30 septiembre 2006

Proyecto de Estatuto del Trabajador Autónomo

Para que se note que esta es, también, una bitácora de empresa, voy a hablar de una noticia que quizá me afecte, o quizá no, y es el proyecto de creación de un Estatuto del Trabajador Autónomo.

Aunque, a todos los efectos, soy un trabajador más, con la particularidad de que soy dueño de una parte de la empresa donde trabajo, la Seguridad Social me encuadró en el Régimen Especial de Trabajadores Autónomos, por la existencia de lazos familiares con los demás socios. Ello supone que poseo el control efectivo de mi empresa, de manera que todos los meses tengo mi nómina, parte de la cual se me va en las cuotas del autónomo.

Siempre es interesante que el Estado se acuerde de uno, aunque, en ciertas cosas, mantengo algún escepticismo ante la propuesta. Todavía recuerdo ciertas declaraciones de no recuerdo qué responsable público que venían a decir que "el mayor problema de la Seguridad Social son los autónomos". La verdad es que no deja de tener su gracia que seamos un problema, al parecer, tan grave y que, por otro lado, nos tengamos que dar de alta so pena de cuantiosas sanciones. Con lo fácil que sería no estar obligados a afiliarnos para acabar con el "gran problema". Aquellas declaraciones abrieron la veda a subidas en la cotización que afectaron a los autónomos más débiles, por desgracia, todos los socios de mi empresa. Las cuotas mínimas se subieron en mayor medida para autónomos que empezábamos - por culpa del aumento del Salario Mínimo Interprofesional, pero esa es otra historia - y para las personas con mayor riesgo de exclusión, los autónomos mayores de 50 años. No han sido "pequeños aumentos" como nos dijeron en la primera y única carta que nos mandaron para conformarnos.

Con estos precedentes, no dudo que van a aprovechar el Estatuto para aumentar la recaudación a nuestra costa. Sin embargo, hay unos cuantos puntos curiosos e interesantes. Puede verse aquí el informe del comité de expertos sobre el Estatuto del Trabajador Autónomo en PDF. No he leído enteras las 209 páginas del informe, pero las cosas que he sacado en claro son positivas. En resumen:

  • Se limitará la responsabilidad económica de los autónomos frente a deudas en que incurran a causa de su actividad. Un autónomo, o empresa individual, responde a las deudas de su actividad empresarial con todos sus bienes, presentes y futuros, lo que constituye el mayor riesgo que asume en su actividad. Una multa de 300.000 euros (y hay ciertas instituciones que pueden poner multas así por tonterías, cuyo nombre me callo) y estás arruinado para toda la vida. Eso va a limitarse, declarando inembargable la vivienda habitual y el vehículo particular del autónomo, entre otras cosas.
  • Se le presta gran atención a una nueva figura, la del autónomo dependiente. Aunque, en teoría yo soy uno, en la práctica esa legislación no va por mí, ya que soy un trabajador por cuenta ajena más. Se trata de que todos los comerciales que están dados de alta bajo la modalidad de "contrato mercantil", o ciertos tipos de trabajadores "freelance" que, en la práctica, trabajan en exclusiva para un solo cliente. Se establecen derechos como el prestaciones por embarazo, 15 días anuales de vacaciones y limitaciones en la jornada.
  • Un punto interesante es la posibilidad de establecer cuotas para jornadas inferiores a la completa. Así se podrá cotizar sólo por media jornada, y no exclusivamente a jornada completa aunque ya tengas otro trabajo y el autónomo sea sólo para fines de semana. Es uno de los puntos que más posibilidades tienen, pienso, de no salir adelante, pero es una medida lógica e inteligente que ha sido valiente plantear.
  • Otro punto curioso, que tampoco veo muy fácil que salga adelante, es la posibilidad de suspender temporalmente el pago de las cotizaciones cuando el autónomo acredite unos ingresos brutos inferiores al Salario Mínimo Interprofesional, al menos, durante los dos primeros años de actividad. Esta es otra medida valiente, pero temo que los requisitos para tener derecho sean tan complejos que sea igual que pedir la baja, que casi ninguno lo hacemos por el papeleo.

No sé cómo quedará en realidad la cosa, pero algo se mueve en las altas instancias. Es verdad que los que no hemos tenido más remedio que el autoempleo tenemos demandas más urgentes, como aumentar la seguridad, tanto frente a la delincuencia (los joyeros están cayendo como moscas y aunque pilles a un ladrón con las manos en la masa, es complicadísimo que te restituyan lo robado o que le detengan), como frente a la ley (muchos autónomos viven en inseguridad jurídica permanente, violando leyes, a veces, desconocidas y a veces casi imposibles de cumplir salvo que seas una gran empresa).

