31 julio 2006

(Cuentacuentos) Aquella tarde de julio era sorprendentemente calurosa

Aquella tarde de julio era sorprendentemente calurosa. No era el mejor momento para iniciar una travesía de varios meses en un velero. O al menos, eso me parecía. En el fondo, creo que ningún momento me resultaría adecuado para irme de allí. Dejaba momentos tan queridos allí... Dejaba a Julia.

Me había ido un rato a una playa cercana al puerto, porque no me atrevía a pasar allí las largas horas que tardarían los preparativos finales. Habría sido incapaz de resistir la angustia de saber si, a pesar de todas las veces que me había rechazado, Julia vendría, al menos, a despedirme. Como temía que no iba a aparecer, me sentía más a gusto en aquella playa preciosa, de arena fina y dorada.

El sol abrasaba. Ni siquiera la cercanía del mar, cuyas olas eran lo único que rompía el silencio, refrescaba un poco el ambiente. Estaba agotado, supongo que por el calor asfixiante. Se me ocurrió una idea extraña: quedarme allí y contemplar como el barco partía sin mí; ansiaba quedarme en aquel pueblo de aquella isla. Me hubiera gustado olvidarme de mi investigación, de mi Universidad y de mi casa, enclavada en una urbe del interior. Pero sabía que era imposible.

De todos modos, me acosté. Me prometí a mí mismo que sería sólo un rato y que después regresaría al puerto. Pero me invadía un sopor tan agradable...

En esto, noté que desde el pueblo venía alguien hacia mí. No la veía demasiado bien porque mi sopor me nublaba la vista, pero algo me dijo que era Julia. Y al poco, comprobé que había acertado. Por mucho que mi corazón quisiera salírseme del pecho, no tuve fuerzas para levantarme, aunque ella me evitó el esfuerzo al sentarse a mi lado y preguntarme qué hacía allí. Como no supe qué decirle, repliqué:

- Estoy viendo los barcos pasar.

No era una frase con mucho sentido, pero tenía miedo de confesarle que estaba en aquella playa porque no quería marcharme y poner un océano entre ella y yo. Julia continuó con voz alegre:

- Pues si te quedas mucho más, el barco se irá sin ti.

Cuánto me habría gustado que pasara, me dije. Estuve unos instantes mirándola, mientras ella me sonreía y continuaba jovialmente:

- Tenías que haberte traído un sombrero. Con este calor...

Apenas la oí. Dudaba entre si sería mejor confesarle mis sentimientos, o callarme para no hacerle daño. La verdad es que no podía quedarme en la isla, y no estaba seguro de que para ella fuese agradable abandonarlo todo para venirse conmigo a la polvorienta estepa castellana. Sin embargo, decidí que lo mejor era darle la oportunidad de elegir. Así que, con las pocas fuerzas que tenía, a sabiendas de que iba a rechazarme, le abrí mi corazón; le confesé todo lo que sentía sin guardarme nada, mientras ella me miraba divertida, riéndose de vez en cuando y tratando de convencerme de que no era tan maravillosa como yo le decía.

No sé si fue el calor, o el cansancio de haber pasado la noche en vela, o mis emociones, pero me fui desvaneciendo lentamente...

*****


Las olas seguían rompiendo en la playa, y sonando a paz. Me sentía muy cansada, casi incapaz de moverme. Pude mirarme un antebrazo y descubrí que lo tenía abrasado por el sol. Estaba muerta de sed. Creo que oí a alguien correr sobre la arena y decir algo, pero sólo prestaba atención al rugir dulce de las olas.

Estaba tan cansada...

*****


Abrí los ojos. Dejé que la paz que nos invade a todos justo después de despertar me reconfortara. Me dolían los brazos y la espalda, quemados por el sol. Estaba convencida de que había pasado durmiendo bastante tiempo. Y recordé el barco, y a Claudio. Me levanté angustiada, pero no estaba en condiciones de levantarme. La paz que me había reconfortado desapareció. Se me arrasaron los ojos y terminé por acostarme, resignada.

Claudio había partido, y ni siquiera había ido a verlo al puerto. Y, poco a poco, lo fui comprendiendo todo. Había pasado la noche casi sin dormir, pensando en si debía o no intentar irme con él. Era un científico que había venido al pueblo desde Europa para investigar algo que nunca comprendí, y le quise desde que le vi. Pero nunca me hizo caso. Así que el día de su regreso, decidí que, por mucho miedo que tuviera a considerarme demasiado atrevida, le propondría irme con él a trabajar de criada.

