#OrigiReto2020 Parecía un buen negocio
Este es mi relato de agosto de 2020 para el OrigiReto 2020. Las normas de este reto se pueden consultar en las bitácoras de las organizadoras:
http://plumakatty.blogspot.com/2019/12/origireto-creativo-2020-reto-juego-de.html
o en
https://nosoyadictaaloslibros.blogspot.com/2019/12/reto-de-escritura-2020-origireto.html
Son 1963 palabras según https://www.contarcaracteres.com/palabras.html
Creo que queda claro, pero este relato es una sátira y tiene una referencia a la novela 1984.
PARECÍA UN BUEN NEGOCIO
Marzo de 2075
Julio acudía a aquel encuentro como representante del cuerpo de ingenieros eléctricos, pero, con mucho, era quien menor rango tenía. Se ocupaba de la subestación cibernética que suministraba electricidad a Lucena y sus fábricas de robots de combate de clase zeta. El resto de los asistentes eran representantes provinciales y autonómicos de instituciones estatales y grandes empresas. Julio sentía que no encajaba allí.
El señor Antonio, alto directivo de Eléctricas del Futuro, configuró la presentación tridimensional que el resto, sentado a una mesa semicircular con el holograma en el centro del círculo, iba a disfrutar. O a sufrir, como él.
En el holograma se mostró un bosque de estilo europeo, de esos que habían desaparecido de España hacía un par de décadas. Un niño y una niña lloraban acurrucados junto al tronco de un árbol.
—No llores más, Gretel. Nuestros padres nos han abandonado porque querían comprar más comida no saludable, más productos contaminantes y pagar menos impuestos. Eso es lo único que les importa.
—Pero yo les quería, Hansel.
—A los que no quieren pagar impuestos ni vivir sano no se los puede querer. No llores más.
Aquella propaganda daba ganas de vomitar a Julio. Eran la pobreza y la presión fiscal las que obligaban a la gente a abandonar a sus hijos, no su maldad. Confió en no delatarse y que nadie advirtiera su disgusto.
En el holograma se vio a los dos niños atravesar el bosque, cogidos de la mano, secándose el sudor y quejándose del calor. Llegaron a una cabaña preciosa, con un sistema de aire acondicionado en funcionamiento. Los niños llamaron a la puerta, pero retrocedieron unos pasos porque les había abierto una bruja horripilante.
—Queridos niños —dijo la mujer, con una voz falsa de pésima actriz—, pasad, por favor, ahí fuera hace calor, y tengo dulces.
Los niños entraron con bastantes reparos. Gretel, asustada, se apretaba contra su hermano. La malvada bruja intentaba hacerlos comer dulces, bollería industrial muy poco saludable que les provocaría obesidad. Pero lo peor no era eso.
—Tiene… tiene… —Hansel no se lo podía creer. —¡Es un generador eléctrico no autorizado!
—¡Sí, niños estúpidos! —gritó la bruja y empezó a reírse enloquecida—. ¡Y vosotros vais a mantenerlo en marcha haciendo girar el rotor!
Hansel y Gretel se apretaron contra la pared, aterrorizados. Se veían cuatro sillas de bicicleta estática y cuatro pares de pedales.
Entonces, dos policías echaron la puerta abajo y le gritaron a la bruja que alzara los brazos y se pegara a una pared o disparaban. La bruja obedeció entre lágrimas. Mientras los policías la reducían, entró un hombre joven, atractivo y vestido con chaqueta y corbata. Tras él, se aproximaron dos técnicos de electricidad, vestidos con la misma elegancia y portando maletines de herramientas y un aparato de aire acondicionado. Julio no pudo soportarlo y se tapó la boca para que no lo vieran sonreír. Los uniformes reales de los operarios eléctricos eran monos sucios y raídos.
—Dejad de llorar, niños —dijo el hombre elegante—. Soy un representante del gobierno y os he tomado bajo mi cuidado. Nada os pasará. Mis operarios van a instalar el nuevo sistema de aire acondicionado Super Freeze Special (TM) y el calor y el frío serán un extraño recuerdo.
