05 septiembre 2006

(Cuentacuentos) Que equivocada estás, niña

- Que equivocada estás, niña -, dijo de pronto aquel hombre extraño que permanecía sentado en el suelo.

Sara no se movió, ni dejó que se notase, pero aquella afirmación la dejó sorprendida. Continuó apuntándole con la espada, lista para acabar con él si intentaba algo; no obstante, había cometido el error de dejar que sus miradas se cruzasen. Algo del rostro de aquel hombre, de mediana edad y pelo negro y plateado, la incitaba a escucharle. El hechicero lo había advertido, y prosiguió con una sonrisa:

- ¿Cuántos años tienes, dieciséis, diecisiete?

- Diecinueve -, repuso Sara con rapidez, molesta porque siempre la tomaban por una cría.

Cuando la sonrisa del hechicero se amplió, Sara pensó en que no debería hablar con él y quiso mostrar firmeza acercando un poco más la punta a la garganta del hombre, pero eso no le hizo callar.

- Le eres tan fiel que seguramente llevas siendo su criada desde que eras una niña, ¿verdad?

Sara no pudo contenerse y le gritó:

- ¡No soy su criada! ¡Soy su ayudante, su compañera! - e, inmediatamente, fue consciente de su nuevo error y concluyó -. ¡Cállate!

Su señor, un hechicero bondadoso que la había criado, le había pedido que no se le molestase el tiempo que tardara en liberar a la amiga que yacía hechizada en aquel acantilado. Sara recordaba con aprensión la mano petrificada de una mujer que salía de las rocas, y cuando su señor iba a iniciar los rituales para liberarla, apareció el mago moreno que intentaba confundirla en aquellos momentos. Su señor y el hombre lucharon, mientras Sara permanecía al márgen, y cuando el mago fue derrotado, le encargó vigilarle mientras se concentraba en el complejo hechizo. Y dando gritos no le iba a ayudar.

La aprensión al ver la mano petrificada le pareció poca cosa cuando el mago empezó a reírse en voz baja. Sara no supo qué responder, y si no se sintiera tan confusa, se habría enfurecido mucho. La voz ronca del mago la puso muy nerviosa:

- Que equivocada estás, niña. Para él no vales nada, y cuando dejes de serle útil, se olvidará de ti.

- ¡Mientes!

- Claro que no; conozco muy bien a los de su clase -. Y mirándola como si quisiera atravesarla, concluyó -: ya lo verás.

Se miraron a los ojos un rato. Parecía tan convincente, pensó Sara... El tiempo transcurrió pesadamente. El mago parecía sentirse cada vez peor hasta que, ante la mirada confundida de la muchacha, se desplomó. Aunque seguía sin fiarse, y no dejó de apuntarle con la espada, se permitió mirar un momento hacia atrás. Su señor parecía estar teniendo éxito con el hechizo, porque le notaba contento, aunque no advirtiera cambios en la piedra.

Y de pronto, sintió en su alma que el hechizo se había roto. Y vio que su señor tenía en sus brazos a una mujer madura, a la que depositó suavemente sobre las rocas. A Sara casi se le saltaron las lágrimas; por fin, la amiga a la que tanto tiempo llevaba buscando era libre. Había oído hablar tanto de ella que le hacía mucha ilusión conocerla. De vez en cuando vigilaba al mago desmayado, pero su atención estaba centrada casi por entero en los esfuerzos de su señor por reanimar a su amiga.

La mujer, al fin, se despertó. Con la ayuda de su señor, se puso en pie, se sonrieron, hablaron un poco y terminaron besándose. A pesar de lo contenta que se sentía Sara, no pudo evitar una punzada de lo que, con vergüenza, identificó como celos. Tendré que acostumbrarme, pensó la muchacha.

En esto, su señor la llamó con voz dulce y cuando se acercaba sonriente mientras envainaba su arma, su mirada se cruzó por primera vez con la de la mujer... Sara descubrió con un nudo en la garganta que la miraba con un odio mortal. Tan asombrada estaba que llegó a detenerse. Mientras miraba a su señor en busca de apoyo, la oyó hablar.

- ¿Cómo has sido capaz de... estar con esta niñata?

Con una sonrisa extraña, y un tono aún más desconcertante, repuso:

- Es preciosa, ¿verdad? Y me adora... - Arrancó a reír y concluyó -. Es toda tuya.

Como si aquello hubiera sido un chiste, la mujer le miró con complicidad y rió de buena gana. Aún sonreía con maldad cuando avanzó unos pasos hacia ella, con los ojos llenos de muerte. En un último intento, buscó la mirada de su señor, pero éste le daba la espalda. De pronto, todo su mundo, todo lo que había amado y todo en lo que había creído se desmoronó, y aquel golpe la dejó incapaz de reaccionar. El único hombre al que había amado la entregaba a aquella mujer monstruosa que la odiaba sin haberle hecho nada, y que preparaba un hechizo para hacerle algo espantoso. ¿Qué podía hacer? ¿Atacar con la espada a una hechicera?