Para reunir el valor suficiente y dejarlo todo, me fui a la playa que hay junto al puerto, por donde se van los barcos con destino a Europa. Me quedé dormida y soñé con que todo era al revés y era Claudio el que deseaba quedarse... quedarse por mí. Había sido un sueño tan hermoso... Me dormí en la playa, en una tarde de julio sorprendentemente calurosa, y mi mente se confundió. Me podía haber muerto, con lo malo que es dormirse a pleno sol...

Claudio se había ido.



Juan Cuquejo Mira

23 julio 2006

Predicciones para el año 2000

Hace un par de días estuve leyendo un artículo de un libro de 1984, acerca de como sería la medicina en el, entonces, tan lejano año 2000. Supongo que la mayoría de lectores se acordará de que, en los años ochenta, el 2000 era una fecha del futuro remoto en la que sólo las cosas demasiado lentas no se habrían cumplido. Por ejemplo: "esta obra no se acaba ni en el año 2000".

Durante los años 80, el 2000 era una fecha mágica, un futuro en el cual la Humanidad estaría muchísimo más adelantada que en el instante presente, un año que sonaba a modernidad.

Según ese artículo del que hablo, en el año 2000 se habrían erradicado muchísimas enfermedades, debido a que los procesos de fabricación de vacunas se habrían abaratado tanto que se podrían repartir masivamente, países del Tercer Mundo incluidos. Resultaba curioso que dijeran que la gripe y el catarro habrían desaparecido gracias a las nuevas vacunas. Y sobre todo, y esto es lo más triste, las familias del 2000 vivirían en plena felicidad: sin enfermedades y con mayores niveles de vida. En otros artículos, se hablaba de que los coches que volasen serían una cosa común en el año 2000. Quizá no hubieran sustituido aún a los automóviles terrestres, pero ya se verían por las calles.

Es verdad que, en el fondo, lo que sucede es que extrapolamos tendencias cuando intentamos adivinar el futuro. La tecnología automovilística avanzaba vertiginosamente durante aquellos años, y parecía que el futuro eran automóviles de mucha mayor potencia, así que coches voladores eran plausibles. Lo que ocurrió es que las innovaciones, por razones de tipo social o económico, cambiaron su dirección a mejoras de seguridad, de mejora de rendimiento y de respeto por el medio ambiente. La industria quizá tuviera, potencialmente, la capacidad de comercializar coches que volasen, pero ahora el mercado va por otros derroteros. Lo que poca gente se podía imaginar eran cosas como Internet o la potencia que tienen los ordenadores domésticos actuales. Sobre todo en una época en que 92 kb de memoria estaban bastante bien para un ordenador.

Me invade la nostalgia cuando comparo como eran las cosas en los años ochenta y como son ahora. Y es triste ver como todo esas maravillas médicas no se han cumplido. Ni siquiera, haciendo algo de memoria, considero que ahora vivamos mejor que entonces. Es más, pienso que hemos empeorado. La vivienda, por las nubes, los precios altísimos, el empleo muy difícil y mal pagado. ¿Quién iba a decirnos en aquella época que la mejor opción para los recién licenciados llegarían a ser las prácticas en empresas sin remunerar?

Aunque, viéndolo positivamente, tampoco se han cumplido las predicciones apocalípticas para ese año que nos mostraban multitud de novelas y películas.

Es que adivinar el futuro es muy complicado.

21 julio 2006

Pobres creadores

Pienso que una de las actividades intelectuales menos valoradas económicamente es la propia creación, ya sea literaria, artística, musical o, incluso, científica. Nadie discute que si, por nombrar alguna profesión, un asesor fiscal pasa ocho horas al día haciendo declaraciones de impuestos realiza un trabajo que merece un sueldo. En cambio, eso no está tan claro si se trata de un escritor o un científico. El caso más curioso es el de la investigación universitaria; un profesor universitario no recibe apenas nada por generar conocimiento, su sueldo proviene, casi por entero, de difundir parte de él a sus alumnos. Y me pregunto, ¿si nadie generara conocimiento, qué ibamos a enseñar?