Está bien que se proteja a los autónomos. O lo hacemos o acabaremos en manos de las multinacionales, como en las novelas futuristas.

26 septiembre 2006

Otras bitácoras interesantes

Desde que mantengo bitácoras, me he aficionado a visitar las de los demás, cosa que es bastante habitual entre los que utilizamos esta forma de expresión. Aunque algunas ya llevan tiempo puestas en los vínculos de la izquierda, voy a hablar de unas bitácoras que me gustan, para que las visitéis. No están ordenadas en forma alguna, y cualquier omisión no debe entenderse como una crítica, sino como que me las dejo para otro momento.

  • Gaussianos: una bitácora sobre matemáticas escrita con un estilo muy didáctico y que trata temas y curiosidades sobre la "madre de las ciencias". Merece la pena visitarla y disfrutar un poco.
  • Lillusion: una bitácora personal cuyos temas habituales son el recuerdo de películas de los años 80 y de la música de la época. Es un sitio donde se respira una leve nostalgia hacia una época que muchos aún recordamos. Y cada semana, un tema musical nuevo.
  • Yo, Cendra: es una de las participantes de cuentacuentos, entre los que hay mucho talento. Tiene muy buen estilo y, además de publicar un relato a la semana, tiene tiempo para seguir haciendo literatura en el resto de las entradas.
  • Xanina-Astur: otra bitácora de una escritora en ciernes. Además de ir publicando algún que otro relato, narra algunas de sus vivencias y otras cosas más. Por ejemplo, si queréis saber lo que son las Xanas, de donde ha tomado su apodo, ya sabéis donde mirar.

Son sólo tres, y me dejo muchos para otro día, sobre todo, a muchos participantes de cuentacuentos que lo hacen muy bien. Pero ya se me acaba el tiempo. Otro día continúo.

(Cuentacuentos) ¿Recuerdas cuando mirábamos las estrellas?

- ¿Recuerdas cuando mirábamos las estrellas?

Laura apenas sonrió levemente, sin mirarme. La comprendía. Iba a producirse el mayor cambio que debería afrontar en su vida, y lo normal era estar muy preocupado. Yo pasaría por lo mismo dentro de un par de años, y no quería ni pensarlo. Y eso que los hombres debemos enfrentarnos a eso unos años más tarde, cuando somos más maduros.

Alcé la vista hacia la noche estrellada, y se me hizo un nudo en la garganta. Habíamos hecho aquello desde que éramos niños, y siempre que nuestras obligaciones nos lo permitían, dedicábamos un rato por la noche a soñar con las estrellas. Nos pasábamos el rato preguntándonos cuáles de aquellas estrellas estarían habitadas, y nos empeñábamos en encontrar el sol de la Tierra. Ahora mismo, estaba mirando fijamente el astro que calentaba el planeta ancestral del ser humano. Descubrí que Laura también lo hacía, y suspiraba.

Decían los chicos mayores que el cambio era bueno, que después de pasarlo podías hacer muchas más cosas que antes, pero a ninguno le gustaba experimentarlo. Laura no lo deseaba y yo, tuve que reconocer con amargura, tampoco. Ahora, cuando lo recuerdo, creo que la amaba mucho, aunque en nuestro mundo, a los seres humanos no nos están permitidas esas cosas. No ha sido siempre así, y en otros lugares tampoco lo es. Sabemos, por las transmisiones que captamos a escondidas de la Tierra, que allí no existe el cambio. Es verdad que muchas cosas funcionan peor en el mundo natal de la Humanidad, pero, a veces, me gustaría ser terrícola.

Laura empezó a toser, como si se atragantara, e intenté confortarla como pude. Su rostro mostraba un color ceniciento, y tenía los ojos húmedos. Cuando se calmó y se me acercó para dejar que le pasara el brazo por los hombros, sentí, o quise creerlo, que también significaba mucho para ella. Con la voz débil, me dijo:

- Voy a echarlas tanto de menos...

* * * * *

No vi marcharse a Laura; era lo habitual. Los malgarx sabían ser discretos y, de cualquier manera, si su aspecto la última noche que miramos las estrellas ya era malo, mejor no haber visto en qué estado se la habrían llevado los malgarx.

El cambio requería 49 días, que casi habían pasado. Me sentía tan solo que nada me consolaba. Realizaba mis tareas con tanto desánimo, que me daba miedo que algún malgarx intentara corregir mi actitud. Sin embargo, era una tontería pensar eso; apenas les prestan atención a los muchachos, ya que son tan eficientes que creo que nos dan trabajo sólo para que no nos aburramos. Para ellos no somos más que un estado evolutivo inferior al que no tienen más remedio que tolerar.

