30 septiembre 2020

#OrigiReto2020 Un asteroide llamado CVD-19

Este es mi relato de septiembre de 2020 para el OrigiReto 2020. Las normas de este reto se pueden consultar en las bitácoras de las organizadoras:

http://plumakatty.blogspot.com/2019/12/origireto-creativo-2020-reto-juego-de.html

o en

https://nosoyadictaaloslibros.blogspot.com/2019/12/reto-de-escritura-2020-origireto.html

Este relato tiene 1972 palabras según https://www.contarpalabras.com (he quitado un asterisco para separar escenas).

Es una sátira acerca de la situación que estamos viviendo con ligeros cambios en los nombres. He intentado que sea lo más cómica posible, porque para sufrir ya tenemos la "nueva normalidad". Espero que os guste.

 

UN ASTEROIDE LLAMADO CVD-19

Para Mario, haber entrado en la secta de los asteroidales le había salvado la vida. Antes de que se descubriera que el asteroide CVD-19 iba a chocar con la Tierra, si alguien le hubiera dicho que iba a terminar con la cabeza afeitada, vestido con una túnica blanca y azul, y rezando seis horas al día al Gran Tirachinero, el dios verdadero que lanzaba asteroides en direcciones aleatorias con su tirachinas de tamaño planetario, lo habría tildado de loco peligroso.

Tras terminar sus plegarias, se encaminó al refectorio para desayunar. La penitencia de los asteroidales era ver las noticias sobre el CVD-19 durante cuatro horas al día. Era una prueba tan dura que Mario recordaba con tristeza a tantos compañeros como habían perdido la razón y habían terminado corriendo desnudos por los campos y plazas hasta que la policía los encarcelaba.

Carlos se sentó junto a él, canturreando. Llevaba un sombrero que había hecho con papel de aluminio, rematado por tres púas que parecían cuernos. Mario se lo quedó mirando.

—No creí que llegaras a fabricarte eso. ¿De dónde has sacado el papel de aluminio?

—Me fui a la puerta del colegio —dijo Carlos— y les pedí a los niños el papel donde envolvían los bocadillos.

El mundo había cambiado mucho desde que se descubrió que el asteroide CVD-19 iba a chocar contra la Tierra y mataría al 90% de la población mundial. Para conjurar el problema, los gobiernos habían iniciado la construcción de una nave espacial que, como sucedió 65 años atrás, pudo desviar de su trayectoria al asteroide Polivm. El problema estaba en que la necesidad de que el mundo se embarcara en 500 proyectos de naves espaciales Vacu, para ver si alguna tenía éxito, había destruido la economía. Aparte, los gobiernos imponían restricciones a la movilidad, las fiestas, los videojuegos y los trabajos que cambiaban cada semana. Por supuesto, los juegos de rol habían sido prohibidos y los manuales se quemaban en ceremonias públicas donde las bandas municipales tocaban boleros desafinados y reguetón.

Otra consecuencia extraña del CVD-19 era que los animales se habían adueñado de las ciudades. Hubo una época en que se obligó a la población a encerrarse en los sótanos y los animales aprovecharon para recorrer los jardines, sentarse en las terrazas, aunque sin pedir café ni cerveza, y recorrer las calles. La Iglesia de los asteroidales no se libraba de aquello. Mario y Carlos se volvieron: Marta corría hacia ellos, gritando auxilio, perseguida por un flamenco que quería devorar su desayuno.

El lance terminó de la única manera posible. Marta resbaló y el flamenco empezó a comerse el desayuno. Los tres intentaron ahuyentar al ave, pero solo consiguieron recibir picotazos. El animal solo  respetó el sombrero de papel de aluminio de Carlos, quizá porque era una recomendación de la OMSE (Organización Mundial de la Seguridad Espacial). Satisfecho, el flamenco se marchó y ambos devotos asteroidales compartieron los desayunos con su amiga Marta, quien consiguió controlar sus sollozos.

En la televisión, salió la imagen del director de la OMSE y Mario se temió lo peor. Lo entrevistaron durante cinco minutos. Entonces, una periodista levantó la mano.

—Mr. Random, ¿podría explicar mejor por qué los gorros de aluminio con tres púas son efectivos contra la influencia del CVD-19?

—¿Gorros con tres púas contra el CVD-19? —respondió Mr. Random—. ¿Quién ha recomendado semejante estupidez?

—Usted, ayer —dijo la periodista, atónita.

—¡Echen a esta impresentable de aquí! —gritó Mr. Random—. Siguiente pregunta.

Carlos se quitó el gorro, que con tanto primor había confeccionado, y lo pisoteó con rabia.