A veces, los creadores se toman a guasa esta mentalidad. Se cuenta que, a finales del siglo XIX, Marcos Zapata, un poeta español que pasó algunos años en Argentina, tuvo conocimiento de que una bodega organizaba un concurso poético. El premio era único y, según las bases, todos los originales no premiados pasarían a ser propiedad de la bodega. Ni corto ni perezoso, el escritor puso un anuncio en el periódico parecido a este: "Se concede un premio a la mejor marca de vino. El premio será único y cada bodega deberá enviar al jurado una caja de doce botellas. Las cajas de vino, premiadas o no, quedarán en poder el organizador del concurso".

Y digo yo, si un poeta puede regalar el fruto de su esfuerzo por presentarse a un simple concurso, ¿por qué no aplicar ese mismo criterio a otras cosas? La verdad es que resultaría interesante organizar un concurso parecido de portátiles de última generación...

Que buena arma es el humor.

17 julio 2006

15 julio 2006

Los archivos que se descargan los internautas: conclusión.

En una entrada anterior, hablábamos de cuatro programas gratuitos que nuestra empresa distribuye, y preguntábamos a los visitantes, cuáles de ellos creían que se descargarían más los visitantes de la página de la empresa. La respuesta la damos en esta entrada.

Aunque cada programa se colgó en la red en una fecha diferente, ponemos las descargas totales hasta la fecha de esta entrada. Las descargas han sido:

1) Método hamburgués un programa que calcula intereses de cuentas corrientes utilizando el método hamburgués. Descargas: 86.

2) Juego de las imágenes una versión más del conocidísimo juego de emparejar imágenes. Descargas: 32.

3) Proyecto Siveace un simulador biológico sencillo que representa el crecimiento de una población de plantas en un terreno. Descargas: 13.

4) Euroconversor un euroconversor, que hoy en día sólo tiene valor sentimental. Descargas: 1

No deja de llamarnos la atención los resultados. Liquidar intereses de cuentas mediante el método hamburgués es un procedimiento muy sencillo basado, esencialmente, en aplicar la tasa de interés día a día. Son matemáticas financieras elementales y, sin embargo, los visitantes la descargan con asiduidad. De hecho, muchas personas encuentran la página en el buscador sólo porque quieren un programa de liquidación de cuentas.

Con respecto a la simulación biológica, tiene más descargas desde que hablamos de ella en bitácoras, lo que dice algo sobre la difusión que alcanza lo que se escribe en ellas.



P.D.: para el que quiera bajarse alguno: necesitará descargar también:

.NET Framework 1.1

pero basta instalarlo una vez. Son las librerías de .NET Framework 1.1, que tienen la gracia de que la versión 2.0 es incompatible con esta o, al menos, no compatible de manera directa.

12 julio 2006

¿Qué es la Economía Social? Parte III: Principios cooperativos

Las cooperativas son, en cierto modo, las hermanas mayores dentro de la economía social, ya que representan de la forma más pura la idea de asociación de trabajadores que se ayudan mutuamente para lograr sus objetivos. Las cooperativas no son, únicamente, un tipo especial de sociedad mercantil. Su actividad aspira a regirse por una serie de principios, que podemos resumir así:

Primero: Adhesión voluntaria y abierta.

Toda persona capaz de trabajar en tareas asociadas al objeto social de la cooperativa, y que desee aceptar las responsabilidades derivadas de ser miembro, podrá hacerse socio de la misma, sin que quepan discriminaciones de ningún tipo (raciales, políticas, religiosas...).

Segundo: Control democrático por parte de sus miembros.

Las cooperativas son organizaciones democráticas controladas por sus miembros, los cuales deben participar activamente en la toma de decisiones. Ello significa que en las cooperativas de primer grado (las formadas por personas físicas), cada miembro tiene un voto; la organización de cooperativas de mayor grado (las formadas por otras cooperativas o, incluso, otro tipo de sociedades mercantiles) también será democrática.

Tercero: Participación económica de los miembros.

Los socios contribuirán equitativamente al capital de su cooperativa. Una parte, al menos, de ese capital, pasará a formar parte del patrimonio común de la cooperativa. Los miembros, o bien no reciben ninguna compensación por el capital aportado, o bien, reciben únicamente un tipo de interés limitado. El retorno de los excedentes cooperativos a los socios se hará en función de sus actividades con la misma. Existirá la posibilidad de crear reservas, una parte de las cuales deberá ser indivisible.

Cuarto: Autonomía.