Aquella noche, a falta de dos para que Laura regresara, volví al sitio desde el que mirábamos las estrellas. Y miré al sol de la Tierra, una lucecita amarilla parpadeante, preguntándome por qué los terrestres no hacían nada para acabar con lo que pasaba en nuestro planeta. ¿Por qué permitían aquello?

* * * * *

Si algo caracteriza al espíritu humano, es lo fácilmente que alberga esperanzas inútiles. Pasé toda la mañana pendiente de los malgarx que iban y venían, con la esperanza de reconocer a Laura. Estaba dispuesto a mirarla fijamente cuando la reconociera, porque estaba seguro de hacerlo, y a comprobar si me seguía recordando. Dicen que cuando cambias, olvidas toda tu vida anterior o, al menos, que si recuerdas algo, deja de importarte. Tus sueños, tus sentimientos, tus esperanzas... todo queda atrás. Pero yo no podía aceptarlo; anhelaba comprobar que Laura no me había olvidado.


No fui capaz de reconocerla. En verdad, todos los malgarx se parecen muchísimo; son seres gráciles que recuerdan vagamente a un ser humano con alas muy alto. Cualquiera de los malgarx que había pasado andando cerca de mí, o volando sobre mi cabeza, podría haber sido ella.

Hacía muchos años, nuestros antepasados, después de haber sufrido guerras devastadoras, tomaron la decisión de cambiarse a sí mismos. Decidieron transformar todas las etapas de la vida humana que, a su juicio, eran peligrosas, lo que supuso no dejarnos avanzar más allá de la adolescencia, a los dieciséis años las mujeres, y a los dieciocho los hombres. Después, cambiamos y nos convertimos en malgarx, que carecen de emociones y viven sólo para trabajar y construir una civilización espléndida, pero completamente inhumana.

No quiero ese futuro, pero contra mi destino no hay rebelión posible. Lo llevo en la sangre.



Juan Cuquejo Mira.


(Otras historias en Cuentacuentos)

21 septiembre 2006

¿Qué son los juegos de rol?

Después del parón de publicaciones más largo hasta el momento en mi bitácora, vuelvo a la carga hablando de unos juegos tan desconocidos para buena parte del público como poseedores de una mala prensa inmerecida.

Aunque casi cualquier juego podría calificarse "de rol" (el ajedrez, el fútbol...) ya que cada jugador posee un papel definido y obedece una serie de normas, un juego de rol en sentido estricto es aquel juego de mesa en que los jugadores, de forma hablada e interpretando un papel, desarrollan una trama similar a la de un relato o una novela de acuerdo a un sistema concreto de reglas.

En un juego de rol existen dos papeles diferenciados: el director de juego (o "master") y los jugadores. Las partidas se juegan con un director y uno o varios jugadores. El cometido del director es dar vida al mundo, crear la trama que, previsiblemente, seguirán los jugadores - aunque en una partida nunca se sabe dónde pueden acabar las aventuras - y determinar los resultados de las acciones de éstos. En cuanto a los jugadores, cada uno de ellos decide las acciones de un personaje dentro del mundo descrito por el director. La característica fundamental de estos juegos es esta división de papeles: una serie de jugadores que proponen hacer cosas y un director de juego que encarna el "destino" y decide cuáles salen bien, y cuales mal, ya
sea según se le ocurra o, lo más normal, siguiendo una serie de reglas que determinan los resultados de las acciones.

Los tipos de juegos de rol (o sistemas de juego, como también se les llama) se diferencian, exclusivamente, en el conjunto de reglas que utilizan, las cuales suelen determinar las ambientaciones posibles; de hecho, el nombre de "sistema de juego" se le da a las reglas, no a las ambientaciones. Así un sistema que describa lo que sucede cuando dos personas luchan con espada será el usado para mundos medievales, mientras que uno que dé pautas para saber cuanto daño hace una pistola láser, nos sumergirá en un universo de ciencia-ficción. Aunque nadie nos asegura que un director con imaginación no pueda combinar varios sistemas de juego para hacer ambientaciones genéricas o, incluso, crearse sus propias reglas.

Existen juegos de rol sin reglas. Son aquellos en que los jugadores van narrando sus acciones y el director decide, usando el sentido común, qué consecuencias tienen estas. Sin embargo, suelen gustar más sistemas de reglas que requieran el uso de dados, ya que dan la impresión de ser más justos y además, son más emocionantes. La idea es que cada jugador se hace una "ficha" donde, numéricamente, se "modelan" sus aptitudes: la fuerza, la agilidad, la inteligencia... y cuando, por ejemplo, tiene que enfrentarse a un monstruo, existen unas reglas que dicen, según sus tiradas de dado y sus cualidades, si le ha dado un buen golpe o no.

