A las mujeres no hay quien las entienda
La manera en que aquel hombre se sentó en la barra me indicó que algún problema lo consumía. Que pidiera un whisky triple y se lo bebiera de dos tragos me lo confirmó. Mientras se tomaba el tercero, di un sorbo a mi absenta y le dije:
—¿Un mal día?
Me miró con ojos vidriosos.
—Sí.
—¿Mujeres?
—¿Qué si no? —añadió y se terminó la copa.
Pedimos nuevas bebidas y pregunté:
—¿Qué ha sido?
—No lo sé. Todo iba muy bien. Tras diez meses de estar conociéndonos me lancé y...
—¿Y...?
—Le dije que la quería y que íbamos a tener una relación de cuento de hadas: "el bello y la bestia".
—Y se enfadó.
—¡Se puso hecha una fiera! ¿Cómo lo ha sabido?
—Intuición. Las mujeres son incomprensibles, amigo mío —concluí tras terminar mi absenta.
—Sí, es verdad.
Y los dos continuamos bebiendo en silencio.
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