba con
viajar, explorar y conocer mejor aquel planeta apasionante en el que vivía.
Aprendió a ocultar sus sueños, y a leer la prensa a escondidas, desde la
primera vez que dijo que deseaba dedicarse a explorar África y dibujar todas
las fieras que se encontrara.
—¡Eso no es apropiado para una mujer decente! —gritó su
padre—. ¿Quién te ha metido esas ideas en la cabeza?
Su madre se limitaba a secarse las lágrimas y a calmar a su
padre con voz queda. Nunca se había sentido tan sola como en aquel instante. Optó
por llevar la vida de muchacha modosa que esperaban de ella y rebelarse solo en
su imaginación. Se había hablado mucho del Estatuto municipal, del 8 de marzo
de 1924 que daba derecho al voto, por primera vez, a las mujeres cabeza de
familia en las elecciones municipales. Aquella decisión había provocado debates
acerca de si las mujeres tenían la capacidad suficiente para entender la
política. Por eso, el artículo de la página 4 del periódico, le llamó la
atención.
“¿Están capacitadas las mujeres para la ciencia?
José M. N. Madrid, 24 de marzo de 1924.
La década de 1920 está llamada a cambiar el mundo. La
alegría del fin de la Gran Guerra se ha visto empañada por la devastadora
epidemia de gripe de 1920-1922, de la que aún no se ha recuperado la humanidad.
Pero hay cambios que, a pesar de la oposición que han
afrontado, parecen irreversibles. En el Reino Unido, desde 1918, las mujeres
mayores de 30 años pueden votar y ser elegidas. En 1920, los Estados Unidos han
establecido que el derecho a voto no se puede limitar por razón del sexo.
Incluso en España se ha promulgado el Estatuto Municipal.
Sin embargo, son muchos quienes aseguran que la igualdad de
derechos políticos no puede ampliarse al resto de derechos. Hay muchas cosas
para las que las mujeres no están capacitadas. Están especialmente preocupados
en las facultades de ciencias. Los físicos, los químicos y los matemáticos,
entre otros, se sienten horrorizados ante la idea de ver invadidas sus aulas
por las mujeres, que son incapaces de comprender las sutilezas de esas ciencias
y acabarán haciendo que degeneren en disciplinas vacías.
Por ello, este humilde periodista se ha preguntado si las
mujeres están o no capacitadas para la ciencia. Y ha hallado la respuesta en
las mujeres mismas.
Desde 1901 se conceden los premios Nobel, que reconocen las
contribuciones a las ciencias naturales, la literatura y la paz. La única
persona que lo ha recibido dos veces, hasta el momento, es una mujer: Marie
Sklodowska Curie (conocida también como María Curie). Y no lo ha ganado en
literatura o paz, sino en física y química. ¿Erraron los distinguidos
académicos al concedérselo? Posiblemente no, porque María Curie ha recibido
tres galardones más y es difícil pensar que todos sean una equivocación.
Tampoco parecen errados David Hilbert y Felix Klein de la
Universidad de Gotinga, bien conocida en todo el mundo por la calidad de la
investigación matemática realizada allí. Ambos profesores se empeñaron en que una
instructora de matemáticas, Emmy Noether, fuera aceptada en la universidad. “Esto
es una Universidad, no un balneario”, llegó a decirles Hilbert a los profesores
de filología e historia que se negaron a aceptarla. Hace un año, la profesora
Noether accedió, al fin, a un puesto docente remunerado (impartía clases sin
cobrar desde 1908) y ha regalado a la física un teorema vital que lleva su
nombre. No parecían errados los profesores Hilbert y Klein.
Hay muchas personas que siguen opinando que María Curie y
Emmy Noether son dos casos muy excepcionales, que muy pocas mujeres nacen con
esas capacidades. Y este humilde periodista se pregunta si apenas hay mujeres
científicas porque no se les permite estudiar ciencias.
Para acabar estas líneas, unas palabras de María Curie de su
discurso de aceptación del premio Nobel de 1911: “La ciencia es bella y es por
esa belleza que debemos trabajar en ella, y quizás, algún día, un
descubrimiento científico como el radio, puede ser un descubrimiento que
beneficie a toda la humanidad” (1)
Las mujeres saben apreciar, por igual, la belleza de las
flores y los vestidos y la hermosura de la ciencia. ¿Quiénes somos nosotros
para negarles disfrutar de esa belleza?”