Los juegos de rol son, en mi opinión, una afición muy relacionada con la literatura, por muchos motivos. Principalmente, una partida de rol es relatar una historia entre varias personas de un modo particular, distinto a que cada persona escriba algunos capítulos o, bien, a que uno escriba un trozo y otros lo continúen. Otro parecido es que el papel de un jugador equivale al de un lector de una novela de aventuras al que le dan la oportunidad de decidir las acciones del protagonista, y el de un director de juego al de un novelista que modifica su trama por la acción de sus propios personajes. Por último, y más importante, como es muy difícil que un director se invente un mundo completo, a menudo se juega en "universos" basados en la literatura, desde títulos recientes como "El Señor de los Anillos", las novelas de Elric de Melniboné, las novelas de los mitos de Cthulhu, etc... hasta literatura medieval o clásica. Ello obliga, tanto a jugadores como a directores, como mínimo, a conocer esas obras y, a veces, a leerlas. En cualquier caso, a menudo es recomendable la lectura de libros históricos para poder ambientar adecuadamente las partidas.

Aunque, lo mejor de las partidas de rol es lo que te ríes jugando.

11 septiembre 2006

(Cuentacuentos) Siempre soñé con convertirme en...

Siempre soñé con convertirme en... en un animal del que no recuerdo el nombre. Lo que recuerdo es que se trata de un ave, un ave rápida y fuerte... y libre. La verdad es que después de tanto tiempo como llevo aquí encerrado, lo extraño es que no me haya vuelto loco.

Mi caso es un tanto peor que el de la mayoría de mis compañeros de la celda comunal que ocupamos. Ellos apenas han conocido la libertad, porque llevan aquí desde que tenían cinco o seis años. Yo, en cambio, antes de que me capturasen, pasaba los días sin más techo que el cielo, ni más paredes que los bosques y las montañas de la aldea donde nací. Sólo llevo aquí cuatro años, desde los once, que es demasiado poco como para haber olvidado la libertad.

Otra cosa que me diferencia de la mayoría es que no deseo estar aquí. A casi todos les han acabado convenciendo de que servir a Shtaan, el demonio que alimenta los volcanes, es un honor y un privilegio. A mí no me gustan los demonios, como tampoco a mis padres. Durante el poco tiempo en que pudieron ocuparse de mí, me enseñaron a amar a Jutar, el Dios que nos ha abandonado. Si bien a todos los que estamos aquí nos trajeron de la misma forma, arrancándonos de la casa de nuestros padres, los demás casi no se acuerdan y no lo sienten. Yo sí.

A pesar de todo, durante las dos horas diarias que nos permiten salir al patio para adecentar un poco nuestra celda, noto que somos un grupo de chicos triste. Muy pocos corren o juegan, aunque sean más jóvenes que yo, y entre los que tenemos quince años y, por tanto, vamos a salir muy pronto, esa esperanza de libertad tampoco nos anima. A mí, desde luego, convertirme en un sacerdote de Shtaan o en un caballero infernal tampoco me seduce. Por eso, esta mañana me pasé todo el tiempo mirando al cielo, soñando en convertirme en esa ave de presa, de cuyo nombre no me acuerdo, a la que veía volar libre desde mi casa.

Pero, cuando la puerta de la celda se cierra, y la luz nos abandona, se me quitan las ganas de soñar. Si fuera ya somos tristes, dentro parece que estemos asistiendo a un entierro. Voces ahogadas por todos sitios, niños tumbados durante horas sin otra cosa mejor que hacer... Los únicos que parecen mantener un poco de actividad son un chico que aparece y desaparece de cuando en cuando, y Bernard, que es un joven con aspecto de extranjero y un carácter bastante extraño. Durante un tiempo, me interesé en averiguar qué hacía este muchacho, y en qué sitios se metía, pero Bernard empezó a mostrarse antipático y preferí quedarme todo el tiempo en mi rincón, intentando soñar con el viento y con cómo sería mirar el mundo desde las
alturas.

* * * * *


Un buen día, vinieron a nuestra celda decenas de guardias infernales, justo a la hora a la que nos hacían salir al patio. Nos hicieron formar una fila e hicieron salir a casi todos, salvo a los que teníamos quince años. Pensé que había llegado el momento, el final de mi cautiverio en aquel recinto y el comienzo de otra condena. No eché de menos a nadie, salvo a Bernard. Me sorprendió un poco, porque creía que era de mi misma edad, pero también podía estar equivocado.