Las cooperativas son organizaciones autónomas, controladas por sus miembros. En caso de que cierren acuerdos con otras organizaciones, gubernamentales o no, o se financien a costa de terceras partes, lo harán de manera que se preserve su autonomía y el control democrático de la misma por parte de sus socios.

Quinto: Educación, formación e información.

Las cooperativas prestan especial atención a estos aspectos. Deben proporcionar formación a sus miembros y empleados con el objetivo de que puedan cumplir sus tareas adecuadamente y contribuir al desarrollo de la empresa. Asimismo, las cooperativas realizarán actividades de promoción y difusión de los principios cooperativos.

Sexto: Cooperación entre cooperativas.

Las cooperativas deben colaborar entre sí, con el propósito de fortalecer el movimiento cooperativo y de prestar mejores servicios a sus socios. Dado que las cooperativas son asociaciones de personas que colaboran, es bastante lógico que estén abiertas a la colaboración con otras empresas de su misma clase y se integren en organismos de cualquier ámbito (locales, nacionales, internacionales...).

Séptimo: Preocupación por la comunidad.

Dentro de su actividad, las cooperativas trabajarán por el desarrollo sostenible de las ciudades o regiones donde habiten. Esto se hace a través de líneas de actuación que los miembros aprueben.

Una vez establecidos estos principios, la legislación de cada país los desarrolla de una forma diferente. Para el próximo día, las cooperativas en España.


Fuentes: Los siete principios cooperativos están basados en la Declaración de la Alianza Cooperativa Internacional sobre la Identidad Cooperativa. (Manchester, 1995). Los he adaptado de
http://www.coop.org/coop/principles.html

04 julio 2006

¿Qué es la Economía Social? Parte II: Principios fundamentales

Los principios esenciales de la economía social son:

1) Democratización y gran importancia de las decisiones tomadas por los trabajadores: en una cooperativa, cada miembro tiene un voto, independientemente de los bienes que haya aportado. El que aporta más bienes tiene derecho a recibir más intereses, pero no tiene más votos. En una sociedad laboral, es algo diferente, pero el papel de los trabajadores sigue siendo fundamental.

2) Priman las personas frente al capital en el reparto de los beneficios: cada socio trabajador debe recibir su salario. De lo que sobre, una parte queda obligatoriamente en la empresa y el resto se reparte según la dedicación laboral de cada socio (cooperativas) o según la participación de cada uno en el capital social (sociedades laborales), pero, como ya he dicho antes, el objetivo es pagar los sueldos o generar recursos para poder crecer. Las empresas de economía social no suelen pagar dividendos.

3) Es más importante prestar servicios a los propios socios o a la sociedad en conjunto que obtener el máximo beneficio. Un buen ejemplo: las cooperativas de vivienda. Otro, las fundaciones o asociaciones. Otro caso, una cooperativa o una sociedad laboral que acoge a personas que, de otro modo, no podrían trabajar (edad avanzada, falta de estudios...). De hecho, y esto es lo importante, el objetivo primordial de una empresa de economía social es proporcionar a sus trabajadores un puesto de trabajo estable y en buenas condiciones. Es salir del desempleo creando tu propio puesto.

4) Y, sobre todo, y lo señalo en negrita: autonomía. Una empresa de economía social pertenece a sus socios que, en su mayor parte, desempeñan su actividad laboral en la misma, y no al Estado u otras entidades.

En resumen: una empresa de economía social la fundan los trabajadores para crear y mantener su empleo, mientras que una empresa "normal" la forman un grupo de personas con dinero, que, en principio, si trabajan en la empresa, lo harán como directivos o jefes con empleados a su cargo.

Para el próximo día, me centraré en cómo son las cooperativas y en los principios por los cuales se rigen.


Fuentes: Economía social en Wikipedia y elaboración propia.


NOTA: Hay muy buena información sobre economía social en: Unidad de investigación en economía social y cooperativa

03 julio 2006

(Cuentacuentos) Su sonrisa, congelada, me incitaba a besarle

Su sonrisa, congelada, me incitaba a besarle esa boca que siempre había adorado. Volver a verla, aunque fuera presa del maleficio, era un premio más que suficiente para todas las penalidades que había tenido que soportar.

