20 enero 2014

Reto: ¡Yo escribo! Pregunta 2. ¿Cuál fue tu primera historia?

Esta segunda pregunta me va a ser mucho más fácil de contestar que la primera. Como primera historia señalaré la primera que logré terminar, ya que después de haber terminado la primera tras años de dejar escritos inconclusos, empecé a terminar la mayoría de lo que empezaba.

El primer intento de relato o novela que recuerdo comenzó muy influido por "La Guerra de los Mundos" de H. G. Wells, que acababa de leer. Tendría 9 o 10 años. Hice mi copia de la obra de Wells, pero ambientada en el mundo actual (de la época) y basándome en un atlas gigante que perteneció a mi abuelo. En ese atlas, podían verse mapas de todos los países del mundo. Así que empecé a imaginarme que una oleada de trípodes, de diferentes cabezas (triangulares, redondas) invadían los puntitos de los mapas que eran ciudades. Recuerdo que en Ucrania y cercanías (entonces parte de la Unión Soviética) los invasores destruyeron tres ciudades: Neezin, Jarkov y Poltava.

Después de aquello, que podríamos calificar de "fanfic", empecé algunas historias, que era incapaz de terminar. Apenas recuerdo de que iban: aventuras, nuestra tierra en situación apocalíptica, ciencia-ficción. Así, así, haciendo memoria... Recuerdo un engendro que era una novela de ciencia-ficción ambientada en un vuelo tripulado de un sistema solar a otro. No recuerdo de qué iba, pero aparecían extraterrestres infiltrados (que no eran malvados). Otro engendro iba de un hombre que, no recuerdo cómo, entraba en contacto con una raza de seres femeninos cuyos cabellos eran verdes y estaban vivos, ya que eran producto de una relación simbiótica mutualista (ambas especies se benefician) entre algún tipo de alga y seres humanos. Retomé la idea haciendo que, en Granada capital, un chaval que iba de fiesta fuese secuestrado por una mujer de ese estilo. Tenía la gracia de que iban recorriendo calles de Granada, de noche, y abandonando la ciudad por una carretera oscura hacia un sitio que ya no recuerdo. Todas aquellas historias estaban demasiado influidas por otros libros que había leído (aunque eso de la simbiosis alga-humano no sé de donde lo saqué). Un último engendro era una novelita muy breve de ciencia-ficción, en el cual, existía una serie de flotas que vagaban por el Universo y cuyo objetivo era exterminar la vida. Esa flota avanza hacia un planeta y su almirante se lleva la sorpresa de que les plantan cara con otra flota de naves de guerra. Nadie entiende quién les ha avisado. Todo esto va mezclado con la misión de un caballero que tiene que vencer a no sé qué monstruo. La relación entre ambas tramas se me olvidó. Sí recuerdo el final. La flota del planeta es aniquilada y la civilización es exterminada. Y la flota maligna toma rumbo hacia la Tierra. Un poquito penoso, pero tenía 18 años cuando ideé aquello, y os puedo garantizar que no es una copia de Las Crónicas de Riddick (esas flotas malignas se parecen a los necróferos) porque la película no se había estrenado en 1992, cuando ideé la historia (es del 2004).

Sin embargo, en 1995 estaba cursando cuarto de física, especialidad teórica, en la Universidad de Granada. Tenía 21 años. Y en una habitación interior de una pensión donde pasé los dos mejores años de mi estancia en la Universidad, hacia febrero o marzo, terminé un relato que se llamaba "Jirones de niebla". Fue la primera pieza de prosa que terminé. Cinco páginas de Word, 2874 palabras incluyendo el título. Y, además, la escribí de un tirón. Fue el primero de mis escritos con el que me quedé satisfecho y, a partir de ahí, empecé a acabar relatos uno tras otro, hasta llegar a los cuarenta o cincuenta en el transcurso de los siguientes cinco años.

Jirones de niebla trata de la historia de Marta. La protagonista regresa a su hogar después de haber pasado unos días con su madre a causa de una discusión muy fuerte con su marido. Aparca su coche, saluda al portero, que no le hace mucho caso, sube a su casa y se encuentra que la llave no entra. Llama hecha una fiera, pensando que su marido le ha cambiado la cerradura y quien le abre es una mujer que no conoce. Discuten y Marta comprende que aquella mujer cree sinceramente que lleva viviendo allí con su familia desde hace tiempo. Se va para aclararlo todo con la policía, regresa al aparcamiento y la llave del mismo no abre. En esto, empieza a caer una niebla extraña, hecha a jirones. Marta se desespera. Encuentra a un policía y le expone su problema, pero éste no le hace el menor caso. La protagonista, cada vez más cansada acaba paseando por un parque, rodeada por los jirones de niebla, que cada vez son más espesos. Agotada, se sienta en un banco.

Y aparece su marido. Y le explica que es un ser que le roba la vida lentamente a sus seres queridos. Con cada beso, cada caricia o cada discusión, le arrebataba un poquito de vida. Le había ido robando la vida muy despacio, a lo largo de los años y todo lo que pasaba aquel día era que a Marta se le había terminado la energía, y estaba desapareciendo. Su marido no era un ser malvado, se apena al verla moririse, pero robar la vida a los seres humanos es su manera de sobrevivir. Y, al final, Marta se desvanece en la niebla.

Este primer relato que acabé fue como la chispa que me hizo ir terminando muchas cosas, iniciar una novela, hasta que tuve un parón literario hacia 2002 del que no salí hasta 2006-2007, aunque nunca recuperé la facilidad de la segunda mitad de la década de los noventa para urdir historias.

Pregunta 2 del reto respondida. ¡Conseguido!

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