¡Ay qué pena me da que se me ha muerto el garbanzo!
Pues como dice el título de esta entrada, el garbanzo más débil de los dos murió. Estaba lleno de bichos, así que decidí cortarlo. Esto sucedió este martes, el día 2 de julio de 2013. Lo tiré al campo, para que su cadáver abone el suelo. Seguro que es lo que habría querido de haber sabido hablar.
Este trágico incidente, además de ilustrar lo dura que es la vida del agricultor de maceta, me supone un quebranto considerable, ya que he perdido la mitad de la cosecha esperada. Me parece que los veinte comensales que degustarán en agosto el delicioso potaje garbanzos (una de las mejores comidas para ahuyentar el calor, por cierto), van a pasar un poquito de hambre. Pero yo no tengo la culpa de que la naturaleza sea tan cruel.
Como homenaje al pobre garbanzuelo, os pongo este vídeo, que le pega mucho cambiando "canario" por "garbanzo", ya que, en sus últimas horas de vida, la planta se había vuelto amarilla del todo. A él le habría gustado.
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