Fue un año muy largo. No sé bien qué sucedió; dicen que Laura, mi amor, la chica que yacía congelada a unos pasos de mí, había discutido con una bruja horrible porque había intentado quitarle unas hierbas que la hechicera estaba cultivando. Por ello, la bruja le había echado una maldición de lo más retorcido. Un par de días después, un demonio la congeló con su aliento, la secuestró y durante la noche dejó una nota en la plaza del pueblo diciendo que la había encerrado en una cueva y que sólo su amor verdadero podría rescatarla.

Ni me lo pensé. Le pedí prestadas la coraza, el yelmo y la espada de repuesto a un amigo, estuve entrenándome una semana, y me fui hacia la cueva. Como no me las veía todas conmigo, traté de evitar encontrármelo y quise recorrer la cueva a escondidas. Fue inútil. Luchamos, me venció de una forma humillante, y me echó de la cueva a carcajadas. Pero no pensaba rendirme. Viajé hasta la ciudad, con todos mis ahorros, y me apunté en la mejor escuela de esgrima que pude pagar. Cuando regresé, intenté liberarla de nuevo. Esta vez, la lucha fue mucho más igualada, pero perdí por poco. Desesperado, tras curarme las heridas, estuve tres meses trabajando en la vendimia, ahorré más dinero y me apunté en otra escuela de esgrima, mejor que la primera. Y al siguiente intento, derroté al demonio.

Pero todo eso ya no importaba. Lo había conseguido, y podría rescatar a Laura. Lo único que empañaba mi felicidad, era haber perdido en la refriega el anillo de mi padre, que siempre me había estado un poco grande. Pero era un sacrificio que no me importaba hacer con tal de estar con ella. No tenía ni idea de como romper el maleficio, pero sospechaba que, como en los cuentos, un beso de su amor verdadero la despertaría. Y yo había hecho tantísimo por ella que era el mejor candidato. Me dio algo de pena que nuestro primer beso fuera en esas condiciones, pero me agaché sobre su cuerpo congelado y la besé en los labios, con toda la pasión que pude.

Alcé la vista ilusionado, y la vi igual de congelada. "Habrá que esperar un poco", pensé. Y pasó más de media hora, un tiempo en que se me acabaron por crispar los nervios. No dejaba de preguntarme qué estaba haciendo mal, y por más que lo pensaba, no encontraba cómo romper el maleficio.

En eso, oí pasos y desenvainé. ¿Sería el demonio que volvía a por mí? Me asusté un poco, porque tenía un brazo y una pierna heridos y no sabía si iba a poder soportar otra pelea. Afortunadamente, sólo era Julio, un vecino del pueblo arrogante e insoportable. Le espeté, furioso:

- ¿Qué haces aquí?

Y él repuso, con indiferencia.

- Vengo a rescatar a Laura.

Contesté riéndome:

- Si no has hecho nada por ella.

Con una suficiencia que odié, continuó

- Ay, ay, amigo, ¿aún no comprendes que el amor verdadero de toda mujer es el hombre al que ella ama? - y con cara de asco, sacó un pañuelo y limpió la boca de Laura -. Seguro que le has puesto los morros encima.

Sin darme tiempo a otra cosa que enfurecerme, le besó los labios, y ya me acercaba a tener unas palabras con él cuando me estremecí. Julio se levantó y vi que Laura abría los ojos. Estaba tan aturdido que me quedé un rato de pie antes de sentarme. Laura se descongeló, se levantó y tuve que soportar verlos abrazarse y besarse. "No es justo", pensé, "después de todo lo que he hecho por ella...". Cuando se cansaron de hacerse cariñitos, me miraron un poco. Laura se acercó, me besó en la mejilla y me dijo:

- Gracias por haberme reunido con mi amor verdadero.

Y se fue muy contenta. Yo seguía sentado con la misma cara de tonto, sin comprender nada de nada. En esto, Julio me sorprendió al ponerme una mano en el hombro y decirme.

- Si no me hubieras allanado el camino, no habría podido llegar hasta aquí. No te tortures más, que hay muchas chicas solteras por ahí.

Le miré un instante, y protesté:

- Tú no la amas...

Se encogió de hombros y repuso:

- A ella no le importa.

Y se fue a paso largo, para alcanzar a Laura. No recuerdo bien cuanto tiempo pasé allí, solo, con el corazón hecho pedazos. Creo que hasta lloré, pero sólo un poco, que los hombres no lloramos. Al final, reparé en que debía marcharme y me levanté sin ganas, embargado por pensamientos amargos.