Hansel y Gretel rieron y se abrazaron. En esto, entró una chica guapísima, vestida de rojo y con un escote de vértigo. A Julio no le bastó con taparse la boca: tuvo que fingir que tosía para que nadie se diera cuenta de que se estaba riendo.
—Hola, niños —dijo la espectacular morena, que parecía recién bajada de una pasarela—, voy a ser vuestra asistente social y cumpliré las órdenes de nuestras instituciones para haceros crecer felices y contentos.
Hansel y Gretel reían, saltaban y lloraban de felicidad. Al menos, todo era tan ridículo que a Julio se le habían pasado las náuseas.
Por suerte, el anuncio, porque eso era después de todo, terminaba ahí. El señor Antonio, se ensorberbeció.
—Participé activamente en el guion de este anuncio —dijo con tanto orgullo que Julio se tapó la boca para fingir un ataque de tos—. El propósito de esta reunión es presentarles el nuevo sistema de aire acondicionado Super Freeze Special (TM). El objetivo es que antes del 15 de junio, al menos el 50% de las viviendas lo hayan implantado.
Tras aquello, hubo una larga exposición de las características técnicas del producto. Era una copia del diseño base de un aparato NJ-200-V, con un par de mejoras mínimas y una característica tan curiosa que lo hizo realizar un par de cálculos. Cuando llegó el turno de preguntas, Julio alzó la mano.
—Disculpe, señor Antonio. Según mis cálculos, el consumo energético de estos dispositivos supera en un 2,5% el consumo medio de los aparatos instalados en Lucena.
—Se ha diseñado para que el consumo supere en un 4% la media nacional. Es lógico que en Lucena, con picos de temperatura de 60 grados, pueda variar un poco el aumento.
Julio tragó saliva.
—También he calculado la capacidad de mi subestación. Una subida del consumo como esa durante julio y agosto podría sobrecargarla.
—Se harán las inversiones necesarias. ¿Alguna pregunta más?
Julio de 2075
Era la mañana del día más caluroso del año. En Lucena, se preveía llegar a los 60,5 grados, un récord absoluto. Estar en la calle era arriesgarse a morir, así que todo el mundo estaba en sus casas, con el aire acondicionado al máximo. Y el 60% de las casas estaban equipadas con el nuevo e ineficiente Super Freeze Special (TM).
El cambio climático había cambiado a la humanidad. Se pudo haber evitado, pero la sociedad de hacía medio siglo no quiso modificar su forma de trabajar y vivir. La naturaleza ya no podía mantener las condiciones adecuadas para la vida humana, pero eso, en vez de concebirse como una catástrofe, se veía en el último cuarto del siglo XXI como una oportunidad de negocio. Todo lo que antes la naturaleza hacía por sí misma, tenían que hacerlo las eléctricas y el gobierno, a un precio muy alto.
Para los que importaban, la clase muy alta y los gobernantes, que eran dos manifestaciones de lo mismo, se estaba viviendo la mayor época de prosperidad de la historia del ser humano. Los ingresos de las grandes compañías y los bancos, todos semipúblicos, crecían a la misma tasa a la que se empobrecía y endeudaba el pueblo. Lo normal era renunciar a comprar ropa nueva, a comer todos los días y al ocio para pagar facturas de electricidad, agua e impuestos. La situación no había estallado aún porque la legislación permitía la refinanciación indefinida de las deudas personales. Julio no sabía qué sucedería cuando el nivel de endeudamiento no se pudiera sostener más.
Nunca llegó a saberlo. En la representación gigantesca de su subestación, que debía supervisar tan a menudo que vivía en ella, saltó un indicador en rojo. Ese indicador se contagió a diez de los transformadores vecinos. Fue una avería tan seria, acontecida en uno de los peores momentos posibles, que podría tratarse de un sabotaje de los Skinwalkers, el grupo terrorista que pretendía liberar al pueblo y había tomado el nombre de un ser mitológico de una cultura ya desaparecida por culpa de la subida de las temperaturas.
