05 septiembre 2016

A las mujeres no hay quien las entienda

La manera en que aquel hombre se sentó en la barra me indicó que algún problema lo consumía. Que pidiera un whisky triple y se lo bebiera de dos tragos me lo confirmó. Mientras se tomaba el tercero, di un sorbo a mi absenta y le dije:

—¿Un mal día?

Me miró con ojos vidriosos.

—Sí.

—¿Mujeres?

—¿Qué si no? —añadió y se terminó la copa.

Pedimos nuevas bebidas y pregunté:

—¿Qué ha sido?

—No lo sé. Todo iba muy bien. Tras diez meses de estar conociéndonos me lancé y...

—¿Y...?

—Le dije que la quería y que íbamos a tener una relación de cuento de hadas: "el bello y la bestia".

—Y se enfadó.

—¡Se puso hecha una fiera! ¿Cómo lo ha sabido?

—Intuición. Las mujeres son incomprensibles, amigo mío —concluí tras terminar mi absenta.

—Sí, es verdad.

Y los dos continuamos bebiendo en silencio.

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