Atardecía cuando salí. Estaba tan cojo y molido, que iba a llegar de madrugada al pueblo. Algo se movió a mi izquierda y, de soslayo, vi que un encapcuchado se estaba levantando y se me acercaba. "Encapuchada", pensé, cuando la oí saludarme. Y cuando se bajó la capucha y me miró, me quedé estupefacto. Nunca había visto a una mujer tan guapa. Empezó a buscarse algo entre la ropa y me dijo.

- Tengo algo para ti... Espera.

Como no lo encontraba se quitó la capa de viaje, lo que la favoreció todavía más. Y la observé, embobado, mientras rebuscaba entre sus faltriqueras hasta que localizó algo en la última, me lo depositó con dulzura en la mano y me dijo:

- Siento mucho haberte hecho pasar por todo esto. No era mi intención.

Lo que tenía en la mano era el anillo de mi padre, y la felicidad que me embargó se convirtió, de pronto, en miedo. No fui capaz de contenerme.

- ¡Eres la bruja!

Me miró con un poco de guasa, como si estuviera pensando: "qué listo". Pronto reflexioné un poco y me di cuenta de que no pensaba hacerme ningún daño. No hacía más que mirarme, como esperando a que dijera algo, y yo no acertaba a otra cosa que a devolverle el gesto, preguntándome quién podía llamar horrible a una mujer así. Entonces habló, seria:

- ¿Por qué me miras así?
- Porque... no pensaba que...- repuse a trompicones - una bruja pudiera ser tan...
- Tan... ¿qué?

No fui capaz de seguir; bajé la vista y creo que me ruboricé. Tenía miedo de que si acababa la frase me convirtiese en algo horrible. En eso, cambió de tema.

- La gente no lo sabe, pero lo normal es que una bruja no pueda controlar sus poderes. Yo no puedo, y sólo actúan cuando me enfado muchísimo. Tu amiga Laura se coló en mi huerto y para robarme unas hierbas, destrozó casi todo lo que había sembrado, y cuando fui a impedírselo, me dio dos guantazos... - y bajó la vista - Y mis lágrimas se convirtieron en ese monstruo al que venciste -. Hizo una pausa -. He pasado un año muy malo. Me alegro de que nadie haya muerto.

Retrocedió para buscar su capa y la cogió tras añadir:

- Ah, lo del aviso en la plaza del pueblo fue cosa mía. Más no podía hacer.

La miré mientras buscaba, sin éxito, el broche de su capa, y sentí que tenía que hacer algo para volver a verla. Pareció recordar algo y dijo:

- No puedo compensarte por todo lo que has pasado, pero si puedo hacer algo por ti...

Negué maquinalmente a lo que respondió con una sonrisa, y siguió intentando encontrar el broche. Se me aceleró el pulso, y me costó un rato encontrar las palabras, que parecían no querer salirme de la garganta.

- ¿Volveré a verte?

La bruja dejó lo que estaba haciendo y me miró mortalmente seria, y quizá, algo sorprendida. Se tocó ligeramente el pelo, se me acercó mucho, clavándome los ojos, y me dijo con maldad:

- Podría convertirte en sapo o en algo mucho más repulsivo si me pillas de mal humor. ¿No me tienes miedo?

Repuse que no con seguridad y ella se rió un poco mientras murmuraba "no sé, no sé". Volvió junto a su capa de viaje, y dándome la espalda, se la puso con una lentitud que me pareció deliberada. No sabía qué hacer, sólo ansiaba que aquella no fuera la última vez que la viese. Así que insistí.

- ¿Volveré a verte?

Terminó de ponerse la capa y la capucha, sin responder. Ya pensaba que no diría nada cuando habló, sin volverse.

- Las brujas somos muy solitarias. No sé si sería una buena idea.

Se alejó unos pasos, y me hubiera entristecido mucho de no sentirme tan cansado. La vi alejarse hasta que se detuvo unos instantes, y como si hubiera olvidado algo, se volvió y me dijo:

- Ese corte de la pierna tiene mal aspecto. Ven a verme y te daré algo para que mejores.

Se despidió con un gesto de la mano y se marchó con rapidez. Reparé en que no me había dicho donde encontrarla; no obstante, si había sido capaz de vencer a un demonio por una chica que no lo merecía, podría encontrarla a ella. Pensaréis que es una tontería, después de lo mal que acababa de pasarlo, pero esa ilusión me hizo sentirme muchísimo mejor.



Juan Cuquejo Mira.