Sin embargo, no se trataba de un sabotaje. Logró apagar el fuego con rapidez, gracias a los extintores de arena, pero el incendio no lo había causado ninguna bomba: los transformadores estaban demasiado calientes debido a que la cantidad de energía que procesaban era enorme. Julio, a duras penas, logró usar los sistemas de refrigeración basados en aire para detener el aumento de la temperatura.
Contra lo que sucedió después, no pudo hacer nada. Las estimaciones a las tres de la tarde se habían quedado cortas. Los que pudieron, aumentaron todavía más la potencia de los sistemas de refrigeración, al tiempo que la producción de las fábricas de armamento seguía al mismo ritmo. La red eléctrica se vino abajo, en pleno julio, en un día tórrido.
Según el aislamiento de cada vivienda, cuyas normas se habían relajado para aumentar el despilfarro energético, dentro de entre 15 y 30 minutos empezaría a morir la gente por culpa del calor. Julio llamó desesperado a las estaciones principales, pero el problema se daba en todo el país.
Tardaron media hora en comunicarle que, por la red de emergencia, se le iba a suministrar energía eléctrica para que la actividad de la fábrica de armamento de Lucena funcionara a un cuarto de su capacidad.
—¿Y la población? —dijo Julio, enfurecido por primera vez desde que ocupaba aquel puesto.
—No se puede hacer nada y los robots de combate son vitales en el frente. Configure de inmediato la subestación para reactivar la fábrica.
El cambio climático había iniciado una guerra indefinida entre los diferentes bloques mundiales por el control del agua y otros recursos, pero, para que el esfuerzo bélico pudiera dilatarse en el tiempo y dar beneficios a gobiernos y magnates, solo luchaban los robots. Los restos de aquellos que eran destruidos se reciclaban, de forma que la guerra podría mantenerse durante décadas.
Julio eligió aquel momento para rebelarse. Cuando llegó la energía eléctrica, configuró la subestación para reenviarla a los barrios de Lucena con casas mejor acondicionadas. Se alegró de comprobar que en el 10% de la ciudad, se recuperó el consumo de energía. Había salvado a varios miles de personas. Julio sabía que su actuación iba a recibir un premio que no olvidaría.
Agosto de 2075
Recibió su premio por haber salvado miles de vidas más rápido de lo que pensaba, habida cuenta del atasco del sistema judicial. Lo condenaron a cadena perpetua por desobedecer órdenes directas y paralizar la producción de robots. Le daba igual. Había recibido cientos de emails de los supervivientes de Lucena, había sabido que decenas de supervisores de subestaciones a lo largo del país habían hecho lo mismo e iban a pasar el resto de sus vidas en la cárcel, pero con la conciencia tan tranquila como él.
Había algo que lo alegraba aún más. La ministra de economía, Margarita Sánchez, la nieta del famoso presidente del congreso durante la covid-19, Pedro Sánchez, daba un discurso. Los datos eran peores de lo imaginable. Tras haber intentado mentir con las cifras, el Estado se veía obligado a dar las reales. En dos horas de colapso de la red eléctrica, habían muerto cerca de seis millones de personas. Lo grave es que esos datos eran solo de España. La caída de la red había tenido lugar en Francia, y dado que ese país exportaba mucha electricidad a media Europa, las demás redes se vinieron abajo una tras otra.
Con millones de consumidores y contribuyentes muertos de pronto, la confiscación de todos sus bienes solo permitió cubrir una parte de sus deudas personales. El sistema financiero se vino abajo, el déficit público obligó a reducir sueldos y gastos públicos. Demasiado tarde, el gobierno se dio cuenta de que sin el pueblo, el sistema no podía subsistir, de que los muertos no pagan impuestos. Faltaban impuestos para mantener las fábricas de robots, y los bloques ruso y africano estaban rompiendo las líneas europeas y destruyendo el equilibrio de fuerzas que mantenía el sistema económico mundial. Se había decretado la movilización general, lo que sería el suicidio de Europa: un continente envejecido que, de pronto, había perdido cincuenta millones de habitantes enviaba al frente a millones de personas, para que la población menguara aún más.