Nos hicieron formar otra fila y salimos, escoltados por los guardias, después de varias vueltas a través de pasillos que nunca habíamos visto, a una enorme sala de baños, donde nos hicieron desnudarnos, asearnos y vestirnos con ropas de buena calidad. Luego, siempre en fila india, anduvimos por un pasillo abierto al aire libre, que nos dejaba ontemplar unas vistas preciosas del templo, el cielo y la ladera del volcán. El viaje se me hizo muy corto, ya que estuve todo el rato fantaseando con surcar el cielo convertido en ave de presa. Casi al final, algo aún más sorprendente, me sacó de mis pensamientos. Había chicas, que avanzaban en fila recta al igual que nosotros, pero por otro pasillo que reposaba en la otra parte de una grieta humeante. Se hizo el silencio; incluso, la fila se detuvo unos instantes, mientras mirabamos a las muchachas atónitos. Entre ellas, pareció cundir el mismo desconcierto; era la primera vez, para casi todos, que veíamos a chicas de nuestra edad. En medio del estupor general, observé que el chico que desaparecía de vez en cuando, dos puestos delante de mí, buscaba con la mirada algo en la fila de las muchachas.

Los golpes de los guardias nos hicieron reanudar la marcha. Finalmente, llegamos a un ensanchamiento de los pasillos que parecían los pilares de un puente que se hubiera derrumbado sobre la grieta, que despedía humo enrarecido y calor. Las chicas estaban lo más cerca de nosotros que habían estado nunca, aunque ninguno de los dos grupos había recibido permiso para romper filas. Sin querer, me fijé en que, dentro de dos capillas con techos triangulares, y abiertas por todos sitios, había un sacerdote y unos cuantos hombres más en cada lado de la grieta y algo empezó a parecerme raro. Cuando aquellos sacerdotes empezaron a pronunciar cánticos y, luego, a anunciar que veinticinco chicos y veinticinco chicas, todos vírgenes, serían sacrificados a Shtaan, mi corazón ya llevaba rato latiendo con furia. El terror nos invadió a todos, y la mayoría nos pusimos a llorar, pero era inútil resistirse.

El volcán rugió y la tierra tembló. Sin más preámbulos, los guardias nos hicieron avanzar a empujones. Empezaron tirando a un chico. Luego, una chica; después, otro chico. Las rodillas me temblaban, mientras veía caer a chicos y chicas, alternativamente, a la grieta. Ante la preocupación creciente de los sacerdotes, el volcán rugió como si estuviera furioso. Y, de pronto, el chico que estaba dos puestos por delante, rompió la fila, y mientras los guardias lo retenían, le gritó a la chica que estaba en el borde del precipicio y le miraba con intensidad:

- ¡Gloria! Te quiero... te quiero.

El sacerdote del otro lado empujó a Gloria, y la cara de terror del religioso de nuestro lado hizo que se esfumara, por unos intantes, mi miedo y lo sustituyese por el asombro. Lo que vino después fue terrible, pero rápido. Algo en la grieta estalló, y, envuelto en niebla y fuego, se vislumbró la silueta del mismísimo Shtaan, que parecía estar fuera de sí. Los guardias arrancaron a correr y los religiosos se postraron, pero era inútil. En la mente de todos resonaba la protesta de Shtaan: "¡Esta chica no es virgen! ¡Me habéis engañado!". Justo cuando intentaba huir, todo se vino abajo. Me llovieron cascotes, y una columna me aplastó las piernas. Casi no podía respirar.

Entre el revuelo tuve una visión extraña. Bernard venía corriendo, al parecer, sin miedo al derrumbe. Agarró del brazo al muchacho que había gritado a Gloria, y se lo llevó de allí. Antes de desaparecer, se me acercó y me miró con pena. Empezaron a deslizarse imágenes en mi mente. Un ser divino, sirviente de Jutar, que venía a nuestro mundo para combatir a Shtaan... Bernard. Un sirviente de nuestro Dios demasiado débil como para derrotar al demonio, y que hacía lo que podía. Lo vi infiltrarse en la prisión, abrir un agujero entre nuestra celda y la de las chicas y arreglárselas para que dos de ellos se enamorasen y se amaran, a sabiendas de que Shtaan, torpe y caprichoso, no lo perdonaría y le asestaría un gran golpe a sus adoradores. Jutar está tan ocupado venciendo a demonios más peligrosos, que no puede ayudarnos directamente...

Oí su voz por última vez:

- El ave en que quieres convertirte se llama halcón.

Y en un recinto que se desmoronaba, Bernard me cerró los ojos...

Y convertido en un halcón, alcé el vuelo.


Juan Cuquejo Mira.


(Otras historias en Cuentacuentos)

07 septiembre 2006

Una ración de estadísticas

Mirando el contador que utilizo para saber cuanto se visita esta bitácora, he visto que ha alcanzado la primera cifra mágica. En estos momentos, la bitácora se ha visualizado poco más de 500 veces desde el 14 de junio, que fue cuando la abrí. No es tampoco una barbaridad, pero resulta que:

  1. Se han producido durante los meses de julio y agosto, que suelen ser bastante flojos en lo que respecta a actividad.
  2. Apenas la he promocionado: sólo está apuntada en Blogalaxia en Emezeta en Technorati y en Directorio-Blogs (aunque en este no parecen haberme dado de alta). De hecho, y hay que ser tonto, no me refiero a ella, todavía, ni desde la "página madre" de Sinciforma - y eso que conozco a los dueños -.