Lo demás fue muy rápido. El hombre al que había considerado su señor se volvió, el rostro de su asesina se llenó de asombro. Y alguien la agarró por detrás y gritó:

- ¡No pienso consentirlo!

Y de pronto, el paisaje cambió, y el brazo que le había rodeado la cintura la soltó. Aún aturdida, oyó a una voz ronca decir:

- Te lo había advertido, pero no me escuchaste. Conozco demasiado bien a la gente como él.

Se volvió y vio al mago al que había apuntado con su arma, sonriéndole levemente. Sara aún no se había recuperado de la impresión, pero se le encogió el corazón y quiso echarse a llorar. Y a pesar de lo triste que se sentía, se negó a derramar una sola lágrima por aquel monstruo que la había traicionado, a ella que habría dado su vida por él. No pudo evitar que se le arrasasen los ojos. Entonces, su rescatador le habló con ternura.

- Pobre niña. Por eso te eligió a ti para esta misión. Sabe lo celosa que es Julia, su mujer, y lo necesitada de poder que estaría cuando la liberase.

Sara le miró sin comprender, y el mago se explicó.

- Hay cierto tipo de magia que se hace más fuerte con el sufrimiento de los demás. Ni te imaginas de lo que te he librado -. Y en un tono jovial, repitió -, ¡qué bien conozco a ese tipo de gentuza! Su única obsesión es el poder, y para hacerse más fuertes para gobernar a los demás magos, son capaces de aplastar a todos los que hagan falta.

El mago se calló mientras parecía escuchar algo. Sara seguía aturdida por todo lo que había sucedido, pero, al menos, sabía lo que tenía que hacer. Con la voz abrumada por la pena, dijo débilmente.

- Gracias.

- No las merezco. Es solo que no voy a permitir que te torture y, encima, se vuelva más poderosa y...

Dejó la frase a la mitad y dando muestras de estar intentando percibir algo, comenzó a preparar un hechizo. La miró y dijo:

- Comprendo demasiado bien a la gente de su calaña... porque soy igual que ellos.

Liberó el sortilegio y algo muy rápido terminó con Sara.



Juan Cuquejo Mira

9 comentarios:

Anónimo dijo...

Me encanta tu historia, además se puede aplicar a un monton de cosas de las que a mi me gustan, a todas esas explicaciones de comportamientos por algo tan: ais no se como llamarlo pero es PODER, algo por lo que hasta el más pequeño entrega parcelas enormes de si mismo, con tal de poseerlo.
Está visto la magia existe, y tu has dado buena cuenta de ella.
Txapela enorrrrrrrrrrrrrrme para ti.
Cienes de besitos pal andando.
Shi.

Anónimo dijo...

Uou! que bonita! me encanta, me encanta la velocidad con que transcurre, el sentimiento, la tensión, en fin, todo! muchos bessos

Anónimo dijo...

hablabas sobre una metafora aplicada a los políticos y se puede sacar mucho de este relato... ya no solo por ellos, sino por toda esa gente que se cree algo, y con derecho a... por ser "más que tú"

transcurre en una atmosfera que te hace no dejar de leer.
un placer leerte. no sé si por primera vez.

1 saludo

Anónimo dijo...

Oh!! Que bonito!!

¿Cómo imaginar que al final el salvador sería un lobo en piel de cordero? Realmente una historia de lo más hermosa. Sigo diciendo que eres un maestro escribiendo y que los relatos que escribes tienen una armonia perfecta. Te hacen meterte de lleno en la historia y hacen que quieras seguir leyendo más y más.

Darte las gracias por aclararme ese dilema de los sueldos y los pisos, me ha sido de mucha utilidad, en serio. Gracias.

Tengo en mente otra historia,quizá un poco más picante, pero que no dejará de tener ese toque de sueño, habitual en mis entradas.

Muchos besos Juan. Sigue así.

Paula.

PD: http//xanina-astur.blogspot.com

Anónimo dijo...

Joder... la podría haber dejado viva, no?
¿Al matar se hace más fuerte?
Me ha gustado mucho tu historia, me ha parecido muy original!!
Besitos de manzana!

Carla dijo...

Caramba! Qué sorprendente tu historia! La mata, no??? Al final la mata el que parecía ser el bueno!!! Jajaja

Carla dijo...

Por cierto, que no sólo se llaman de la misma forma nuestras protagonistas, sino que además también mueren en extrañas e inesperadas circunstancias...! Jajaja

Anónimo dijo...

MMmm cómo m gustan los relatos de magia :) (tienes aquí a una fan de harry potter) ;_) gracias por tu coment

mitsui dijo...

te aficionaste al cuentacuentos!!! Escribes genial, Juan, enhorabuena!!!