04 marzo 2020

¿Para qué podría servir la ciencia-ficción?

No me gusta redactar entradas donde hable de historias que yo escribo. Me parece presuntuoso por muchas razones en las que no entraré. Sin embargo, leí una entrada en la bitácora de Gisela Baños (sitio que os recomiendo mucho si os gusta la ciencia-ficción), concretamente esta:

https://gisbanos.com/sin-categoria/nos-averguenza-la-ciencia-ficcion/

Me gustó mucho y he querido responder. La única forma que tengo de dar una respuesta de cierta longitud es mi propia bitácora, así que allá voy.

Tradicionalmente, la ciencia-ficción y la fantasía han sido géneros de los que la gente se avergüenza, como bien dice Gisela. Aún recuerdo la crítica, creo que publicada en los años ochenta, en la que se decía que El Señor de los Anillos era un libro para físicos o matemáticos varones que no tienen novia. Aunque en otros países la ciencia-ficción tuvo un poco más de reconocimiento entre 1960 y 1980 (quizá por aquello de la carrera espacial), en España, la ciencia-ficción no se consideraba literatura. Y había muy buenos autores, pero muy poca gente los leía.

Hoy en día, la ciencia-ficción "pura" sigue sin "vender". Para que el público la admita hay que reducir la parte científica, aumentar la crítica social e introducirla en el seno de historias donde el énfasis se pone en otro género (romántica, "thriller"...). Hay ejemplos innumerables, sobre todo en el cine. Películas como: In Time, Passengers, Oblivion o Elysium tratan temas de ciencia-ficción, pero el énfasis está en todos sitios menos en la especulación acerca de la influencia de los desarrollos tecnológicos en la vida humana o de la especulación científica. Hay excepciones, pero lo normal es lo anterior.

Creo que una explicación podría ser que, siendo muy generalistas, las historias se pueden clasificar en tres grandes tipos según a qué le dan más importancia, en los que algunas historias podrían tener elementos de varias. Estos tipos son:

  • Historias de trama. El énfasis está en la trama. Ejemplos: historias policiacas, de suspense, de intrigas políticas... Lo importante es descubrir al asesino, ver si el héroe sobrevive a la intriga política. Normalmente se ambientan en la época actual y en países bien conocidos por el público, porque el desarrollo de mundos no suele tener cabida (en las historias suele haber problemas de espacio). Los personajes pueden estar bien caracterizados o no. Aquí pueden entrar muchas historias de fantasía que usen mundos ajenos, como las influenciadas por Tolkien, por ejemplo.
     
  • Historias de "mundo" (o de worldbuilding). El énfasis se pone en describir un mundo nuevo casi desde cero. Suele ser el enfoque de la ciencia-ficción "pura". Como dice Gisela, lo humano al servicio de la idea, que suele traducirse en un mundo nuevo, con unas reglas diferentes porque la tecnología y la ciencia son distintas. La cuestión, sobre todo en ciencia-ficción, es que esto suele implicar poca caracterización de los personajes y ausencia de vida cotidiana (coincido en esto con Gisela). Este punto es el origen de que haya lectores de ciencia-ficción que digan que "esto no es literatura", en referencia a que lo que importa es el mundo y no el estilo ni los personajes.
     
  • Historias de personajes. El énfasis se pone en los personajes: en lo que sienten, en cómo evolucionan, en los problemas que afrontan. Una novela de ciencia-ficción "de personajes" pondría énfasis en lo que sienten los personajes ante un suceso fuera de lo cotidiano, en cómo les cambia la vida. Por ejemplo, en cómo padecen una invasión alienígena, o en lo que supone en sus vidas la aparición de una IA tan humana que establecen con ella lazos más fuertes que con el resto de la humanidad. Es un enfoque muy extraño en la ciencia-ficción, pero que suele funcionar bien entre un sector del público de fantasía.

Y aterrizando, por fin, en lo personal, mi desgracia es que mi enfoque en general, y en particular cuando escribo ciencia-ficción es el de historias de personajes. El "worldbuilding" y la especulación científica tienen bastante peso cuando me decido a escribir de ciencia-ficción, pero el enfoque es narrar como afecta eso al protagonista o protagonistas.