Concretamente, y para disfrute de los amantes de las cifras, las estadísticas a día de hoy, desde el 14 de junio de 2006, son:

  • Veces visualizada: 504.
  • Visitantes únicos (según Blogalaxia): 414.
  • Posición 669.887 (9 vínculos desde 4 bitácoras) en Technorati.

Para no llevar ni tres meses, con la experiencia que tengo con otras páginas que he mantenido, no está demasiado mal.

Aunque el mérito es de todos los que la han visitado.

¡Gracias!

05 septiembre 2006

La profesionalidad de Pepu

Me aparto, una vez más, de los temas habituales de mi bitácora, para dedicarle unas líneas a Pepu, el entrenador de la selección española de baloncesto que, como me gusta repetir, ha sido campeona del mundo en Japón este domingo.

El día después supe que el padre de Pepu falleció varias horas antes de iniciarse la final, y el entrenador lo mantuvo en secreto para que el equipo no se desconcentrara. Lo mantuvo en secreto, asimismo, en la ceremonia de entrega para no amargar la fiesta.

Han sido unos detalles que me han impresionado. Sinceramente.

Mi pésame y mi admiración.

(Cuentacuentos) Que equivocada estás, niña

- Que equivocada estás, niña -, dijo de pronto aquel hombre extraño que permanecía sentado en el suelo.

Sara no se movió, ni dejó que se notase, pero aquella afirmación la dejó sorprendida. Continuó apuntándole con la espada, lista para acabar con él si intentaba algo; no obstante, había cometido el error de dejar que sus miradas se cruzasen. Algo del rostro de aquel hombre, de mediana edad y pelo negro y plateado, la incitaba a escucharle. El hechicero lo había advertido, y prosiguió con una sonrisa:

- ¿Cuántos años tienes, dieciséis, diecisiete?

- Diecinueve -, repuso Sara con rapidez, molesta porque siempre la tomaban por una cría.

Cuando la sonrisa del hechicero se amplió, Sara pensó en que no debería hablar con él y quiso mostrar firmeza acercando un poco más la punta a la garganta del hombre, pero eso no le hizo callar.

- Le eres tan fiel que seguramente llevas siendo su criada desde que eras una niña, ¿verdad?

Sara no pudo contenerse y le gritó:

- ¡No soy su criada! ¡Soy su ayudante, su compañera! - e, inmediatamente, fue consciente de su nuevo error y concluyó -. ¡Cállate!

Su señor, un hechicero bondadoso que la había criado, le había pedido que no se le molestase el tiempo que tardara en liberar a la amiga que yacía hechizada en aquel acantilado. Sara recordaba con aprensión la mano petrificada de una mujer que salía de las rocas, y cuando su señor iba a iniciar los rituales para liberarla, apareció el mago moreno que intentaba confundirla en aquellos momentos. Su señor y el hombre lucharon, mientras Sara permanecía al márgen, y cuando el mago fue derrotado, le encargó vigilarle mientras se concentraba en el complejo hechizo. Y dando gritos no le iba a ayudar.

La aprensión al ver la mano petrificada le pareció poca cosa cuando el mago empezó a reírse en voz baja. Sara no supo qué responder, y si no se sintiera tan confusa, se habría enfurecido mucho. La voz ronca del mago la puso muy nerviosa:

- Que equivocada estás, niña. Para él no vales nada, y cuando dejes de serle útil, se olvidará de ti.

- ¡Mientes!

- Claro que no; conozco muy bien a los de su clase -. Y mirándola como si quisiera atravesarla, concluyó -: ya lo verás.

Se miraron a los ojos un rato. Parecía tan convincente, pensó Sara... El tiempo transcurrió pesadamente. El mago parecía sentirse cada vez peor hasta que, ante la mirada confundida de la muchacha, se desplomó. Aunque seguía sin fiarse, y no dejó de apuntarle con la espada, se permitió mirar un momento hacia atrás. Su señor parecía estar teniendo éxito con el hechizo, porque le notaba contento, aunque no advirtiera cambios en la piedra.

Y de pronto, sintió en su alma que el hechizo se había roto. Y vio que su señor tenía en sus brazos a una mujer madura, a la que depositó suavemente sobre las rocas. A Sara casi se le saltaron las lágrimas; por fin, la amiga a la que tanto tiempo llevaba buscando era libre. Había oído hablar tanto de ella que le hacía mucha ilusión conocerla. De vez en cuando vigilaba al mago desmayado, pero su atención estaba centrada casi por entero en los esfuerzos de su señor por reanimar a su amiga.