Y todo eso había sucedido por vender sistemas de aire acondicionado que gastaban un 4% más con el propósito de ganar más dinero. En todo caso, ya no era el problema de Julio. Qué verdades atesoraba el refranero: “la avaricia rompe el saco”.
* * * * *
Objetivo principal: 1 Escribe un cuento con enseñanza.
Cuentos y leyendas. Objetivo secundario 1: A Hansel y Gretel.
Criaturas del camino. Objetivo secundario 2: IX Skinwalkers.
Objeto oculto 1: 10 Arena
Objeto oculto 2: 14 Un personaje conocido
Cumple con mi objetivo personal: Julio salva a miles de personas a sabiendas de que iba a terminar condenado a cadena perpetua.
No cumple con otros objetivos.
6 comentarios:
Buenas, compi.
Me gusta que hayas puesto las fechas y los cálculos de tiempo para que, en definitiva, la culpa de ese futuro recaiga en nosotres. Al fin y al cabo, para no repetir el pasado y para mejorar el futuro, solo podemos actuar en el presente (de momento).
El tono paródico le vendría bien para rodarlo en un corto (aunque no habla solo de consumo energético, claro) para una campaña de concienciación sobre cambio global y calentamiento climático. Habla con Morales de Labra, jejeje.
Te dejo las 3 erratillas que he localizado.
"os he tomado bajo muy cuidado", sería bajo mi cuidado.
"Lo normal era renunciar comprar ropa nueva", faltaría la a del renuncio; renunciar a comprar.
"Lo grave es que esos datos eran solo se España", sería o en o de España.
Hola Juan!!. Un relato muy interesante, brutal y currado el anuncio y bien traídas las referencias temporales. Me cuesta creer que esté todo "estatalizado" y haya grandes magnates, porque donde hay dinero al final en esta sociedad el sector privado se come al público, pero oye, es ficción y futuro, nunca se sabe, cosas más raras hemos visto. Un buen relato, a ver si el mundo se conciencia de esto y deja de llamar buen tiempo a pasar 42 grados en agosto.Un abrazo.
Hola Juan:
Una vez más me ha encantado tu relato, pero me ha dado un miedo al pensar que es un futuro más que factible. En el 2075 tendré 96 años (si es que aún estoy), es el futuro de mis hijos y mis nietos y van a heredar un mundo que está hecho una merda.
Buen relato para la reflexión.
El trozo del anuncio ha sido desternillante, y viviendo como lo hago en Japón podría perfectamente uno hecho aquí porque son de ese palo.
Un relato redondo.
Saludos y nos vamos leyendo.
Hola Juan.
No he podido resistirme a que el tuyo sea de los primeros relatos que leo este mes de septiembre. Y es que cada vez me gusta más como escribes.
En efecto: parecía un buen negocio, así a primera vista ¿no? Que miedo Juan. Demasiado parecido a la vida. Demasiado real. Me ha hecho sentir mucho miedo este relato porque el fondo que tiene es el mismo que la realidad que estamos viviendo actualmente. Este año nos ha puesto delante de las narices qeu si seguimos como hasta ahora solo tendremos un mundo que no nos gusta y en el que a la larga, solo unos cuantos podrán sobrevivir, quizá.
Es desgarrador Juan. Pongo en relación esta historia con tu anterior relato y me doy cuenta de lo profundo que ha calado en ti la cuestión que creo, ha calado en muchos de nosotros: este mundo tal y como lo conocemos es insostenible.
En cuanto a la prosa lo cierto es que me ha obligado a poner todos mis sentidos alerta porque la información ha sido muy densa, pero la forma de dosificarla ha logrado atraparme desde el principio.
Muy buen relato. Cada mes te superas.
Un abrazo.