Desde entonces, Laura dedicó sus esfuerzos a buscar la
belleza que había en la ciencia.
*
Los sueños eran duros de alcanzar. Para complacer a sus
padres, estudió materias que consideraban apropiadas para una mujer. Algunas le
gustaban, otras la aburrían. Sin embargo, pudo formarse en física y matemáticas
sin que ellos lo supieran. Reservó el tiempo suficiente para las relaciones
sociales y, para alegría de sus padres, se enamoró de Antonio, un chico de su
edad al que auguraban un buen porvenir como aprendiz de zapatero.
Tanto se esforzó en estudiar, tantas noches se quedaba en
vela absorbiendo lo que le apasionaba, trabajando en un teorema que, si lograba
demostrar, podría resolver varios problemas de los que se quejaban los físicos,
que el mundo cambió sin que ella lo advirtiera.
La dictadura de Primo de Rivera cayó. Su padre hablaba con
preocupación con sus amigos y su madre de la inestabilidad de España. Laura
fingía interés mientras su mente vagaba por el mundo apasionante del álgebra
diferencial.
Al anochecer del 14 de abril de 1931, Antonio entró
entusiasmado en la habitación de Laura. Levantó la vista de sus cálculos y lo
miró intrigada.
—¡Han proclamado la República! —gritó—. ¡Ven, vamos a
celebrarlo!
—Pero… ¿cómo? ¿Y el Rey?
—Los monárquicos perdieron las elecciones del domingo. El
Rey se ha exiliado.
Laura abrió la boca, estupefacta. Antonio se acercó al
escritorio y cogió con cuidado una de las hojas en que trabajaba.
—Claro, como te pasas la vida con las matemáticas… —Antonio
giró la hoja y arrugó la boca—. No, del revés tampoco entiendo qué es esto que
escribes.
Laura se rio. No se cansaba de esa broma de Antonio, ni de
la forma en que arrugaba la boca.
—Lo confesaré. Eso no es una deducción matemática. Es un
hechizo.
—¿Un hechizo? No me dirás que eres una bruja.
—Bruja no, hechicera. ¿Recuerdas el cuento de El Flautista
de Hamelin? Esos garabatos me ayudan a componer una melodía mágica. En el
cuento, el flautista se llevaba a todos los niños gracias a una pieza para
flauta. Yo quiero capturar algo mucho más importante, algo que se oculta en los
bosques y me dará un poder casi ilimitado.
Antonio la miraba atónito. Le hacía mucha gracia lo inocente
que era.
—Me pondré un vestido blanco y una corona de flores. Iré al
bosque y tocaré esa melodía con una flauta que habré enterrado bajo la nieve hasta
el solsticio de invierno. Tocaré y tocaré hasta que aparezca… ¡un unicornio!
Antonio captó, al fin, la broma y se rieron los dos. Laura
le confesó, entre risas, que aquella hoja solo contenía ecuaciones y su
prometido se la devolvió junto con un beso en la mejilla.
Supuso que la llegada de la República era algo muy
importante para Antonio, así que dejó las matemáticas por una noche y se fue
con él a celebrar el cambio de régimen.
*
Laura no se sintió diferente durante el primer año de la
República. Tras muchos debates, se aprobó que las mujeres tuvieran derecho al
voto, aunque no podrían hacerlo hasta dos años después. Fue en diciembre de
1931 cuando su mundo volvió a cambiar. Durante sus años de preparación para
acceder a la universidad, escribió a muchos profesores de física y matemáticas,
pidiéndoles ayuda. Solo respondió el profesor Julián Martínez, de la
Universidad de Zaragoza.
Cuando leyó su carta, lo primero que hizo fue sentirse la
mujer más feliz del mundo. Le ofrecía una beca para estudiar en Zaragoza si
aprobaba el examen de ingreso. Dos minutos después, tenía que secarse las
lágrimas. Sus padres no aprobarían que se marchara de casa para estudiar y
Antonio, que toleraba sus “excentricidades”, no aprobaría tampoco su marcha. Si
se iba a Zaragoza, perdería a todas las personas a las que amaba. Pasó dos noches sin dormir y, por primera vez, no pudo
concentrarse en las matemáticas. Pero la decisión estaba clara.