La mujer, al fin, se despertó. Con la ayuda de su señor, se puso en pie, se sonrieron, hablaron un poco y terminaron besándose. A pesar de lo contenta que se sentía Sara, no pudo evitar una punzada de lo que, con vergüenza, identificó como celos. Tendré que acostumbrarme, pensó la muchacha.

En esto, su señor la llamó con voz dulce y cuando se acercaba sonriente mientras envainaba su arma, su mirada se cruzó por primera vez con la de la mujer... Sara descubrió con un nudo en la garganta que la miraba con un odio mortal. Tan asombrada estaba que llegó a detenerse. Mientras miraba a su señor en busca de apoyo, la oyó hablar.

- ¿Cómo has sido capaz de... estar con esta niñata?

Con una sonrisa extraña, y un tono aún más desconcertante, repuso:

- Es preciosa, ¿verdad? Y me adora... - Arrancó a reír y concluyó -. Es toda tuya.

Como si aquello hubiera sido un chiste, la mujer le miró con complicidad y rió de buena gana. Aún sonreía con maldad cuando avanzó unos pasos hacia ella, con los ojos llenos de muerte. En un último intento, buscó la mirada de su señor, pero éste le daba la espalda. De pronto, todo su mundo, todo lo que había amado y todo en lo que había creído se desmoronó, y aquel golpe la dejó incapaz de reaccionar. El único hombre al que había amado la entregaba a aquella mujer monstruosa que la odiaba sin haberle hecho nada, y que preparaba un hechizo para hacerle algo espantoso. ¿Qué podía hacer? ¿Atacar con la espada a una hechicera?

Lo demás fue muy rápido. El hombre al que había considerado su señor se volvió, el rostro de su asesina se llenó de asombro. Y alguien la agarró por detrás y gritó:

- ¡No pienso consentirlo!

Y de pronto, el paisaje cambió, y el brazo que le había rodeado la cintura la soltó. Aún aturdida, oyó a una voz ronca decir:

- Te lo había advertido, pero no me escuchaste. Conozco demasiado bien a la gente como él.

Se volvió y vio al mago al que había apuntado con su arma, sonriéndole levemente. Sara aún no se había recuperado de la impresión, pero se le encogió el corazón y quiso echarse a llorar. Y a pesar de lo triste que se sentía, se negó a derramar una sola lágrima por aquel monstruo que la había traicionado, a ella que habría dado su vida por él. No pudo evitar que se le arrasasen los ojos. Entonces, su rescatador le habló con ternura.

- Pobre niña. Por eso te eligió a ti para esta misión. Sabe lo celosa que es Julia, su mujer, y lo necesitada de poder que estaría cuando la liberase.

Sara le miró sin comprender, y el mago se explicó.

- Hay cierto tipo de magia que se hace más fuerte con el sufrimiento de los demás. Ni te imaginas de lo que te he librado -. Y en un tono jovial, repitió -, ¡qué bien conozco a ese tipo de gentuza! Su única obsesión es el poder, y para hacerse más fuertes para gobernar a los demás magos, son capaces de aplastar a todos los que hagan falta.

El mago se calló mientras parecía escuchar algo. Sara seguía aturdida por todo lo que había sucedido, pero, al menos, sabía lo que tenía que hacer. Con la voz abrumada por la pena, dijo débilmente.

- Gracias.

- No las merezco. Es solo que no voy a permitir que te torture y, encima, se vuelva más poderosa y...

Dejó la frase a la mitad y dando muestras de estar intentando percibir algo, comenzó a preparar un hechizo. La miró y dijo:

- Comprendo demasiado bien a la gente de su calaña... porque soy igual que ellos.

Liberó el sortilegio y algo muy rápido terminó con Sara.



Juan Cuquejo Mira

03 septiembre 2006

¡España es campeona del mundo de baloncesto!

Hará cosa de 15 o 20 minutos, España ha ganado a Grecia por 47 a 70 en la final del mundial de baloncesto que se ha celebrado en Japón.

¡¡¡Enhorabuena a la selección española!!!

Además, Pau Gasol se ha llevado el trofeo al "Most Valuable Player" (el jugador más valioso). Una pena la lesión que ha tenido y que no le ha dejado jugar esta final.

Después de haberle ganado por tan sólo un punto a Argentina, creo que nadie se esperaba una victoria tan cómoda en la final. Hay que reconocer, de todos modos, que se han merecido ganar el campeonato por su buen juego. Y la de triples que han metido hoy...

Alguna alegría habíamos de tener... ¿no?