—Yo no haría eso —le dijo Mario—. Posiblemente, mañana será obligatorio llevar el gorro que acabas de destruir.

—Pues, ¿sabéis? —dijo Marta—. Me he convertido en una profeta. Mr. Random va a decir dentro de unos minutos que el país más seguro durante el impacto del CVD-19 va a ser Madagascar.

Seis minutos después, el director de la OMSE declaraba que el país más seguro durante el impacto del asteroide sería Madagascar. Carlos y Mario la miraron.

—Es que cada día dice uno diferente —dijo Marta—. Los he ido tachando en un mapamundi y ya solo quedaban Madagascar y Andorra. Mañana será Andorra y pasado volverán a empezar.

En esto, llegó Vlad y se sentó frente a ellos. Las enseñanzas del Gran Tirachinero cambiaban los objetivos vitales de la gente. Vlad había adoptado el vampirismo asteroidal. Iba vestido como un vampiro sacado de las historias de terror y apuraba con tranquilidad su vaso de sangre azul. Se relamía con cuidado de no cortarse la lengua con los colmillos, lo que le tintaba los labios de azul.

Cuando sonaron las bocinas que reproducían el  estribillo de “Paquito el chocolatero”, todos los presentes se dirigieron a la capilla, donde el Padre Tirachinas esperaba a sus fieles. Carlos, Marta y Mario se sentaron juntos. Vlad se colocó detrás, lo que les provocó un escalofrío en el cuello un tanto desagradable. El Padre Tirachinas dedicaba el sermón a la soberbia.

—El Gran Tirachinero, lanzador de asteroides por todo el sistema solar, en su infinita misericordia, nos ha enviado al CVD-19 para que comprendamos cuán maligna es la soberbia. Dicen las Sagradas Crónicas del Gran Tirachinas que, hace muchos siglos, cuando aún no se habían inventado las campañas electorales, una joven fue llevada ante el Gran Tirachinero tras haberse quedado enganchada en un asteroide que rebotó en la superficie de la Tierra. Cuando el Gran Tirachinero le preguntó, ella dijo que era la princesa Isabel y que debía ser devuelta a la Tierra por el bien de la humanidad.

—Otra vez ese sermón —le susurró Carlos.

—El Gran Tirachinero —continuaba el Padre Tirachinas—, en su infinita sabiduría, la invitó a dormir en el cuarto de visitantes, pero  tuvo la precaución de poner un guisante debajo de los diez colchones. A la mañana siguiente, el Gran Tirachinero le preguntó a Isabel que si había dormido bien, y como dijo que de maravilla, nuestra deidad descubrió el engaño y usó el Gran Tirachinas para devolver a la falsa princesa a la Tierra. En los días claros, sigue siendo visible el hoyo con silueta humana que causó al impactar con el Everest. Te alabamos, Gran Tirachinero.

Cuando terminó la ceremonia, fueron los tres juntos a rezar. Marta tenía dos heridas en el cuello, pero no les dieron importancia: lo de Vlad no era contagioso. Durante el camino, la experiencia como ingeniero de Mario lo hizo suspirar al recordar el sermón.

—Si el Gran Tirachinero —dijo Mario— hizo eso, Isabel se habría vaporizado en la atmósfera.

—No dudes de las Sagradas Crónicas —le dijeron Carlos y Marta, en perfecta sincronía.

*

Al día siguiente, Mario llegó al refectorio, tras haber esquivado a dos jabalíes, un águila y un rinoceronte. Se puso a recordar a Felipe, el amor de su vida. Cuando supieron del CVD-19, dedicaron seis largos meses a diseñar un método para crear, de forma rápida y eficiente, búnkeres a quinientos metros de profundidad, que podrían salvar a millones de personas. La solución oficial, la fabricación y lanzamiento de una  nave Vacu, no les parecía adecuada. Lograron que los recibiera el comité de expertos contra el CVD-19, que resultó existir al final, aunque no había ningún experto en asteroides. Suspiró al recordar lo guapo que estaba Felipe, con su traje azul y su corbata.

El comité de expertos lo formaban el ministro de actividades espaciales, la ministra de universidades, la vicepresidenta de asuntos interplanetarios y el director de la Agencia Nacional para Cohetes y Otros Ingenios (ANCOI).

Felipe y Mario tenían preparada una presentación de una hora. Tres minutos después de  empezar, los cuatro oyentes se miraron con los ojos muy abiertos. Dos minutos después, el director del ANCOI, jadeando, se quitó la corbata.

—Un… infarto —masculló el director del ANCOI.

La ministra de universidades se desmayó y fue al suelo. La vicepresidenta de asuntos interplanetarios corrió hacia una papelera y empezó a vomitar. Solo el ministro aguantó el tipo, aunque se tuvo que secar el sudor con una mano temblorosa.