*
Se puso el vestido que más le gustaba a Antonio. Si iba a
ser su última cita, quería que la recordara con él y, quizá, esperaba que al
verla tan guapa fuese más comprensivo. Su prometido no tenía estudios, pero no
era tonto, y supo en seguida que sucedía algo. Se sentaron en un banco, junto
al Guadalquivir, y Laura se lo explicó todo.
—Pero… no puedes… Llevo años ahorrando para nuestra boda,
para los muebles… Si te vas a Zaragoza…
—Es la oportunidad… de mi vida —respondió Laura, con muchas
dificultades porque no podía dejar de llorar—. Te quiero con toda… el alma,
pero… no me aceptarán en otra universidad.
Antonio intentó disuadirla sin mucho empeño un par de
minutos más. La acompañó a casa sin abrir la boca y se despidió de ella sin
mirarla, de una forma que le hizo intuir que su compromiso estaba anulado.
Laura sufrió al verlo con el corazón roto, y solo agradeció que no hubiera
manifestado ira.
Entró en casa y fue directamente a su habitación. Ya había
perdido a su prometido: solo le quedaba perder el afecto de sus padres.
*
Laura decidió esperar un tiempo antes de comunicarles la
mala noticia a sus padres. Ya había escrito al profesor para aceptar la beca,
pero el curso no empezaba hasta pasados unos meses.
Un día, su madre le pidió que bajara al salón. Sonreía. Dejó
sus ecuaciones con un suspiro y bajó. Habían pasado tres semanas desde la
última vez que vio a Antonio, así que no se pudo creer que estuviera en el
salón, con su mejor traje y una sonrisa radiante.
—Siento no haberte visitado estos días, Laura —dijo
Antonio—, pero tenía cosas en que pensar. Tus padres están de acuerdo. Solo
queda que aceptes tú.
Laura lo miró intrigada.
—Me ha salido una oportunidad única en Zaragoza. Responsable
de una fábrica de zapatos. No puedo rechazarla, pero no quiero perderte a ti.
Solo veo una solución. Laura, ¿quieres casarte conmigo?
Su padre parecía el hombre más feliz del mundo. Su madre,
sonriente, se tuvo que secar una lágrima. ¿Era tan sencillo? ¿Bastaba una
simple palabra, que Laura deseaba pronunciar, para cumplir sus sueños sin
perder a ninguno de sus seres queridos? Eso parecía.
—Sí —dijo Laura.
Pasó el resto de la tarde rodeada de felicidad, de planes de
futuro, de promesas de visitarla en Zaragoza y de volver a Sevilla siempre que
pudiera. A última hora, le propuso a su prometido dar un paseo corto.
—Es mentira, ¿no? —dijo Laura mientras paseaban junto a una
fuente decorada con la escultura de un cangrejo realizada con piedra blanca.
—Lo único que tengo es una carta de recomendación de mi
jefe, pero en Zaragoza a la gente también se le rompen los zapatos. Encontraré
algo. —Antonio se detuvo y la tomó de las manos—. La única forma en que tus
padres lo aceptarían era que nos casáramos. Pero… si tú no quieres… dicen que
el año que viene el divorcio será legal.
—No seas idiota.
Y, por primera vez, lo besó en los labios.
l (1) El párrafo del discurso de Marie Curie está
extraído de: https://www.ersilias.com/discurso-de-marie-sklodowska-curie-al-recibir-el-premio-nobel-de-quimica-en-1911/
* * * * *
Objetivo principal: 11
Infórmate bien sobre un suceso revolucionario feminista y basa tu relato
en ello.
Cuentos y leyendas. Objetivo secundario 1: J El flautista de Hamelín.
Criaturas del camino. Objetivo secundario 2: IV Unicornios.
Objeto oculto 1: 13
Nieve
Objeto oculto 2: 18
Un cangrejo
Cumple con mi objetivo personal: Antonio sacrifica su futuro
prometedor para irse con Laura a Zaragoza llevando consigo, únicamente, una
carta de recomendación.
Logro el giratiempo (por los pelos)