02 septiembre 2006

Errores de programación (IV)

En el ámbito profesional, como habrá adivinado el lector que siga la serie de entradas sobre errores de programación, utilizo frecuentemente Visual Basic .NET. Es por ello que todos los errores se refieren a este lenguaje.

El último ha sido el más angustioso, así que pongo al lector en antecedentes. Mi hermano, y socio también de mi empresa, se infló de trabajar para desarrollar una aplicación a medida. A mí me quedó el control de la impresora y la edición de informes, que se me da bastante mejor. Estaba desarrollando eso cuando el entorno de programación se me bloquea y no me deja ni borrar una línea de código. Cierro el programa, lo vuelvo a abrir y lo mismo. Reinicio el ordenador, intento trabajar con la solución (en Visual Basic .NET los conjuntos de proyectos tienen ese nombre) y nada. Me llevo el código fuente a otro ordenador y nada... Total, que, a lo mejor, se habían perdido las actualizaciones realizadas desde la última copia de seguridad - que no eran muchas pero sí latosas -.

Por suerte, se me ocurrió mirar los archivos del proyecto. Entre ellos, hay algunos que el compilador genera, a saber, los distintos archivos Resx (uno por cada formulario y que guarda información sobre éste en formato XML; por ejemplo, se incluyen codificados en base64 los archivos gráficos que se muestre. No deja de ser curioso), y un archivo de extensión suo, oculto, e identificado como "Visual Studio Solution User Options". Considerando que algún archivo del proyecto se hubiera dañado, probé a eliminar el fichero .suo, por empezar con algo que no me hubiera costado hacer.

Y, mágicamente, la cosa se arregló. El entorno regeneró el fichero y ahora mismo estoy trabajando tan contento en el mismo proyecto.

Cosas de la informática.

01 septiembre 2006

Plutón ya no es un planeta: reflexiones

Con mucho retraso, me hago eco de que Plutón ha sido, finalmente, "degradado" y ya no es un planeta, sino un "planeta enano". Al haber hablado de esto tan tarde, ya no merece la pena ampliar información, y para saber más, recomiendo al lector que visite, por ejemplo, el artículo de los prolíficos autores de Microsiervos referido al cambio de categoría de Plutón, y a una noticia del diario El Mundo.

Como la noticia ya no es de actualidad, me voy a centrar en algunas cosas que se me han ocurrido relativas al hecho.

Lo primero es repetir que este hecho, por mucha propaganda que se le haya dado en la prensa y la televisión, en el fondo no es un acontecimiento científico revolucionario, sino la conclusión de un antiguo debate. Tiene interés, pero, esencialmente, académico. No es más que la aprobación de unas nuevas leyes de corte taxonómico y la concreción de las características que distinguen a un planeta de lo que no lo es.

Como me comentó Xanina-astur en mi entrada anterior sobre este tema, ¿qué pasa ahora con todos los que aprendimos que había en el sistema solar nueve planetas? Como dice ella en broma, a lo mejor se impugnan suspensos en ciencias naturales... El mayor problema lo tienen los editores de libros de texto, que ahora van a tener que cambiar las explicaciones y dibujos sobre los objetos del sistema solar.

La misma Xanina-astur expresa una duda que me quedé sin contestar, y como puede ser común, la respondo aquí. En esencia, si Plutón pasa a ser "planeta enano" seguiría siendo un planeta, sólo que enano. En realidad, entiendo que es un simple problema de nomenclatura. Así, en astrofísica, se utiliza el término estrella de neutrones para designar un estado final de la evolución estelar en el que la materia de lo que fue el núcleo de una estrella degenera en una bola repleta de neutrones. La explicación de por qué sucede es larga. Lo que interesa es que una cosa es una estrella, y otra una estrella de neutrones, esta última ya no es una estrella (no se producen reacciones nucleares, no radia luz y no tiene la estructura de una estrella), pero por el nombre lo podría parecer. Con un planeta enano pasa algo parecido.

La consecuencia más cómica de todo este asunto, es el lío en que han metido a los astrólogos (los que hacen cartas astrales y adivinan el futuro en los astros, no confundir con los astrónomos), como se hace eco Microsiervos (los cito de nuevo, pero es que ahí vi la noticia por primera vez). Ahora, ¿qué pasa con todas las cartas astrales que incluían a Plutón? ¿Están mal? A lo que me viene otra pregunta. La astrología es un arte adivinatorio antiguo. Entonces, ¿cómo es que incluían Plutón, si fue descubierto en 1930? ¿Las cartas astrales anteriores estaban mal y ahora vuelven a estar bien? ¿Todo lo adivinado desde 1930 hasta hoy es incorrecto?

Ahora mismo, tengo varios temas pendientes y poco tiempo para redactarlos... Poco a poco.