—Tenían que traer algo útil —dijo el ministro—: un nuevo combustible, un nuevo diseño de motor, algo que acelere la contrucción del Vacu…

—Señor ministro —dijo Felipe—. El CVD-19 impactará contra la Tierra dentro de tres años. El Vacu no estará listo hasta dentro de diez, ocho en las previsiones más optimistas. Necesitamos otra solución para salvar vidas.

El corazón debilitado del  director del ANCOI falló en aquel instante. La ministra de universidades, que había logrado encaramarse a la mesa y asomar la cabeza, volvió a caer desmayada.

—El Vacu es la única solución posible —dijo el ministro—. Es la que salvó a la humanidad del asteroide Polivm.

—Señor ministro —insistió Felipe—, el asteroide Polivm fue detectado con veinte años de antelación. Entonces nos dio tiempo, pero el CVD-19 se detectó solo hace cuatro. No hay tiempo.

Pasaron un año en la cárcel. Mario se sintió tan traicionado por la política y la ciencia que lo dejó todo para unirse a la Iglesia del Gran Tirachinero, la única institución que le ofreció algo de consuelo. Le partió el corazón que Felipe se empeñara en continuar con su proyecto, a pesar de la oposición. Rompió con Mario para protegerlo y se dedicó a recaudar fondos y dirigir obras, mientras la policía intentaba detenerlo con las excusas más absurdas que se podía uno imaginar. Pero consiguió los fondos y los permisos para salvar a diez millones de personas en todo el mundo. Perdió la salud y lo perdió a él, pero había hecho más por la humanidad que todos los ingenieros que se afanaban en construir 500 cohetes Vacu a la vez. Los más prometedores no estarían operativos hasta dentro de siete años, un tiempo muy corto que enorgullecía a políticos e ingenieros, un hito histórico. El Vacu iba a ser inútil si tardaba tanto, pero solo la Iglesia del Gran Tirachinero estaba de acuerdo, y preparaba a sus fieles para el impacto.

Mario recordó el rostro de Felipe y, en medio del refectorio, empezó a llorar.

 

EPÍLOGO

Mr. Aleatory, el nuevo director de la OMSE, estaba emocionado. De los quinientos proyectos Vacu, solo dos pudieron terminarse. El resto fue barrido de la superficie de la Tierra por el impacto del CVD-19, junto con el 90% de la población mundial. Mr. Aleatory había pronunciado un discurso emocionante, que culminó ilusionado.

—Con este lanzamiento, la humanidad estará a salvo del CVD-19, que tantos daños ha causado. Hoy es un día histórico. ¡Que repiquen las campanas! ¡Vamos, Vacu, despega!

Solo aplaudieron los políticos y los que se habían hecho millonarios con el desarrollo de los cohetes Vacu, que veían el lanzamiento desde la seguridad de los búnkeres que se habían construido. Los pocos ciudadanos que asistieron parecían disgustados. Pensaban que el ingeniero díscolo, un tal Felipe, había hecho más por ellos que los ingenieros del Vacu. Y solo por el pequeño detalle de que los búnkeres construidos gracias a Felipe habían salvado a diez millones de personas y el proyecto Vacu a cero. Aunque debía haber algo de sensiblería, ya que Felipe había muerto dirigiendo la última obra. Ese tipo de tragedias atraían al populacho.

Se oyó el tañido triste de una triste campana y, a lo lejos, el cohete Vacu despegó hacia el espacio, liberando una columna de humo enorme. La televisión transmitió a los pocos que aún tenían televisores, las diez horas completas en las que la nave Vacu operó en órbita. Disparó sus misiles al vacío, porque el CVD-19 había impactado con el lecho del Atlántico hacía tres años y no había ni siquiera un asteroide inofensivo con el que lucir la potencia de fuego del Vacu.

Los políticos y los responsables de las compañías aeronáuticas lloraron de emoción: habían salvado de nuevo a la humanidad.

 

  *  *  *  *  *

Objetivo principal:    3    Escribe una historia centrada en la religión.

Cuentos y leyendas. Objetivo secundario 1: H    La princesa y el guisante.

Criaturas del camino. Objetivo secundario 2: VII   Vampiros/licantropos.

Objeto oculto 1: 16   Un flamenco

Objeto oculto 2: 21   Sangre Azul

Cumple con mi objetivo personal: Felipe es un héroe que llega a perder la vida en su lucha por salvar a todas las personas posibles de la inacción de… digo del CVD-19

Cumple con Triada: tanto Mario como Felipe son homosexuales.