Buenas tardes, RJRandom y Kalen
Gracias por leer y comentar. Paso a reponderos
RJRandom, las fechas están elegidas a conciencia, si bien, la situación está exagerada (o eso espero). No creo que las temperaturas medias hayan subido tanto en 2075 como para la gente muera sin remedio si sale a la calle en julio y agosto, pero si la cosa sigue igual, puede que en 2100 o en 2150 haya partes de la Tierra inhabitables por exceso de calor. El caso es que un calor tan intenso que requiere de aires acondicionados a tope para que la gente no muera es la forma de explicar que si destrozamos el medio ambiente, será la humanidad la que tenga que mantener las temperaturas controladas, algo que la naturaleza hacía por sí sola. Y que para muchos, sustituir a la naturaleza es un negocio. Y eso es lo que más me inquieta de todo esto, que no se haga nada contra el cambio climático porque hay gente que se va a hacer millonaria si sucede.
Ya he corregido las erratas y he seguido en Twitter a Morales de Labra. Muy interesante la cuenta. Gracias :-)
Kalen, me alegro que te gustara el relato, en particular, el anuncio que es bastante paródico de como funciona todo. En cuanto a la competición público-privado, pienso lo contrario, que lo público se come a lo privado, salvo si eres una gran empresa. Las grandes empresas están aliadas con el poder y se ayudan mutuamente a cumplir sus objetivos, que no tienen nada que ver con el pueblo y su bienestar. Por ejemplo, la desaparición del dinero en efectivo es algo que interesa enormemente al Estado (el fin del dinero negro ya que toda operación con tarjeta se puede rastrear) y a los bancos (todos los pagos pasarían por ellos y cobran comisiones por cada uno). Así que colaboran. Las eléctricas igual. A estas no les interesa que cada ciudadano pueda comprar un panel solar y autoabastecerse, así que el Estado pone un “impuesto al sol”. Lo público se come a lo privado a base de subidas de impuestos a los más pequeños (el autónomo ha subido un 1% este octubre, en plena crisis de la covid, y va a subir más) y de legislaciones que estos no pueden cumplir y los grandes sí.
Gracias y abrazos.
Juan.
Buenas tardes, Isefran y Yarcko
Gracias a las dos por haberlas leído.
Isefran, me alegro de que te gustara aunque, en efecto, dé miedo. Yo, en 2075 tendría 102 años. Por desgracia, solo tendría que preocuparme de mi sobrinita y de los hijos que ella pudiera tener, porque, aunque hubiese querido formar una familia, sin haber tenido nunca pareja es algo difícil. Pero me da pena por toda la ciencia, la literatura, la música y tantas cosas bellas como hay, que todo eso desaparezca en 50 o 100 años porque políticos y grandes empresas quieren ganar aún más dinero.
Lo del anuncio, ahora que lo dices, creo recordar que tenía en la mente varios anuncios surrealistas de videoconsolas, así que es probable que te suene a los anuncios japoneses porque me inspirara en anuncios de allí. Me alegro, en todo caso, que el anuncio tenga ese toque de humor.
Yarcko, muchas gracias por todo lo que comentas. Me alegro de haber sabido dosificar la información porque este relato, es cierto, es muy denso, cuenta muchas cosas. El truco que mejor me funciona es usar la tercera persona equisciente donde el narrador sabe de qué va la historia. Así, como estás limitado a narrar lo que esa persona experimenta, te obligas a ir dosificando.
El tema del cuidado del medioambiente es algo que me ha preocupado desde hace muchos años. Mi película de animación favorita, La princesa Mononoke, tiene ese tema como hilo conductor y es algo que tiendo a que aparezca en muchas ocasiones en lo que escribo. Y sí, la conclusión de este relato es la tuya: si seguimos de esta manera, no vamos a llegar muy lejos. Soy “optimista”: será la civilización actual la que se hunda por culpa del cambio climático, pero creo que la humanidad sobreviviría. Reducida al 1% de lo que es ahora y sin más tecnología que la piedra y la madera, pero sobrevivirá y, quizá, la nueva civilización que surja cuando el daño hecho por la nuestra se haya corregido, sepan hacerlo mejor.
Gracias por leer y un saludo.
Juan.
Publicar un comentario