Tengo una motivación para eso. Escribir ficción es una manera de expresar ideas y conceptos. Si quiero hablar de la idea de un éxodo a un planeta de otro sistema solar, por poner un tema, yo tendría dos alternativas: redactar un ensayo, una exposición fría y detallada de las especulaciones, o escribir un relato. En este último caso, no es solo exponer ideas, es hablar de sentimientos, de emotividad, de qué supondría para una persona tan normal como pueda ser yo verme obligado a vivir en otro planeta para preparar la llegada del resto de la humanidad a su nuevo planeta. ¿Añoraría la Tierra? ¿Sería feliz? Por eso, suele sucederme que la parte especulativa y científica es la punta del iceberg. La trama puede llegar a ser romántica (¡error!), lo que sucede es que lo que realmente deseo expresar es cómo se podría organizar un éxodo planetario y por qué. Una hipotética historia de amor sería un recurso para que el protagonista descubra, a la vez que el lector, como es en realidad el mundo en que vive. No es un enfoque original. La especulación científica es el método de terraformación, la forma de vida y maquinaria que se usa... en definitiva, el ambiente en el que se desarrolla la historia. Hay mucho trabajo especulativo detrás, pero narrando desde el punto de vista de un personaje que vive y siente, no cabe describir su asombro ante lo que vive porque lleva años experimentándolo.

Supongo que, entonces, yo creía estar escribiendo ciencia-ficción, pero tras haber leído el artículo de Gisela, lo mío es la "ciencia ficción encubierta". Sin embargo, no lo hago porque me avergüence, sino porque mi enfoque necesita lo sentimental. Podría escribir un ensayo, sustituir valores en la ecuación relativista del cohete y argumentar que, tecnológica y energéticamente, lo mejor para trasladar a la humanidad a otro planeta (algo que no tiene sentido a priori, pero especulé con eso en un relato y podría haber motivos) sería una colonización en fases y usar la biotecnología (tengamos en cuenta que la reproducción por esporas, por ejemplo, es una "tecnología" que la naturaleza lleva miles de millones de años perfeccionando, y en misiones espaciales críticas, se usa tecnología antigua debido a lo bien probada que está). O podría, con todo ese bagaje científico y tecnológico, contar lo que siente una operaria de maquinaria seleccionada para la segunda oleada de colonización y narrar a través de ella cómo se está terraformando el planeta y qué decisiones crueles tendrían, a lo mejor, que tomarse para asegurar el éxito de una misión de la que depende la supervivencia de la humanidad.

Para terminar, hay algo que descubrí hace unos meses y en lo qué pensé tras una pregunta de Gisela en Twitter. En concreto, sobre la ciencia-ficción, citando: "¿O te abre puertas a mundos y situaciones que no imaginarías sin su ayuda?"

Respondiendo, tengo un "monstruo" (no suelo escribir cosas tan largas) inacabado de mas de 60.000 palabras que narra, en el enfoque de "ciencia ficción encubierta", el proceso de nacimiento y crianza de una transhumana, descrito desde el punto de vista de su "padre". Descubrí que escribir una narración literaria ayuda a plantearse cuestiones a las que se les daría importancia en un ensayo.

La idea tecnológica está ahí, y en un ensayo sin una historia de ciencia-ficción por debajo, hablaría de transportar a las trabajadoras transhumanas en forma de óvulos fecundados: tienen una masa ridícula y una sonda de unos pocos miles de kilogramos (supuesta una tecnología con la que hoy solo podemos soñar, pero plausible desde el punto de vista de la ciencia), podría transportar algún útero artificial y millones de embriones, que se alimentarán con recursos hallados en el planeta de destino. Es posible alcanzar otro sistema planetario en un plazo "razonable" (un siglo o así) con propulsión nuclear de fusión con cantidades de combustible también razonables si la nave tiene dos o tres toneladas de masa útil.

A la hora de escribir el relato, tuve que pensar en cómo sería el útero artificial. Busqué documentación sobre inseminación artificial y, primera sorpresa: sería mejor transportar blastocistos y no óvulos recién fecundados, ya que hay una probabilidad no despreciable de que los mismos se bloqueen y no se implanten en el útero. Por ello, en las técnicas de reproducción asistida se suele dejar que los embriones crezcan durante tres o cuatro días antes de implantarlos. Y el tamaño de un óvulo recién fecundado y un blastocisto es similar. A medida que iba contando como era el proceso, y lo que sentía el "padre" al ir viendo crecer a su "hija", tuve que describir con detalle (y resolver) un montón de problemas en los que jamás habría pensado si me hubiera puesto a escribir un ensayo.

Después de haber escrito una historia de ciencia-ficción, estoy mucho más capacitado, tanto en lo que respecta a las ideas a plasmar como a la documentación útil y las referencias, para redactar un ensayo sobre un hipotético método de colonización de un planeta extrasolar.

Podría aplicar el método a otros tipos de especulaciones científicas y aprender sobre ciencia escribiendo ciencia-ficción. Posiblemente no sea el único que ha hecho estas cosas, pero no se me había ocurrido que la literatura especulativa podía usarse para eso. Esta reflexión del final es la que da título a la entrada.

Espero que os haya gustado esta entrada y disculpas por las erratas que pueda haber.

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