23 septiembre 2020

Ejercicio para aprender a escribir mal

Propuso Jimena en su cuenta de Twitter (esta es) un ejercicio de escritura: reescribir, empeorándolo, el siguiente buen texto:

"Me fundí antes del primer kilómetro. Los pulmones no daban de sí. El pinchazo en el costado, el calambre en los gemelos. Me detuve, me incliné, vomité entre los setos. No me vio nadie, aunque en aquel momento me habría dado igual. Me derrumbé en un banco y cerré los ojos. Una brisa templada me acarició los brazos. Me relajé, me estiré sobre la forja templada, y volví a pensar en Alicia; siempre volvía a hacerlo."

Jimena daba una serie de errores típicos en la narración y yo, como soy un exagerado, he procurado caer en la mayoría, aunque no sé si lo habré conseguido. He procurado caer en:

  • Tono recargado: cuando hay la doble y triple y excesiva adjetivación.
  • Tono fragmentado: cuando hay palabras de muy diferentes registros. (Esto solo lo he hecho a ratos).
  • Tono pesado: cuando hay gerundios y adverbios y me das vueltas y vueltas. (Aquí me he esmerado mucho).
  • Tono exagerado: cuando las reacciones de los personajes son extremas sin razón. (Cuando se cae en el banco).


En los tonos "plano", "repetitivo" e "incoherente" solo he caído a veces. Hay un par de palabras que están ahí y no tienen sentido (pertinaz oxígeno) y cosas asi. He caído en otros fallos como dar información irrelevante, alguna rima en prosa, etc.

Me ha divertido mucho este ejercicio y me ha ayudado a saber como no quiero escribir, porque el texto de abajo es algo tan horripilante que no sé si reír o llorar al releerlo. Abajo mi ejercicio, tras los asteriscos.

*  *  *  *  *

Corriendo agitada, cadenciosa y agotadoramente, sufrí un proceso de licuefacción antes de haber concluido el recorrido de los primeros novecientos sesenta y cuatro metros y cincuenta y tres centímetros, con un margen de error de dos metros y ventiseis centímetros. Quejándose quejumbrosamente, mis dos órganos ventilatorios declaraban carecer de la capacidad suficiente como para proporcionar el necesario, obligatorio y pertinaz oxígeno a mi sistema circulatorio. Además, como cualquier médico o fisiólogo con la adecuada preparación esperaría, sentía un pinchazo en el costado y un calambre en los gemelos, demostrándose con ello que la fatiga originada por la carrera produce diferentes efectos fisiológicos en el organismo de los seres humanos, de cualquier complexión y condición. Reafirmando aún más cuán diversas son las maneras en las que el cuerpo humano va comunicando las consecuencias del extenuante y exagerado ejercicio, detuve mi armonioso paso, incliné el torso bien torneado por extenuantes y estimulantes sesiones de gimnasio y empecé a potar entre los frondosos y floridos setos. No me vio nadie, aunque en ese momento me la habría sudado si un gilipollas de los huevos me hubiese preguntado que si estaba bien. ¿Que si estoy bien? ¿No ves que estoy potando, hostia, joder?

Mi cuerpo atormentado se derrumbó en un tortuoso embrollo de miembros temblorosos, corazón latiendo descompensadamente y pulmones inspirando aire en angustiosas bocanadas, y quedé desmadejado en un banco, llorando desconsoladamente, esperando la llegada de la compasiva parca que terminaría con todos mis pesares, dolores, sufrimientos y facturas sin haber sido abonadas en los plazos angustiosos impuestos por los mierdas de mis acreedores. Envuelto en estos pensamientos, hice que mis párpados superiores fueran reduciendo la superficie expuesta de mis cristalinos hasta que tal parte de mi castigada anatomía quedó completamente separada de la atmósfera circundante. Una brisa, cuyas uniformes presión y velocidad le permitían fluir sobre el devenir de los acontecimientos humanos con una temperatura de veintidós coma diecisiete grados Celsius, acariciaba con desconsoladora suavidad mis musculosos y morenos brazos. Aquel beatífico contacto logró la relajación de mis castigados músculos. Me relajé y estiré mis miembros torneados por mis largos años de cazador de gamusinos en las procelosas selvas del Amazonas. Demostrando cuán enormes y desproporcionados eran mis sentimientos hacia ese individuo del sexo femenino, volví, volví y volví a pensar en Alicia, en su paso sutil y frágil, en el ampuloso y contumaz movimiento de sus pechos turgentes que describían un movimiento armónico simple de entre dos y cuatro hercios de frecuencia al ir caminando. Siempre volvía a albergar recurrentes y reiterativos pensamientos hacia ella, una y otra vez, lo que me tocaba los huevos cantidubi, aunque pensar en Alicia me molaba mazo.